El santuario de Gustave Moreau
La casa museo del pintor franc¨¦s vuelve a mostrar su obra en los amplios talleres de las ¨²ltimas plantas tras una profunda renovaci¨®n
Las esfinges en miniatura, los camellos de alabastro, los caparazones de tortugas o los p¨¢jaros disecados bajo una campana de vidrio que decoran la casa museo del pintor simbolista Gustave Moreau (1826-1898), espolearon las enso?aciones de dos generaciones claves en los derroteros de la historia del arte. Primero fueron los expresionistas: Matisse, quien lo tuvo como maestro durante cinco a?os, Rouault, o Marquet. Tiempo despu¨¦s ser¨ªan los surrealistas, como Marx Ernst o Andr¨¦ Breton, quienes iban en peregrinaci¨®n a la casa del artista en busca de ese misterioso mundo lleno de referencias b¨ªblicas y recreaciones mitol¨®gicas. Salvador Dal¨ª se dejar¨ªa encantar por su ¡°rigor minucioso al servicio del erotismo m¨¢s puro". El Museo Nacional Gustave Moreau reabri¨® sus puertas este a?o en Par¨ªs tras seis meses de trabajos de remodelaci¨®n y restauraci¨®n. Las obras, que tendr¨¢n un costo total de 2,5 millones de euros, terminar¨¢n en 2015, cuando se abran al p¨²blico las seis habitaciones de la planta baja, con sus recobrados tonos rojos Segundo Imperio en las paredes, y la vista al jard¨ªn interior, t¨ªpico de los casones del proustiano barrio de la Nuevas Atenas, a escasos pasos de la Gare Saint Lazare (distrito 9).
¡°Yo lego mi casa¡±. En 1898 el pintor parisino hered¨® su inmueble, con todas su pertenencias y obras al Estado franc¨¦s. Se trata de una herencia excepcional que incluye 25.000 obras entre las que se encuentran 850 pinturas y 15.000 dibujos. La singularidad de la vida y obra de Moreau es latente. Artista dif¨ªcil de encasillar, nunca pas¨® por las desdichas econ¨®micas de otros acreadores contempor¨¢neos. Sus telas no abordaron las preocupaciones de su tiempo y prefiri¨® los temas cl¨¢sicos. As¨ª pues, se permiti¨® el lujo de organizar, desde 1893, el taller que habr¨ªa de servir como museo de su legado. Para esto se sirvi¨® de las dos plantas superiores de su domicilio familiar. Dos salas amplias y luminosas, conectadas por una majestuosa escalera de caracol suspendida en el aire, como una liana forjada en hierro y que se enrosca en su ascenso hacia el techo. Entre los grandes lienzos que cubren sus paredes se encuentran Tyrt¨¦e chantant pendant le combat (1869), Les pr¨¦tendents (1852) o el c¨¦lebre Salom¨¦ (1871). Obras donde explor¨® el mundo de lo imaginario y de los sue?os a trav¨¦s de los colores algunos a?os antes que Freud.
El museo abri¨® al p¨²blico en 1903, cinco a?os despu¨¦s de la muerte de Moreau. Desde entonces se ha convertido en uno de los enclaves m¨¢s singulares de Par¨ªs. A la posibilidad de recorrer los aposentos de la mansi¨®n del 14, rue de La Rochefoucauld, se une la posibilidad de observar de forma ¨ªntima buena parte de una ¡°una colecci¨®n que se puede tocar¡±, en palabras del profesor de historia del arte de la Sorbona Philippe Pantet. Los dibujos y acuarelas est¨¢n dispuestos por temas en muebles de madera que tienen unos paneles, dise?ados por un amigo de la casa, que se giran uno a uno, pasando cada plancha como la p¨¢gina de un libro, y donde hoy se encuentra sin falta a estudiantes de bellas artes apostados en peque?os taburetes con sus enceres de pintar.
Moreau escogi¨® ir por libre con sus temas hist¨®ricos, cargados de aires del exotismo orientalista, en una ¨¦poca en la que cobraban fuerza otras corrientes art¨ªsticas, como el impresionismo o el naturalismo. ¡°Moreau fue un precursor¡±, dice el profesor Pantet, ¡°fue un artista que encontr¨® nuevas formas de expresi¨®n y una nueva intensidad a trav¨¦s del color. Fue el primer maestro del color del siglo XIX. Un artista moderno con una tem¨¢tica cl¨¢sica. De la misma manera debemos hablar de la l¨ªnea, de su l¨ªnea curva, que en ciertos casos anuncia el comienzo y desarrollo del simbolismo¡±.
Amigo ¨ªntimo del Conde de Montesquieu y de Proust, protegido de Napole¨®n III, durante su vida gener¨® tanta admiraci¨®n como rechazo. La cr¨ªtica lo atac¨® con frecuencia. Degas lleg¨® a compararlo con un joyero que "les pon¨ªa leontinas a los dioses del Olimpo". Tambi¨¦n suscit¨® la admiraci¨®n de los poetas y escritores decadentes de fin de siglo, quienes lo bautizaron como el artista del ¡°m¨¢s profundo misterio¡±. Andr¨¦ Breton dir¨ªa que el descubrimiento de su obra a los 16 a?os condicion¨® ¡°por siempre mi modo de amar¡±.
Mus¨¦e Gustave Moreau (14, rue La Rochefoucauld. Metro Trinit¨¦, L¨ªnea 12).
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