Rub¨¦n Dar¨ªo en el jard¨ªn
De paseo por Le¨®n, la ciudad donde el poeta nicarag¨¹ense tuvo su aprendizaje sentimental
A 90 kil¨®metros de Managua, ya en la costa pac¨ªfica, se halla Le¨®n, ciudad de unos 400.000 habitantes que fund¨® ¡ªjunto a Nicaragua¡ª Francisco Hern¨¢ndez de C¨®rdoba en 1524. La moneda del pa¨ªs, el c¨®rdoba, se llama as¨ª en su memoria. Muri¨® decapitado en el mismo Le¨®n, en 1526, por orden de Pedrarias D¨¢vila, primer gobernador de Castilla del Oro. Le¨®n fue capital de la naci¨®n durante m¨¢s de doscientos a?os. Para llegar hay muchos autobuses durante el d¨ªa que salen desde la terminal de la UCA en Managua.
Le¨®n viejo
Pero el actual Le¨®n se desplaz¨® a unos 30 kil¨®metros de aquel debido a su ubicaci¨®n al lado del volc¨¢n Momotombo, a orillas del lago de Managua, que estall¨® en 1610. La antigua ciudad colonial estuvo sepultada hasta que en 1967 descubrieron sus ruinas, dejando a la luz un trazado sin alteraciones urban¨ªsticas. Por su valor hist¨®rico, Le¨®n Viejo fue declarado patrimonio mundial por la Unesco. Desde Le¨®n hay varios turoperadores dispuestos a llevar y traer a los visitantes en una ma?ana por poco dinero.
Rub¨¦n Dar¨ªo
El pr¨ªncipe de las letras espa?olas y padre del modernismo, Rub¨¦n Dar¨ªo, pas¨® aqu¨ª su infancia y juventud. Hay rastros de ¨¦l por todos lados. Para el poeta de mayor y m¨¢s duradera influencia en la poes¨ªa del siglo XX en el ¨¢mbito hisp¨¢nico (nacido en Metapa en 1867, hoy Ciudad Dar¨ªo en su honor, por casualidad de un viaje materno), Le¨®n ser¨¢ una constante en su vida: aprendizaje sentimental y juego en noches de farra y alcohol, el cual le pasar¨¢ factura, pues nunca pudo quitarse de la bebida. Inici¨® sus viajes en 1882, y en 1893 deja Nicaragua hasta 1907, cuando regresa por un breve periodo. Escribe entonces El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical, obra menos conocida y de la que extraemos dos estrofas del poema El regreso: ¡°El retorno a la tierra natal ha sido tan / sentimental, y tan mental, y tan divino, / que aun las gotas del alba cristalinas est¨¢n / en el jazm¨ªn de ensue?o, de fragancia y de trino. / Si peque?a es la Patria, uno grande la sue?a. / Mis ilusiones, y mis deseos, y mis / esperanzas, me dicen que no hay patria peque?a. / Y Le¨®n es hoy a m¨ª como Roma o Par¨ªs¡±. Parte de nuevo para Europa y, en precariedad econ¨®mica, vuelve para morir en 1916 afectado por graves crisis nerviosas y f¨ªsicas debidas a su exacerbado alcoholismo.
La ciudad colonial
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El mito tuvo un entierro apote¨®sico, y hoy su tumba se halla en la catedral, una joya del barroco colonial rematado en el neocl¨¢sico, tambi¨¦n patrimonio de la humanidad. Por Le¨®n se pasea a cualquier hora y hay mucho que ver. En el parque, los vendedores de pl¨¢tano frito y semillas de mara?¨®n (anacardos) se combinan con las artesan¨ªas, ni?os corriendo y adolescentes. No hay nada que temer. Desplazarse en taxi es barato, pero no te debe extra?ar que a mitad de camino se suba una familia que va en tu misma direcci¨®n. Le¨®n es tranquilo, colorido y tur¨ªstico. Ciudad universitaria y plagada de j¨®venes, mestiza, conserva su antigua arquitectura de casas altas de un piso y techos de teja ¨¢rabe. Construidas alrededor de un patio con plantas y frutales, produce frescura aunque el clima es muy caliente y h¨²medo, con lluvias torrenciales. La vida se hace en los portales, que dan a la calle, recordando algunas construcciones andaluzas: uno se siente arropado por esa herencia hisp¨¢nica. La riqueza arquitect¨®nica sorprende, junto a la monumentalidad de las iglesias. Hay que visitar la Casa-Museo Archivo Rub¨¦n Dar¨ªo y el Centro de Arte Fundaci¨®n Ortiz-Gurdi¨¢n, por citar dos iconos.
El colibr¨ª
Todas las ma?anas viene un colibr¨ª a acompa?arme en el desayuno, y no es un t¨®pico. La cultura popular est¨¢ tan arraigada que se comprueba en cualquier evento. Durante la semana hay siempre varias procesiones que pululan liger¨ªsimas por los barrios con fanfarrias y m¨²sicas carnavalescas alegres, llenas de alboroto. Pervive la oralidad, y la m¨²sica en vivo de los locales. La juventud, como en el resto de esta tierra caliente, se re¨²ne para bailar salsa, merengue¡ El baile se concibe sociol¨®gicamente como una forma de relacionarse. Pero la hospitalidad y la amabilidad destacan. En poco rato haces amistad y te montan en su camioneta para llevarte donde haga falta. O te sientan a comer en su mesa. La calidez humana latina sobrevive.
Poneloya
El viaje se completa con alrededores de lujo: la isla Juan Venado, Las Pe?itas o las playas de Poneloya, a menos de media hora, donde el viajero se queda sin palabras que usar. Incomparable flora y fauna, paisajes que piensas que no mereces. Puedes ver tortugas (en v¨ªas de extinci¨®n: sus huevos, por cierto, est¨¢n protegidos porque son muy buscados por los furtivos por su alto valor nutricional y culinario) que vienen a desovar, inm¨®viles e inquietantes cocodrilos, y no s¨¦ cu¨¢ntas especies raras. Tambi¨¦n hay que visitar Cerro Negro, a menos de una hora, un volc¨¢n activo que ofrece unas vistas de esc¨¢ndalo.
? Juan Carlos Abril es poeta, autor de los libros El laberinto azul y Crisis.
Gu¨ªa
Comer y dormir
? No hay que dejar de beber una cerveza To?a, un ron Flor de Ca?a, o paladear la cocina t¨ªpica, como gallopinto, tostones, repochetas, indio viejo, etc¨¦tera, y frutas y verduras, una aut¨¦ntica gozada. En Casa Vieja se disfrutan los mejores zumos, especialmente el de sand¨ªa. Otras recomendaciones son, en el barrio de Sutiaba, El Lobito y Los Pescaditos, donde uno mismo elige el pescado que quiere que le cocinen, sin olvidar El Mediterr¨¢neo o La Terraza.
? Para albergarse a buen precio y servicio familiar, Posada Fuente Castalia (http://posadafuentecastalia.com). Otros lugares alternativos: Posada del Doctor (www.laposadadeldoctor.com) o Los Balcones (www.hotelbalcones.com). El Convento es el hotel-restaurante mejor y m¨¢s caro (www.elconventonicaragua.com).
Informaci¨®n
? Turismo de Nicaragua (www.visitanicaragua.com).
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