El Brasil de Elizabeth Bishop, pura samba
R¨ªo de Janeiro, Samambaia y Ouro Preto. La gran poeta estadounidense pas¨® los mejores a?os de su vida en?Brasil. Sus tres casas relatan su historia
Elizabeth Bishop muri¨® en 1979, y desde entonces su poes¨ªa reticente y su biograf¨ªa accidentada la han convertido en una figura de culto: para muchos admiradores, la mejor poeta norteamericana del siglo. Octavio Paz la tradujo al espa?ol, y tuvimos la oportunidad de saber algo m¨¢s de su vida viajera y complicada cuando se estren¨® Luna en Brasil, la pel¨ªcula que cuenta sus a?os brasile?os entre 1951 y 1971 y su historia de amor con Lota de Macedo Soares, la arquitecta y heredera de una ilustre familia de R¨ªo con quien pas¨® la ¨¦poca m¨¢s feliz de su vida. Fue un taquillazo en Brasil, que solo ahora empieza a recuperar la historia de ambas y se interesa por uno de los escritores extranjeros que mejor conocieron y retrataron el pa¨ªs (en lo bueno y en lo malo).
Los m¨®viles de Calder y los cuadros de Portinari adornaban el ¨¢tico con vistas al mar en la playa de Leme
Buscar sus casas brasile?as es una buena manera de recordar los a?os dorados de un Brasil que rebos¨® creatividad y optimismo en los cincuenta y los sesenta. Lota Macedo era una mujer culta y mandona que dise?¨® el gran Parque do Flamengo en R¨ªo e introdujo a Bishop de golpe en el n¨²cleo duro de las vanguardias del Brasil moderno: la casa de la pareja en R¨ªo fue durante esos a?os la mejor atalaya para avistar toda la bohemia dorada carioca. Los m¨®viles de Calder y los cuadros de Portinari adornaban el ¨¢tico con vistas al mar en la playa de Leme. All¨ª sigue el estupendo edificio, en el 5 de la calle de Antonio Vieira, buen ejemplo del art d¨¦co de los a?os treinta, cuando Brasil se metamorfoseaba en el pa¨ªs eternamente soleado que inventaba la samba y constru¨ªa Copacabana como un imposible Par¨ªs playero y tropical.
Pero Bishop nunca acab¨® de estar a gusto en R¨ªo: ¡°No es la ciudad m¨¢s bella del mundo, solo el lugar m¨¢s bello del mundo para una ciudad¡±. Encontraba provinciana y esnob a la clase alta, y le repel¨ªa su indiferencia ante la corrupci¨®n y la desigualdad sangrantes. La casa que se convirti¨® en su hogar, en s¨ªmbolo y protagonista de sus poemas, fue la que Lota construy¨® en Samambaia, una aldea en la sierra de Petr¨®polis, a una hora en coche de R¨ªo. Estaba en obras cuando se conocieron, y result¨® ser una de las obras maestras de la arquitectura del siglo XX. Lota cont¨® con la ayuda del gran arquitecto S¨¦rgio Bernardes, y la casa se hizo pronto famosa: Walter Gropius y Alvar Aalto la premiaron, Richard Neutra la visit¨® y las revistas internacionales la fotografiaron. Como gesto de amor, Lota a?adi¨® sobre la marcha al proyecto un peque?o estudio independiente donde escribir mirando las cascadas y los morros de la sierra. Fue un reino secreto en las alturas donde Bishop encontr¨® calma e inspiraci¨®n: ¡°Tengo que dejarte¡±, acaba abruptamente una de sus cartas, ¡°porque una nube est¨¢ entrando por la ventana¡±.
La Fazenda Samambaia es una hacienda cafetera del XVIII que perteneci¨® a la familia de Lota y es hoy un albergue
La casa se conserva bien, con sus grandes paneles de vidrio. Es privada y hay que empe?arse mucho para poder visitarla, pero cualquiera puede dormir muy cerca, en el valle, a sus pies. La Fazenda Samambaia es una hacienda cafetera del XVIII que perteneci¨® a la familia de Lota y es hoy un albergue barato, sin lujos, pero lleno de sabor: conserva la capilla, la veranda y los grandes salones y suelos de maderas nobles, y es muy buena base para conocer Petr¨®polis, la ciudad donde Pedro I situ¨® la corte durante los meses de verano.
Petr¨®polis conserva un curioso aire de balneario centroeuropeo con ramalazos del tr¨®pico en parques y avenidas de ¨¢rboles colosales. Merece la pena pasear por sus canales sombreados, visitar el sobrio Palacio Imperial y las villas de los nobles. No falta un Palacio de Cristal importado de Francia en 1879, rodeado de jardines. Ese aire mitteleuropeo, por otra parte, no consol¨® a Stefan Zweig, que vivi¨® en Petr¨®polis sus ¨²ltimos d¨ªas. Lleg¨® a aquel ¡°Salzburgo tropical¡± deprimido por el rumbo de la guerra, que parec¨ªan ganar los nazis. El 22 de febrero de 1942 se suicid¨® aqu¨ª junto a su segunda esposa. Su casa en la ciudad se abri¨® al p¨²blico hace poco.
Con los a?os, la relaci¨®n con la formidable Lota se volvi¨® demasiado opresiva, y Bishop se refugi¨® en Ouro Preto, la joya del barroco brasile?o en el coraz¨®n del Estado de Minas y a unas horas de coche de Samambaia. All¨ª sigue intacta la hermosa Casa Mariana, un caser¨®n colonial que ella compr¨® y restaur¨®, con vistas fabulosas al casco antiguo. El nombre de la casa era inevitable: est¨¢ en la antigua carretera hacia Mariana, un bonito pueblo colonial a pocos kil¨®metros, so?oliento y olvidado, y era a la vez un homenaje a la poeta americana Marianne Moore, mentora y amiga durante a?os. La casa se conserva tal como Bishop la dej¨®, en un estilo que triunfa contra todo pron¨®stico al mezclar el tr¨®pico con Nueva Inglaterra, como una versi¨®n habitable de su poes¨ªa. Pero es tambi¨¦n privada, y de acceso limitado a investigadores y Bishopianos pertinaces: una placa la recuerda a la puerta, y el paseo hasta ella puede hacerlo cualquiera.
La relaci¨®n con Lota acab¨® en tragedia: Bishop la recibi¨® en Nueva York durante una de sus rupturas, cuando Lota apenas se recuperaba de una depresi¨®n. En la primera madrugada juntas muri¨® de una sobredosis de barbit¨²ricos. Suicidio o accidente, supuso el final de los a?os brasile?os de Bishop. Muchos a?os despu¨¦s, en Boston y poco antes de morir, escrib¨ªa a un amigo: ¡°Es Carnaval en R¨ªo, y anoche desfilar¨ªan las escuelas en el Samb¨®dromo¡ yo me puse un disco y samb¨¦ aqu¨ª, a solas, toda la noche por la habitaci¨®n¡¡±.
Javier Montes es autor de la novela La vida de hotel (Anagrama).
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