El men¨² Pica-pica

El cocinero asturiano Pedro Martino, que explot¨® sus propios restaurantes (El Cabronc¨ªn, L¡¯Alezna) y acumula experiencias junto a grandes maestros, se halla ahora realizado en uno de los locales m¨¢s desenfadados y populares del centro de Oviedo. Se trata de Naguar, exitoso establecimiento compuesto por dos espacios contiguos ¡ªbar y restaurante¡ª que giran en torno a una cocina vista. En la pared, una gran pizarra en la que se anuncian las especialidades del d¨ªa.

Local moderno donde se sirven recetas tradicionales actualizadas, cuyos pinchos apuntan a medias raciones, y sus primeros y segundos casi se confunden. La carta se halla atiborrada de propuestas.

Cada mediod¨ªa, por 9,50 euros, se ofrece un plato de cuchara abundante, acompa?ado de vino y postre: lentejas con pato al curry, los lunes; fabada asturiana, los martes; cocido de garbanzos, los mi¨¦rcoles; patatinas guisadas con chorizo, los jueves, y menestra de verduras, los viernes. En apartado independiente figura la relaci¨®n de ¡°pinchos ma?aneros¡±, cuyos precios var¨ªan entre 1,50 y 1,30 euros. Listado en el que no faltan las tortillinas de patatas, el revuelto de champi?ones, la carne guisada, la cecina con pralin¨¦ de frutas y la sobrasada con sirope de arce.

Otro de sus reclamos es el men¨² ¡°pica, pica¡±, que por 30 euros brinda 10 platitos y dos postres, adem¨¢s de dos copas de vino. Incluso se ofrece un brunch en versi¨®n mini a un precio de 5 euros, disponible a diario. Por separado tambi¨¦n se anuncian tapas para acompa?ar el verm¨² del mediod¨ªa. Y por si no fuera suficiente, la casa airea un listado de c¨®cteles llamativos y hasta un servicio de comida para llevar a casa. Todo a precios m¨¢s que sensatos.

¡°Nuestra carta se rige por el cambio de las estaciones¡±, afirma Martino. ¡°Preferimos un buen chicharro a una mala lubina. Prestamos mucha atenci¨®n a las cosas peque?as. El pan, el caf¨¦, una infusi¨®n o un pincho tienen sus propias reglas gastron¨®micas¡±. Sin rebuscamientos, el risue?o patr¨®n aplica su t¨¦cnica a las bases de una cocina de ra¨ªces asturianas salpicada de acentos lejanos. Nadie que llegue a esta casa por vez primera debe dejar de probar el sabroso coulant del cocido, r¨¦plica en versi¨®n salada de la famosa creaci¨®n de Michel Bras con chocolate.

Tampoco se pueden pasar por alto sus croquetas de picadillo. Ni los huevos rotos con virutas de jam¨®n ib¨¦rico y torreznos, una delicia. Son sabrosos los callos y desilusionan las patatas bravas. Delicad¨ªsima la ensalada de endibias con yogur, y notable la costilla ib¨¦rica glaseada sobre un fino pur¨¦ de patatas.

L¨¢stima que los postres sean desiguales. El chocolate blanco con fruta de la pasi¨®n y menta no convence, aunque la tarta de queso con caramelo da la talla. Una pena que el servicio de sala, bien afable, est¨¦ tan desorganizado.

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