Corsarios en La Habana
Desde el castillo del Morro se pueden ver algunas de las mejores panor¨¢micas de la ciudad
En el m¨¢stil del castillo Los Tres Reyes Magos del Morro, la fortaleza empotrada en un acantilado que custodia la bah¨ªa de La Habana, han ondeado cuatro banderas diferentes: la espa?ola, la inglesa, la estadounidense y, desde 1902, la cubana. La ciudad ha sido uno de esos lugares codiciados en viejas pugnas por la conquista de los mares y las luchas entre imperios. Francisc Drake trat¨® de saquear la ciudad en 1586 despu¨¦s de hacer lo propio en Santo Domingo, pero los espa?oles ya estaban advertidos y tomaron medidas. Apenas un intercambio de disparos fue lo que se vivi¨® entonces.
Tres a?os despu¨¦s de aquel fracaso del pirata m¨¢s famoso del planeta comenz¨® a construirse un complejo militar que formaba parte de un sistema defensivo que fue declarado, junto al casco hist¨®rico, Patrimonio de la Humanidad en 1982. Los continuos ataques de los corsarios hicieron que La Habana se fortificara hasta la m¨¦dula, aunque no evit¨® eso que los ingleses ocuparan la villa en 1762 durante once meses, ya que el gobernador, Juan de Prado, no se tom¨® en serio aquella vieja amenaza en ultramar.
Despu¨¦s de atravesar un largo pasillo por el cual se replegaban los soldados de primera l¨ªnea hacia el interior del castillo y un foso donde hoy crecen los yerbajos, se accede al complejo dividido en doce b¨®vedas que sirvieron de alojamiento a funcionarios y tropa, hospital, almacenes, polvorines y una capilla, recreada hoy en d¨ªa. Otras dos b¨®vedas est¨¢n reconvertidas en exposici¨®n: la historia precolombina y objetos relacionados con la navegaci¨®n de los primeros conquistadores, las rutas de las tres carabelas con sus maquetas, y la secuencia del avance y toma de los ingleses recreada en lienzos se combinan en la planta baja del castillo.
La zona alta, ascendiendo por la rampa por la que se sub¨ªan las municiones, est¨¢ consagrada a las bater¨ªas de ca?ones que se suceden hacia las diferentes orientaciones que ahora tan solo reciben los vientos y lluvias atl¨¢nticas. Sin embargo, desde ah¨ª y desde el faro, levantado en 1845 y ubicado entre las murallas del fuerte, se hallan algunas de las mejores vistas de La Habana: el perfil a lo largo del malec¨®n, la costa este enfrente, la bah¨ªa al otro lado y la nada del horizonte de otro componen el puzle de im¨¢genes que conservar.
De fuerte defensivo a c¨¢rcel en las guerras de independencia del XIX (aqu¨ª estuvo preso el h¨¦roe nacional Jos¨¦ Mart¨ª), El Morro ha sido un s¨ªmbolo a trav¨¦s de los siglos y los vaivenes de los diferentes gobernadores que por la isla han pasado.
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