Los despojos de la Expo de Shangh¨¢i
Paseo por lo que queda del recinto de la Exposici¨®n Universal de 2010
Da pena caminar por el recinto de lo que fue la Exposici¨®n Universal de Shangh¨¢i. Nada m¨¢s salir de la nueva estaci¨®n de metro, ubicada al lado del pabell¨®n de China -reconvertido en un museo de arte con poco tir¨®n- lo primero que llama la atenci¨®n es la falta de vida. Por estas calles caminaron sin descanso, hace tres a?os, hasta 73 millones de visitantes. Ahora, hay que aguzar la vista para encontrar alg¨²n ser vivo, y en las vac¨ªas carreteras de seis carriles, por las que circularon los veh¨ªculos el¨¦ctricos llamados a combatir la poluci¨®n de la megal¨®polis, solo falta la t¨ªpica bola de hierba empujada por el viento para acrecentar la sensaci¨®n de estar en un desierto. De asfalto, eso s¨ª.
A pesar de que su existencia estaba limitada inicialmente a los seis meses que dur¨® el macroevento, organizado en superlativo para ser el m¨¢s grande, el m¨¢s caro y el m¨¢s concurrido de la historia, varios pabellones todav¨ªa est¨¢n en pie. La estupa que construy¨® Nepal, r¨¦plica de Swayambhunath en Katmand¨², es ahora un esqueleto con la cabeza dorada, y los c¨²bicos espacios que ocuparon algunos pa¨ªses europeos languidecen con fachadas llenas de heridas y colores asesinados por el sol.
La ¨²nica actividad de estos casi 3 kil¨®metros cuadrados de la zona de Pudong se concentra en unas pocas parcelas tomadas por gr¨²as y habitadas por obreros que sorben ruidosamente sus sopas de fideos instant¨¢neos. As¨ª, es dif¨ªcil adivinar c¨®mo se cumplir¨¢n los objetivos marcados en el 12? Plan Quinquenal del Partido Comunista, que prev¨¦ convertir este lugar en el nuevo motor de crecimiento econ¨®mico del centro financiero del pa¨ªs, y pretende llenarlo de infraestructuras dedicadas al arte, la cultura, el comercio y la tecnolog¨ªa.
De momento, adem¨¢s del nuevo Museo de Arte, solo est¨¢n en uso el Mercedes-Benz Arena, donde se organizan algunos grandes conciertos, el pabell¨®n de Arabia Saud¨ª, cuyo presupuesto super¨® los 100 millones de euros para alcanzar el r¨¦cord del m¨¢s caro jam¨¢s construido, y algunos de los mastodontes de acero y cristal que albergan oficinas gubernamentales. No deben de estar muy concurridas, porque el personal de seguridad ronca en la garita. Eso s¨ª, todo el recito est¨¢ plagado de vallas que impiden el acceso al resto de los edificios.
Tambi¨¦n al que aloj¨® el pabell¨®n de Espa?a. Hay que caminar un buen trecho hasta llegar al ¡®cesto¡¯ de Benedetta Tagliabue, la punta de lanza de una gran participaci¨®n espa?ola que tambi¨¦n cont¨® con la presencia de Madrid, Barcelona y Bilbao en espacios propios. El gobierno central gast¨® 72 millones de euros en su intento de promocionar la imagen del pa¨ªs en China. Y lo consigui¨® gracias a Miguel¨ªn, el mu?eco gigante ideado por Isabel Coixet, que ahora hace las delicias de los visitantes en el Museo de la Expo, y gracias tambi¨¦n al espectacular dise?o del pabell¨®n.
Las sinuosas formas del revestimiento vegetal, que creaban ideogramas chinos y formas diferentes seg¨²n el ¨¢ngulo desde el que se miraba el edificio, le dieron al recinto espa?ol la medalla de bronce de la Expo, un galard¨®n que supon¨ªa el indulto de la obra de Tagliabue. Iba a convertirse en la referencia del mundo cultural espa?ol en China. Se especul¨® con su uso como sede del Instituto Cervantes, o como invernadero para empresas espa?olas.
Pero lo cierto es que, ahora, se lo come el moho. Las planchas de mimbre se caen a pedazos, y la hierba trepa por doquier. El sol ha ennegrecido el revestimiento, que estaba dise?ado para soportar las inclemencias meteorol¨®gicas de seis meses, no de tres a?os. Y todav¨ªa no se ha decidido cu¨¢l ser¨¢ su uso. Fuentes del Consulado en Shangh¨¢i aseguran que las negociaciones van a buen ritmo, pero que no se puede confirmar nada. Por lo visto, es necesaria una gran inversi¨®n para que el edificio recobre la vida. Y Espa?a no va a poner un solo euro para hacerle el boca a boca y evitar un nuevo cad¨¢ver en la Exposici¨®n Universal.
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