El hombre que hablaba con los ladrillos

A la obra del arquitecto Louis Kahn (1901-1974) se puede acceder por distintas v¨ªas. Una de ellas es el inquietante documental My Architect, dirigido por su tercer hijo, Nathaniel, que ignoraba tener una hermana mayor hasta el d¨ªa del funeral de su padre. M¨¢s tarde descubri¨® la existencia de una segunda hermana, y a partir de ah¨ª fue tirando del hilo: necesitaba conocer a su padre y por v¨ªa de este documental no solo lo logr¨®, sino que consigui¨® que el nombre de esta importante figura de la arquitectura internacional volviese a la mente de muchos.

Otra buena v¨ªa de acceso son los ensayos de Kahn, y la ¨²ltima ¡ªy no menos importante¡ª, un paseo por Filadelfia, la ciudad donde trabaj¨® durante d¨¦cadas, pues adem¨¢s de tener all¨ª su estudio junto a su segunda pareja, la arquitecta Anne Tyng, fue profesor de la Universidad de Pensilvania durante casi 20 a?os, y all¨ª se conservan gran parte de sus dibujos, fotograf¨ªas y maquetas.

La obra arquitect¨®nica de Kahn se puede hallar a lo largo del mundo: la Universidad de Yale, la ciudad californiana de La Jolla y la de Dhaka en Banglad¨¦s cuentan con edificaciones suyas, pero en Filadelfia tenemos su huella vital y sus planos de proyectos visionarios como el City Tower Project, una utop¨ªa que habr¨ªa revolucionado el urbanismo de la ciudad en los a?os cincuenta. La peregrinaci¨®n podr¨ªa comenzar entonces por los archivos arquitect¨®nicos de la Universidad de Pensilvania, donde, pidiendo cita con antelaci¨®n, se puede consultar una muestra de sus m¨¢s de 6.000 dibujos, fotograf¨ªas y maquetas en la galer¨ªa Kroiz.

En My Architect vemos a Kahn en plena clase magistral, dando a conocer sus ideas arquitect¨®nicas a trav¨¦s de una hipot¨¦tica conversaci¨®n con un ladrillo al que le pregunta: ¡°?Qu¨¦ opinar¨ªas, ladrillo, si te cubri¨¦semos con cemento?¡±. Las caras de fascinaci¨®n de los estudiantes no tienen precio. Dentro del campus todav¨ªa hoy se peregrina a ver sus Laboratorios M¨¦dicos Richards y Goddard.

Mercado de granjeros

Al cruzar el r¨ªo y llegar al centro de Filadelfia, podemos acercarnos hasta la puerta de lo que fue su estudio. Lo encontramos en la esquina de las calles Walnut y la n¨²mero 15. En el n¨²mero tres de la cercana Fitler Square se encuentra la casa construida por su pareja, Anne Tyng, totalmente distinta del resto de viviendas decimon¨®nicas que caracterizan ese sobrio barrio. Los s¨¢bados por la ma?ana se instala all¨ª un mercado de granjeros que hace las delicias de los lugare?os y los saca de su dieta de Philly cheesesteak, un s¨¢ndwich voluminoso de queso y carne en tiras. Mejor esquivarlo y optar por Tria (www.triafitlersquare.com), la enoteca situada en la propia plaza, que sirve ricas tostas.

Para seguir los pasos de Kahn, es el momento de salir de la ciudad y dirigirse a la zona residencial de Chestnut Hill. All¨ª se encuentra la c¨¦lebre Casa Esherick, y el paseo requerido para venerarla merece la pena: el tren que tomaremos en la estaci¨®n de la calle 30 ¡ªdonde se rodaron las escenas iniciales de ?nico testigo (1985), protagonizada por Harrison Ford¡ª nos deja en la frondosa estaci¨®n de Chestnut Hill. Su calle principal, Germantown Avenue, parece un decorado cinematogr¨¢fico de tan encantador. All¨ª se encuentra el reino de la tienda monina: antig¨¹edades y orgullo pensilvano en sus escaparates, por ejemplo en el de la Pennsylvania General Store, que nos hace retroceder al siglo XIX, cuando el Estado estaba poblado por inmigrantes holandeses y alemanes.

En Penzey¡¯s encontramos todas las combinaciones de especias posibles. El Top of the Hill Caf¨¦ (www.tothcafe.com), escondido tras un mercado de flores, ofrece sopas y cremas de verduras cultivadas sin pesticidas. En Heirloom se especializan en cocina regional estadounidense: por 25 euros podemos comer un men¨² tem¨¢tico con productos y recetas del delta del Misisipi o de los Grandes Lagos.

Si caminamos por West Gravers Lane, nos adentraremos en un apacible barrio residencial. All¨ª, en una senda rec¨®ndita que lleva el bello nombre de Sunrise Lane, nos sale al paso la Casa Esherick, un encargo de Margaret Esherick a Louis Kahn. Su sencillo dise?o y grandes ventanales que dan a un bosque har¨¢n las delicias de los mit¨®manos. Y al regreso de nuestra excursi¨®n se puede homenajear a Kahn, que lleg¨® a Estados Unidos desde Polonia y cuyo verdadero apellido era Schmuilowsky, cenando en Abe Fisher (www.abefisherphilly.com), el restaurante de moda en Filadelfia. Se ha corrido la voz y hasta los neoyorquinos se acercan a probar sus afamadas recetas de la di¨¢spora jud¨ªa con toques sorprendentes.

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