Dormir por menos de 50 euros como en tu propia casa
Tres anfitriones que ofrecen habitaciones en sus viviendas a precios asequibles explican por qu¨¦ decidieron alquilar con Airbnb
Alojarse en casas de particulares es una practica tan antigua entre los viajeros como el propio movimiento. Pero la aparici¨®n de plataformas como Airbnb, que ponen en contacto a hu¨¦spedes y anfitriones, con filtros y reglas que hacen m¨¢s seguro el acuerdo para ambas partes, ha revolucionado el mundo del alojamiento. No exenta de pol¨¦mica (desde diversas asociaciones de hoteleros se ha acusado a estas plataformas de competencia desleal), la realidad es que 45 millones de viajeros en todo el mundo?han usado ya Airbnb.
Dormir en el centro de una ciudad tur¨ªstica por menos de 50 euros es un aliciente -qu¨¦ duda cabe-, pero muchos viajeros adem¨¢s de precio buscan tambi¨¦n la cercan¨ªa a la poblaci¨®n local, otro tipo de experiencias m¨¢s acogedoras que la frialdad de un hotel. ?Qu¨¦ lleva a alguien a ser anfitri¨®n, a acoger gente en su propia casa? Aqu¨ª van tres casos:?
Una cama cerca de Sagrada Familia (48 euros)
Rosa Mar¨ªa S¨¢nchez se lo plante¨® cuando se qued¨® viuda y, tras un expediente de regulaci¨®n de empleo en su empresa, sin trabajo. De la noche a la ma?ana se vio solo con la pensi¨®n de viudedad y una hipoteca que pagar. ¡°Yo tengo un gato y un d¨ªa la gata de la vecina se col¨® en mi casa; as¨ª conoc¨ª a mis j¨®venes vecinos. Fueron ellos los que me hablaron de Airbnb y de la manera de rentabilizar las habitaciones de solteras de mis dos hijas, que ya no viven aqu¨ª. Ellos mismos me ayudaron a redactar el anuncio de Airbnb. Fue mi tabla de salvaci¨®n, de repente pude empezar a pagar todas las facturas¡±, explica.
Rosa admite hu¨¦spedes desde 2012 y no se ha arrepentido en ning¨²n momento. ¡°Tengo gente de todas las nacionalidades, de Nueva Zelanda, de Brasil, de Taiw¨¢n... Hay unas chicas de Tall¨ªn que repiten cada mes de junio, desde hace 4 a?os¡±. Asegura que nunca ha tenido ning¨²n problema y que suele ser gente educada y culta. ¡°Lo bueno de Airbnb es que genera confianza; yo entrego las llaves de mi casa, pero puedo elegir, hay filtros y puedes seleccionar en cierta forma a quien dejas entrar en tu domicilio¡±, dice.
Reconoce que aunque empez¨® por puros motivos econ¨®micos, tener gente en casa le ha ayudado, adem¨¢s, a llevar la soledad. Les aconseja sitios para ver, c¨®mo evitar la colas en la Sagrada Familia y, en muchas ocasiones, ella misma les gu¨ªa por la ciudad. ¡°Una vez sal¨ªa con dos chicas coreanas a las que les hab¨ªa prometido llevarlas a las fiestas del barrio de Gracia y nos quedamos encerradas en el ascensor. ?Era 15 de agosto y no hab¨ªa nadie en el edificio! Tuvieron que venir los bomberos a sacarnos, menos mal que solo tardaron cinco minutos en llegar. A¨²n nos re¨ªmos ¨Cporque seguimos en contacto- pensando qu¨¦ tontas fuimos de no hacernos fotos con los bomberos... ?estaban buen¨ªsimos!¡±, bromea. Seg¨²n Rosa, muchos hu¨¦spedes se despiden de ella con l¨¢grimas en los ojos. ¡°Si hay buena onda, les coges cari?o¡±.
