Hotel Viento 10, un patio mud¨¦jar

C¨®rdoba empieza a ser amada por el turismo internacional. Las cifras de visitantes no cesan de relampaguear a?o tras a?o. Agasajar se ha convertido en el vocablo de moda. Cultivar la hospitalidad desde la hondura de unos barrios, como la Juder¨ªa y la Axarqu¨ªa, que recuperan sus casas m¨¢s antiguas, sus patios m¨¢s preciosistas, para dar aposento a quienes aprecian la soledad nocturna del callejero musulm¨¢n.

Uno de estos patios ha sido transformado en un hotelito con encanto por Gerardo Holgado, que se lo top¨® de frente mientras paseaba un d¨ªa de 2005. Seis a?os m¨¢s tarde, luego de afanosos trabajos de restauraci¨®n, catalogaciones de restos antiguos y excavaciones, emergi¨® el volumen levitante y minimalista del hotel Viento 10. La casa formaba parte del Hospital de los Santos M¨¢rtires, construida durante los siglos XV y XVI alrededor de un patio mud¨¦jar que conserva sus columnas originales de arenisca.

Holgado, conversador y elegante, recibe en persona a los hu¨¦spedes, los ilustra con la historia del patio, la casa y sus alrededores, mientras cumplimenta la tramitaci¨®n de la entrada. Su rol de cicerone sigue por las escaleras que llevan al ala de enfrente, donde se encuentran las siete ¨²nicas habitaciones, entre grandes cristaleras, pasamaner¨ªa conceptual y butacas de dise?o. Un saloncito lateral adquiere de noche una atm¨®sfera intimista id¨®nea para la lectura. Por la ma?ana, casi por ensalmo, se transmuta en un alegre comedor de desayunos, servidos en mesa a discreci¨®n.

Arriba, los dormitorios acent¨²an la poquedad del establecimiento con su simpleza estil¨ªstica y orientaci¨®n a la nada. Todos se viven hacia adentro, las grandes camas de s¨¢banas multihilos, los mil detalles de lujo accesibles en las mesillas laterales, las tarimas pulidas, los cuartos de ba?o apenas escondidos al fondo, forrados de microcemento con acabados met¨¢licos, las columnas de ducha¡­ Y, todo hay que decirlo, una wifi deficitaria que obliga a salir de la habitaci¨®n para captar un m¨ªnimo de se?al.

M¨¢s arriba, en la azotea de la antigua casa, se esparcen unas tumbonas para que los playeros se sientan como en la playa y unas barandillas para que los urbanos se sientan como en casa. La iglesia fernandina de Santiago y otros tejados conocidos de C¨®rdoba est¨¢n al alcance de sus manos.

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