Churros para recordar en Palacio de Meng¨ªbar

Como el mito de la Atl¨¢ntida, historiadores, arque¨®logos y aventureros se han devanado los sesos durante siglos por encontrar el rastro de Iliturgi, la ciudad ib¨¦rica refundada por Tiberio Sempronio Graco en el siglo II. Cuando todos la situaban en And¨²jar, unas obras en la casa palacio de Meng¨ªbar, a 30 kil¨®metros, descubrieron los restos de la ciudad m¨ªtica y su aniquilaci¨®n por Escipi¨®n el Africano tras su negativa a tributar al Imperio Romano. El lugar se ha convertido en un hotel de cierto lustre tur¨ªstico. El lustre hist¨®rico lo acredita desde que Alvar P¨¦rez de Castro, general de Fernando III el Santo durante la Reconquista, mandara construir un palacio anexo a la antigua torre ¨¢rabe.

Durante ocho siglos, el recinto pas¨® de una familia nobiliaria a otra: los Sotomayor, los Barrionuevo, los Messia, los Ponce de Le¨®n, los Osorio y De la Chica, sus actuales propietarios tras el par¨¦ntesis de la Guerra Civil, cuando funcion¨® como hospital. La fachada recibe al viajero con dos escudos de los duques de Sesa y los condes de Garc¨ªez, se?ores de Meng¨ªbar. Las almenas son del siglo pasado, pero parecen medievales. Enseguida viene el patio, coronado por tres arcos de medio punto, estos s¨ª aut¨¦nticos de la ¨¦poca en que se construy¨® el palacio.

Un monumento as¨ª cuesta mantenerlo, y esta dificultad no esconde las humedades y los desconchones, el decaimiento de los muebles y el ambiente desangelado que destilan las instalaciones en temporada baja. El cub¨ªculo de recepci¨®n pone el contrapunto al arreglo floral del vest¨ªbulo y a la perspectiva del patio porticado. Un peque?o spa da alegr¨ªa a la estancia y el comedor rubrica el acento medieval.

A trav¨¦s de un pasillo acompa?ado por la doble arcada de pisos del edificio original se suceden las habitaciones, c¨®modas y funcionales, aunque lejos de lo que cabr¨ªa esperar en un monumento ocho veces centenario. Las de la planta baja se extienden a un peque?o patio privado minimalista ambientado con un ¨¢rbol.

Hay wifi gratuito, solo falta que funcione sin la excusa de los gruesos muros de piedra. Lo mejor se encuentra fuera, en una cafeter¨ªa que regenta el personal del hotel. Se puede pedir cualquier cosa para desayunar, pero lo que va incluido en el precio de la estancia es un caf¨¦ o chocolate y una rosca completa de churros. ?Maravilla de tejeringos!

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