Pedaleando con Delibes

Aquel joven que pedaleaba por la cordillera Cant¨¢brica en el verano de 1941, cantando fragmentos de zarzuelas, no era un loco, ni un corredor. Era Miguel Delibes, ten¨ªa 20 a?os y estaba feliz porque iba a ver a su novia. Antes del amanecer, hab¨ªa amarrado en el trasport¨ªn dos calzoncillos, dos camisas y un cepillo de dientes, y se hab¨ªa echado a la carretera con su vieja bicicleta azul, ¡°m¨¢s pesada que un muerto¡±. Por delante, casi cien kil¨®metros que separan el pueblo c¨¢ntabro de Molledo, donde veraneaba con sus padres, del burgal¨¦s Sedano, donde ?ngeles lo hac¨ªa con los suyos. En el bolsillo, una peseta y diez c¨¦ntimos para unos huevos fritos con chorizo a mitad de camino.

Hasta 1946, cuando la pareja se cas¨®, Delibes repiti¨® unas cuantas veces aquel viaje. Enamorado de ?ngeles, su musa y su alegr¨ªa, la Se?ora de rojo sobre fondo gris de su vida. Y enamorado tambi¨¦n de la se?ora de dos ruedas. Ella es la protagonista de Mi querida bicicleta (1988), librito de culto, de recuerdos risue?os, ilustrado por Luis de Horna y reeditado en 2014 por dos editoriales, Ken y La Biciteca.

La ruta arranca en Molledo, el pueblo en que se inspir¨® Delibes para escribir El camino (1950), donde hay una calle dedicada al autor y una placa en la casa en la que veraneaba. De aqu¨ª hay que salir por la vieja N-611, hacia Santa Olalla y B¨¢rcena de Pie de Concha por el valle de Igu?a, al que dan lustre cinco iglesias rom¨¢nicas y una calzada romana.

Ni seis kil¨®metros dura la alegr¨ªa: empiezan las cuestas. Primero, las hoces de B¨¢rcena, donde la carretera culebrea con un desnivel del 5%. Despu¨¦s, el alto de Reinosa, con un repecho de un par de kil¨®metros (al 9%) que se hace eterno. Delibes ten¨ªa fama de escalador. Y un truco: fingir que no le costaba. ¡°El que acertaba a fastidiarse sin poner cara de fastidio¡±, dec¨ªa, ¡°¨¦se era el rey de la monta?a¡±.

Llegando casi a Reinosa, la ruta se desv¨ªa por la carretera CA-171 y bordea, durante 24 kil¨®metros, el embalse del Ebro, que el joven Delibes no lleg¨® a ver con agua porque la presa se termin¨® en 1947. En este tramo, llano, cantaba las zarzuelas (aunque fatal, porque ten¨ªa un mal o¨ªdo proverbial), sinti¨¦ndose due?o del mundo: ¡°Sol amable, bruma ligera, brisa tibia, la bicicleta rodando sola, sin manos, varga abajo, un grato aroma a heno y bo?iga seca estimul¨¢ndome¡±.

En Corconte, el camino trepa por la N-623 al alto de Carrales, m¨¢xima cota del recorrido (1.020 metros) y puerta del p¨¢ramo burgal¨¦s. El tramo hasta Covanera, por las hoces, es de una belleza que estremece. Merece la pena echar pie a tierra y ver el Pozo Azul, una balsa de aguas que manan de profundidades ignotas: el Everest del espeleobuceo, lo llaman, y donde el agua est¨¢ como un sorbete: entre 9 y 11 grados.

Desde Covanera, ya solo queda un trecho de seis kil¨®metros hasta Sedano, donde ?ngeles esperaba a Miguel, lugar que acabar¨ªa siendo el descanso y la fuente de inspiraci¨®n del escritor hasta el fin de sus d¨ªas. All¨ª siguen el palacio de los Bustillo (donde se alojaba ella), la casa de los Pe?a (la fonda donde se hospedaba ¨¦l) y las tres viviendas que compr¨® o construy¨®. Y all¨ª abre sus puertas desde 2009 (un a?o antes de que muriera el novelista) el Centro de Interpretaci¨®n Miguel Delibes, donde se explican las riquezas de la comarca: su paisaje k¨¢rstico, sus d¨®lmenes y su patrimonio rom¨¢nico, cuya perla es la iglesia de Moradillo de Sedano. En el espacio dedicado a Delibes se pueden ver sus libros y las pel¨ªculas basadas en sus obras, como El disputado voto del se?or Cayo,historia sobre la agon¨ªa del mundo rural y la cultura del campo, pasi¨®n y desvelo de Delibes: ¡°Y ?qu¨¦ va a ocurrir aqu¨ª ¡ªse preguntaba uno de sus personajes¡ª el d¨ªa en que en todo este podrido mundo no quede un solo t¨ªo que sepa para qu¨¦ sirve la flor del sa¨²co?¡±.