Tirados en Honduras

Cuando viaja, a Antonio Molero le pasan muchas cosas. El actor, que tiene en cartel Una boda feliz (hasta el 22 de diciembre en el madrile?o Teatro Marquina), se fue a recorrer los volcanes, las ruinas mayas y las carreteras de Centroam¨¦rica.

?Por d¨®nde comenz¨®?

Nuestro campamento base estaba en Antigua. All¨ª tenemos instalado a un amigo bilba¨ªno viajero. Puede que sea uno de los sitios m¨¢s tur¨ªsticos de Guatemala, pero es ineludible. El pa¨ªs es peque?o y tiene una diversidad clim¨¢tica impresionante.

?Vivi¨® aventuras?

La primera, subir al volc¨¢n Pacaya, siempre en erupci¨®n. Te venden unos palos para ayudarte en el camino. Cuando llegamos arriba pinchamos la lengua de lava con el palo y nos encendimos un cigarro con ¨¦l. Es algo muy curioso porque todo el mundo lo hace.

?Y tras el cr¨¢ter?

Visitamos el lago de Atitl¨¢n, tambi¨¦n rodeado de volcanes. Unas barcazas lo surcan y te llevan a los pueblos en las orillas del lago monta?oso. Todos tienen nombre de ap¨®stol. En uno de ellos nos encontramos con unos catalanes que nos cocinaron una tortilla de patatas y pan tumaca. Nos supo a gloria despu¨¦s de varios d¨ªas comiendo frijoles. De ah¨ª nos fuimos a Cop¨¢n, pasamos la frontera hacia Honduras para visitar unas pir¨¢mides mayas y, en autob¨²s, nos dirigimos al Caribe.

?Qu¨¦ tal la experiencia del colectivo?

Lo cogimos en la ciudad de San Pedro Sula. Cuando llev¨¢bamos unas horas de viaje, en medio de ninguna parte, el motor revent¨®. El conductor se baja, abre el cap¨®, se arremanga y saca una pieza. ¡°Se ha roto¡±, nos dice.

?Qu¨¦ hicieron?

Llam¨® por tel¨¦fono a la empresa. Pasaron un par de horas y all¨ª no aparec¨ªa nadie. Sin decirnos nada, vemos c¨®mo el conductor se pone a hacer autoestop. Le para un motorista. Hablan. El t¨ªo va, se monta en la moto y se larga con ¨¦l.

Y ah¨ª se quedaron tan tranquilos.No pod¨ªamos hacer otra cosa. Est¨¢bamos con unos japoneses, unos hondure?os y varios turistas jugando al frisbee y tomando algo. Alguien nos debi¨® de ver parados y llegaron varias se?oras vendiendo tamales y cocos.

?Volvi¨® el conductor?

S¨ª, a las tres horas regres¨®. Hab¨ªa ido a que le soldaran la pieza, y, milagrosamente, funcion¨®. Llegamos a nuestro destino: la isla de Utila. Est¨¢ rodeada de aguas incre¨ªbles para bucear. All¨ª nos estrenamos en el submarinismo y me pareci¨® alucinante.