Ecos del mar en el altiplano
Caminata por la isla boliviana del Sol, la m¨¢s grande del lago Titicaca
Dicen que t¨²neles sagrados conectan las ciudades enterradas bajo el Titicaca, uno de los lagos de altura m¨¢s profundos y con mayor volumen de agua del mundo (est¨¢ a 3.812 metros de altura, su profundidad llega hasta los 284 metros y mide 204 kil¨®metros de largo por 65 de ancho). Para algunos los han construido los aymaras, para otros los extraterrestres que muchos llaman dioses. En estas alturas es dif¨ªcil ponerse de acuerdo sobre qu¨¦ es lo que llamamos ¡°dios¡±. El cielo est¨¢ demasiado cerca y el aire demasiado enrarecido. No es f¨¢cil saber d¨®nde est¨¢ la derecha ni la izquierda y mucho menos lo que es verdad o mentira. Lo ¨²nico cierto son las calas con aguas turquesas: un Mediterr¨¢neo colgado en los Andes pero con aires de islas griegas. Nadie se ba?a en sus aguas congeladas.
Las nubes son violeta y los atardeceres tienen colores que nunca hab¨ªas visto antes. El mal de altura tumba a muchos viajeros. Es s¨®lo un truco del lago para obligarte a detenerte. En Bolivia no se puede ir demasiado deprisa, se corre el riesgo de perderse lo esencial. Te falta el aire y te cansas al subir la Escalera del Inca, esa escalera/altar flanqueada por fuentes con la que te recibe la isla del Sol, la mayor de las 41 islas del lago. Para los primeros espa?oles que llegaron hasta aqu¨ª esta era la Fuente de la Eterna Juventud, y por si acaso merece la pena beber el agua ganada a pulso en la ascensi¨®n.
Aqu¨ª no hay coches ni gentes antip¨¢ticas. Los bolivianos son amables, pausados y serenos. Convierten el castellano en una lengua que parece un conjuro. Algunos burritos montan las escaleras con los equipajes de los que no tienen fuerza o ganas. Muchos viajeros llegan en barco desde Copacabana, a orillas del lago, hasta Yumani para pasar el d¨ªa en la isla, pero pocos se quedan a dormir en este para¨ªso. Gran error, porque este es un enclave que necesita varias noches para ser disfrutado.
En Copacabana hay una Virgen milagrosa a la que acuden casi todas las furgonetas y coches del pa¨ªs para ser bendecidos, una procesi¨®n de veh¨ªculos engalanados con flores que es la mejor antesala al mundo sin coches de las islas.
Donde naci¨® el Sol
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Al lago de Titicaca se puede llegar en autob¨²s desde La Paz. El viaje dura unas dos horas hasta el estrecho de Tiquina, donde se embarca hacia la isla del Sol (que mide 9,6 por 4,8 kil¨®metros). El Titicaca se sit¨²a a 3.812 metros de altura.
? Oficina de turismo de Bolivia (www.bolivia.travel).
Hay una magia especial en los lugares que s¨®lo se pueden recorrer a pie. Cruzar la isla del Sol a pie acompa?ada por el viento y por las nieves eternas de la Cordillera Real es uno de los mejores trekkings que se pueden hacer. El camino es sencillo, la altura lo hace ¨²nico. En los Andes hombres, mujeres y ni?os recorren solos grandes distancias, cargados con enormes pesos; pienso en ellos, mi caminata es un humilde homenaje a los ni?os aymara con la piel reventada por el sol. Ese sol que naci¨® aqu¨ª, seg¨²n los Incas. El dios Viracocha surgi¨® del lago y cre¨® el Sol, la Luna y las estrellas.
En el camino hay ni?os y mujeres que venden botellas de agua para cuando se me acabe la de la Fuente de la Eterna Juventud con la que he llenado mi cantimplora. No hay muchos turistas, pero tampoco hay muchas formas de ganar dinero. Aqu¨ª las ganancias se distribuyen entre los concejos de los distintos pueblos de la isla, as¨ª que a los visitantes les queda la buena conciencia de contribuir a la econom¨ªa local. El nombre original de la isla es Titicachi, que significa la Roca del Puma, y hay algo felino en la manera en que las praderas arrasadas por el sol extienden sus lomos perezosas a uno y otro lado de la isla. Desciendo hasta Cha¡¯ lla, el pueblecito que marca la mitad de la isla y del camino. Mujeres con faldas que parecen mariposas y sus ni?os salen a mi encuentro.
Duermo en Cha¡¯llampampa en un peque?o hostal sin luz el¨¦ctrica con vistas al lago, y como en la orilla sobre una mesa de madera: trucha del lago que parece caviar despu¨¦s del largo camino, y pan de reina: el pan de Bolivia redondo como un atardecer en el lago. Luego enfilo el camino llamado Chinkana y paso la Roca del Puma, donde dicen que se celebraban sacrificios humanos, y la Roca Sagrada, lugar de ejecuci¨®n ceremonial de los incas, hasta alcanzar las ruinas del Laberinto, del siglo XV, cuando los espa?oles estaban a punto de llegar. Los dinteles de grandes piedras talladas a la perfecci¨®n al estilo inca no son tan impresionantes como el acantilado en el que se encuentran, dominando una peque?a cala.
Al d¨ªa siguiente camino hasta Pilko Kaina maravill¨¢ndome de lo mucho que una mujer sola puede aprender de las mujeres bolivianas. Pilko Kaina es el extremo sur de la isla del Sol: apenas unas casas y unas ruinas que, c¨®mo no, se llaman el Palacio del Inca. La magia de la isla est¨¢ en las praderas lunares y en el aire violeta. En las ruinas m¨¢gicas de la isla de la Luna, mucho m¨¢s peque?a y devota, turistas vestidos de blanco ofician de nuevo una antigua ceremonia de los incas. Honran quiz¨¢ al dios Inti, que, apenado viendo la miseria de los hombres y de la tierra, tuvo aqu¨ª dos hijos: Manco Capac y Mama Ocllo. Manco ense?¨® a los hombres la agricultura y Mama Ocllo a las mujeres el tejido y la artesan¨ªa. Los historiadores creen que hay algo de cierto y que familias originarias del gran centro de Tiwanaku, al sur del lago, emigraron hacia el norte dando lugar a una de las culturas m¨¢s importantes de este continente. Por eso las islas del Sol y de la Luna eran uno de los centros de peregrinaje m¨¢s importantes del imperio inca y merecen serlo hoy en d¨ªa. Puede que los dioses no existan, pero sin duda habitan este aire. Hay algo bajo el cielo de Bolivia que no puede explicarse, s¨®lo vivirse. Como todas las cosas que importan de este mundo.
Eugenia Rico es autora de la novela Aunque seamos malditas (Suma de letras).
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