Habitaci¨®n doble con ba?o en un caser¨ªo vasco (50 euros)
Los propietarios de este genuino caser¨ªo vasco llegaron a Airbnb como clientes. ¡°Hace 3 a?os viajamos a Australia y en Fin de A?o nos fue imposible encontrar alojamiento alguno en S¨ªdney,? estaba todo completo. Hasta que nos salt¨® en la pantalla del ordenador un pop-up (ventana emergente) de Airbnb a trav¨¦s de la cual contactamos con una chica estupenda que nos aloj¨® en su casa y hasta nos llev¨® a una fiesta privada para ver los famosos fuegos artificiales de Nochevieja sobre la ciudad australiana. Fue una experiencia muy satisfactoria¡±, explican.
As¨ª que a de vuelta a casa, y aprovechando que estaban de reformas en el caser¨ªo en el que viven en Durango (Vizcaya), decidieron hacer unas habitaciones para alojar hu¨¦spedes. ¡°Es un sistema muy flexible para el anfitri¨®n¡±, confiesa Sally, inglesa pero con 25 a?os en el Pa¨ªs Vasco; ¡°t¨² alquilas cuando quieres, y cuando no, bloqueas las fechas. Y un buen filtro para saber qui¨¦n va a llegar a tu casa. Nos gusta porque conoces gente de todo el mundo, gente como nosotros: viajeros muy abiertos de mente, interesados por la realidad cultural y social del pa¨ªs¡±.
A ellos les gusta relacionarse con los hu¨¦spedes, si estos lo buscan; se van con los clientes de potes o les ense?an rutas de senderismo. O les sacan de un apuro: ¡±Una vez un se?or norteamericano se puso mal¨ªsimo y tuve que llevarlo al hospital; era un tema de pr¨®stata y me confundieron con su mujer y solo hac¨ªan preguntarme cosas comprometidas sobre su enfermedad y su aparato urinario. Fue divertido pero embarazoso. Seguimos en contacto con ellos y nos han invitado a visitarles en California¡±.
Base perfecta para explorar Barcelona (de 45 a 50 euros)
Luis y su compa?ero Ricardo ten¨ªan un sue?o: financiar un local para un proyecto de carpinter¨ªa y arte. Y un problema (muy com¨²n): la falta de dinero. As¨ª que despejaron de trastos una habitaci¨®n que ten¨ªan medio olvidada en casa y la pusieron en alquiler a trav¨¦s de Airbnb.
¡°Nos cost¨® m¨¢s de ocho meses tomar la decisi¨®n, meter gente en tu propia casa genera muchas dudas al principio¡±, confiesa Ricardo. Pero un d¨ªa, en un vuelo a Madrid vieron en la revista de la compa?¨ªa a¨¦rea un reportaje sobre nuevas plataformas de comercializaci¨®n por internet y se decidieron a poner su casa en Airbnb.
¡°Est¨¢ siendo una experiencia muy positiva, no solo en lo econ¨®mico, tambi¨¦n en lo personal. Conoces gente, compartes experiencias. Suelen ser viajeros muy tranquilos, parejas en su mayor¨ªa. Nosotros solemos explicarles c¨®mo es nuestra ciudad, consejos para visitar todos los lugares importantes, bares y restaurantes menos conocidos, etc¨¦tera, y jam¨¢s hemos tenido problemas. De hecho, la habitaci¨®n de hu¨¦spedes tiene cerradura, pero la nuestra y el resto de la casa , no¡±, explican.
Confiesan que no son de los que interact¨²an mucho con los hu¨¦spedes, pero s¨ª les dan informaci¨®n y les aconsejan lugares para visitar, incluso desde que empiezan a intercambiar los primeros correos electr¨®nicos.¡°Nuestra pol¨ªtica es que nos adaptamos a cada hu¨¦sped y no prohibimos nada. En general, todos son muy respetuosos y pasan poco tiempo en casa; llegan reventados para dormir¡±, a?aden.
Y t¨², ?te animar¨ªas a acoger hu¨¦spedes en tu casa? ?Y sabes qu¨¦ tipo de anfitri¨®n eres?
Esta noticia est¨¢ patrocinada por Airbnb.
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