Un chapuz¨®n fosforescente
Amor, un mafiosillo y la mejor playa del mundo, el joven director de orquesta Andr¨¦s Salado visita Puerto Rico
Andr¨¦s Salado visit¨® Puerto Rico por amor. El joven director de orquesta, que dirige el 25 de julio en Plasencia, acudi¨® a visitar a una novia, tuvo un incidente con un mafiosillo y se enamor¨® de San Juan.
?Qu¨¦ encontr¨®?
Se trata de un pa¨ªs muy musical, en general. En San Juan, en su casco antiguo y sus calles empedradas, se potencia ese ritmo porque sus plazas y bares est¨¢n llenos de m¨²sicos. All¨ª estuvimos unos d¨ªas; luego recorrimos la isla.
?Ad¨®nde le llevaron?
Primero, al centro de la isla, donde nos animaron a visitar Laguna Grande; una excursi¨®n que hab¨ªa que realizar de noche.
?Por qu¨¦ a oscuras?
No nos lo explicaron. Nos llevaron hasta all¨ª y nos invitaron a ba?arnos. En cuanto pusimos un pie en el agua, todo empez¨® a brillar. En esas aguas habitan unos microorganismos bioluminiscentes que se estimulan con el movimiento y generan luz. Fue una experiencia tremenda.
?Fue su favorita?
Creo que conocer la isla de Culebra me gust¨® a¨²n m¨¢s. Dicen que una de sus calas, Playa Flamenco, es de las mejores del mundo. Una joyita del Caribe a la que hay que llegar en avioneta. La nuestra parec¨ªa muy endeble. Antes de embarcar, el piloto te pesa, lo que no inspira mucha confianza.
Pero llegaron bien¡
S¨ª, es un trayecto muy corto. Una vez all¨ª, cogimos un taxi, que nos traslad¨® al hotel. El conductor, Willy, nos dijo que le hab¨ªamos ca¨ªdo muy bien y nos invit¨® a dar un paseo en su yate.
?Aceptaron?
Nos pareci¨® una buena idea. El taxista se puso la gorra de capit¨¢n, nos montamos en la embarcaci¨®n, nos llev¨® a una bah¨ªa preciosa y nos tomamos una copa de champ¨¢n. Todo iba muy bien. Willy nos sugiri¨® que nos di¨¦ramos un ba?o. Saltamos y estuvimos un rato en el agua.
Lo cuenta con cierta intriga.
El tipo no dejaba de beber. Y cuantas m¨¢s cervezas pasaban por sus manos, m¨¢s rudo se pon¨ªa. Al volver del ba?o, estaba un poco desagradable. Decidimos no hacerle mucho caso porque, obviamente, est¨¢bamos totalmente a su merced.
?Y qu¨¦ pas¨®?
Est¨¢bamos un poco asustados. Al final, nos llev¨® a tierra, nos deshicimos de ¨¦l y nos fuimos corriendo. Decidimos tomar un caf¨¦ cerca del hotel. La se?ora que nos atend¨ªa nos oy¨® hablar y nos pregunt¨® por el nombre del tipo. Cuando se lo dijimos, se qued¨® blanca: era un peligroso hamp¨®n de la zona.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.