Avistamiento de ballenas en ?frica
Hermanus, a menos de dos horas de Ciudad del Cabo, es uno de los mejores puestos de observaci¨®n de cet¨¢ceos
Cuando uno piensa en ?frica, se imagina?leones cazando en la sabana o ?us y cebras en sus grandes migraciones a travesando las llanuras de Kenia y Tanzania. En Sud¨¢frica es posible contemplar otro gran mam¨ªfero. En el invierno austral, las ballenas francas dejan las g¨¦lidas aguas de la Ant¨¢rtida y viajan miles de kil¨®metros hacia el norte para aparearse y parir en las ensenadas del litoral sudafricano, resguardadas de los fuertes temporales. Con 15 metros de longitud y hasta 40 toneladas de peso, es un espect¨¢culo ver a estos enormes animales de agosto a noviembre. La caza indiscriminada las llev¨® al borde de la extinci¨®n pero afortunadamente hoy en d¨ªa su poblaci¨®n se recupera poco a poco.
A algo menos de dos horas en coche de Ciudad del Cabo, tomando la carretera N2 en direcci¨®n al Cabo Agulhas, se encuentra Hermanus. Este antiguo puerto ballenero es hoy en d¨ªa un centro tur¨ªstico por la belleza de sus peque?as calas y del litoral entrecortado. La econom¨ªa de la ciudad entr¨® en declive con la prohibici¨®n de capturas de ballenas, pero Hermanus ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Y es que seg¨²n la organizaci¨®n WWF, este es uno de los mejores puestos de observaci¨®n de ballenas del mundo.
Un sendero bien se?alizado recorre el litoral abrupto y los acantilados. La profundidad que alcanza r¨¢pidamente el mar permite que las ballenas se acerquen a pocos metros de la costa, as¨ª que es posible avistar los chorros de vapor que lanzan al exhalar y a las ballenas reci¨¦n nacidas nadar junto a los ejemplares adultos. Incluso con un poco de suerte y paciencia, se las puede ver saltar y golpear fuertemente la superficie del agua con las aletas. Tambi¨¦n existe la posibilidad de coger un barco en el puerto y pasar un d¨ªa en el mar. En cualquier caso, la contemplaci¨®n de estos grandes mam¨ªferos es una de esas experiencias que le ponen a uno la piel de gallina y le hacen reflexionar sobre las atrocidades que puede llegar cometer el ser humano.
Para no repetir el camino, al regreso a Ciudad del Cabo podemos tomar la impresionante carretera R44, que se desliza por las laderas de las monta?as que caen bruscamente al mar. Es sin duda un espl¨¦ndido final para un d¨ªa de pel¨ªcula.
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