Placeres etruscos

Al salir de la estaci¨®n de Tarquinia, un anuncio invitaba a asistir a una exposici¨®n que recuperaba los originales exhibidos anta?o por los dibujantes de Charlie Hebdo. El homenaje resultaba conmovedor. Era un signo de la intensa vida cultural en una peque?a ciudad de 15.000 habitantes, a 100 kil¨®metros de Roma, en torno al m¨¢s importante conjunto mundial de pintura prerromana, enmarcado, adem¨¢s, por palacios y torres de la Edad Media y el primer Renacimiento. Hoy pueden ser visitadas unas 20 tumbas etruscas ¡ªam¨¦n de las conservadas en el Museo del Palacio Vitelleschi¡ª con decoraci¨®n pict¨®rica en la necr¨®polis situada a un par de kil¨®metros de la ciudad. Una bella excursi¨®n a pie permite llegar a las ruinas de la Tarquinia etrusca, con los restos del Ara de la Reina, de donde salieron los famosos Caballos alados, hoy en el museo. El paisaje circundante es hermoso.

Tarquinia se puede visitar en tren desde Roma, pero hacerlo en coche proporciona la posibilidad de ir abriendo c¨ªrculos, desde el m¨¢s inmediato, incluyendo Cerveteri y Tuscania, al m¨¢s amplio, que permite aproximarse a Vulci, Chiusi, Orvieto, Cortona, Norchia. Sin olvidar que el conocimiento del mundo prerromano no puede prescindir del gran museo de Villa Giulia en Roma.

El n¨²cleo del asentamiento etrusco, del T¨ªber al Arno, contaba con 12 ciudades federadas. La tierra f¨¦rtil, el comercio mar¨ªtimo y el metal de los montes de la Tolfa hicieron posible entre los siglos VIII y III antes de Cristo el desarrollo de esta civilizaci¨®n, que se enriqueci¨® con el contacto con Grecia y Oriente.

La riqueza y el gusto refinado de las aristocracias se reflejaron en sus necr¨®polis. Si la de Tarquinia destaca por las im¨¢genes de sus tumbas, la de Cerveteri invita a pasear por una aut¨¦ntica ciudad de los muertos, con sus t¨²mulos y decoraci¨®n interior evocadora de casas aristocr¨¢ticas. La tumba de los Relieves es la m¨¢s famosa de Cerveteri. Representando a dioses y escenas mitol¨®gicas, las esculturas de los templos y las piezas de bronce est¨¢n hoy expuestas en los museos de Tarquinia y Roma. Los personajes de Tarquinia hablan de poder, pero sin renunciar al realismo ¡ªejemplo de ello es la tumba del Obeso¡ª, o de la vida serena de la capa dominante de los pr¨ªncipes, donde la familia juega un papel esencial ¡ªcomo se puede observar en el sepulcro de los Esposos de Villa Giulia¡ª.

A falta de relatos hist¨®ricos y textos en etrusco, es en las pinturas de las tumbas, sobre todo en Tarquinia, donde puede apreciarse la singularidad de una civilizaci¨®n que se orienta hacia la muerte (con el s¨ªmbolo del tuffatore, del hombre que salta al oc¨¦ano de lo desconocido), pero celebra la vida y el placer. Los genios de la muerte, Vanth y Carun, as¨ª como las escenas de guerra, a veces tomadas de la Il¨ªada (como en la tumba de los Toros), encuentran como contrapunto representaciones de banquetes donde la bebida y la danza dionisiaca excluyen toda sensaci¨®n de dolor (tumba del Triclinio, tumba de las Leonas). Otras veces se muestran juegos de tipo ol¨ªmpico o competiciones de carros, sin que falten testimonios del sadomasoquismo (tumba de la Flagelaci¨®n) y la brutalidad, con la figura malvada del Phersu. La tumba de la Nave atestigua la importancia del comercio mar¨ªtimo.

Despliegue decorativo

Aunque centrado pict¨®ricamente en el v¨ªnculo entre el placer y la muerte, el arte etrusco comprende desde la representaci¨®n de labores agr¨ªcolas (El labrador de Arezzo) hasta el m¨¢s fastuoso despliegue decorativo (v¨¦anse las l¨¢mparas expuestas en el museo de Cortona) o la actividad pol¨ªtica (como en el Arengador del museo de Florencia).

A 25 kil¨®metros de Tarquinia, Tuscania ofrece un panorama m¨¢s complejo. Para empezar, el despliegue de tumbas etruscas se sit¨²a en el interior de la iglesia rom¨¢nica de San Pedro, del siglo?X, fuera del recinto amurallado. A su lado se sit¨²a la iglesia de Santa Mar¨ªa, del XII, rica en representaciones de monstruos y en frescos rom¨¢nicos. Tambi¨¦n fuera de la ciudad medieval est¨¢ el museo etrusco, donde destacan las tumbas de los Curunas. Pero lo m¨¢s sugestivo se sit¨²a a pocos kil¨®metros, en las necr¨®polis del Olivo, con la laber¨ªntica gruta de la Reina y la acr¨®polis de Pian di Mola, con una singular tumba porticada.

No lejos, en Orvieto, se repite el encuentro con las tumbas etruscas y el arte posterior, aqu¨ª con el dramatismo del Juicio Final de Luca Signorelli (siglo XV) en la catedral. Aunque resulta quiz¨¢s a¨²n m¨¢s estimulante la visita de Cortona, con su museo y la Anunciaci¨®n de Fra Angelico (tambi¨¦n del XV) en el Museo Diocesano. Sobre todo cuando en el palacio comunal se representan los renacentistas Cantos carnavalescos de Lorenzo el Magn¨ªfico: ¡°Chi vuol esser lieto sia, di doman non c¡¯¨¨ certezza (gocemos, que el ma?ana no es seguro)¡±. El lema pudo haber presidido la necr¨®polis de Tarquinia.

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