Sin reserva y a la cola

Quienes intentan reservar por tel¨¦fono (620 70 93 99) en este bar-restaurante escuchan el siguiente mensaje: ¡°Hola, este es el contestador autom¨¢tico de Nakeima Bar. Hasta nueva orden no estamos aceptando reservas, lo ¨²nico que ofrecemos es que pasen por la barra a degustar nuestra comida¡±. A pesar de todo, aquellos que, atra¨ªdos por la fama del local, que abre en dos ¨²nicas sesiones a las 14.00 y las 21.00, de martes a s¨¢bado, se acercan hasta sus puertas, se encuentran con un remolino de clientes que se dan el turno unos a otros como si aguardaran frente al mostrador de una pescader¨ªa. Un signo de nuestro tiempo. Las colas constituyen algo habitual en ciertas urbes anglosajonas. ¡°The no-reservations generation¡±, denominan en Nueva York a los locales similares gestionados por cocineros j¨®venes en los que esperar el turno en la calle es lo habitual.

Con una puntualidad rigurosa, uno de los cocineros levanta el cierre y admite exclusivamente a los 20 primeros. Aforo completo. Ni un cliente m¨¢s aunque los que aguardan recurran a argumentos persuasivos. ¡°Solo damos 20 comidas en cada turno. Lo justo para hacerlo bien. No podemos arriesgarnos. Tenemos verdaderos problemas para gestionar las reservas¡±, afirma Luis G¨®mez B¨²a, uno de los promotores. ?Por qu¨¦ esa extra?a presi¨®n en torno a este inc¨®modo bar con ocho taburetes y dos mesitas altas que abri¨® sus puertas el pasado 10 de octubre? Por dos razones de peso: la comida es muy buena, y los precios, asequibles, entre 25 y 40 euros por persona. Sus especialidades no son comida de calle, como alguien ha afirmado, sino recetas asi¨¢ticas de estilo libre, seg¨²n aseguran sus responsables. El local est¨¢ a medio camino entre un dumpling bar y un restaurante creativo con sabrosos platos de barra elaborados al instante. Siempre a partir de buenas materias primas y con notables conocimientos t¨¦cnicos. Recetas ¨¢cidas, picantes y agridulces que recuerdan la chispa y profusi¨®n de sensaciones de algunos de los locales en los cuales los cocineros, Gonzalo Garc¨ªa y Roberto Mart¨ªnez, han recibido influencias o han trabajado. Bocados de sabores intensos a la sombra de StreetXo, 99 Sushi Bar y Kabuki. En suma, Asia, Per¨² y la pen¨ªnsula Ib¨¦rica en propuestas que, en muchos casos, suenan a ya vistas.

¡®Dimsum¡¯ y ¡®sushi¡¯

Ante la falta de carta, las especialidades se rese?an en grandes pizarras. Seg¨²n el momento, tal vez curri rojo de pollo, tataki de pez mantequilla, chili crabs, dimsum de rabo de toro, siu-mai de setas y gambas o edamame con mayonesa de curri. En su mayor¨ªa, medias raciones, cuyos precios no pasan nunca de un d¨ªgito. Dentro del cap¨ªtulo del sushi, no tienen desperdicio los nigiris: suculento el de gambas al ajillo, espl¨¦ndido el carn¨ªvoro y delicioso el ib¨¦rico. Tampoco se queda atr¨¢s el dimsum de ventresca de at¨²n (toro) ni el rollito de primavera, que hay que pedir a toda costa. Y entre los platos calientes, intenso el curri rojo de pollo y, sobre todo, la panceta dongpoh, melosa, realmente insuperable.

Para concluir, dos opciones. Seg¨²n el d¨ªa, quiz¨¢ su particular versi¨®n del cheese cake, que elaboran en la barra, y las natillas c¨ªtricas de yuzu. En conjunto, la comida se encuentra muy por encima del resto. La lista de vinos, todav¨ªa en formaci¨®n, es muy escueta, el pan no existe y caf¨¦ no se sirve.

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