St. Pauli, Hamburgo al rojo vivo
De barrio nocturno a zona de moda. Un paseo por las mismas calles en las que comenzaron los Beatles, que ahora dan nombre a una plaza. Compras y ocio en un viejo matadero y una antigua fundici¨®n reconvertidos
No solo es el barrio m¨¢s famoso de Hamburgo; es uno de los m¨¢s c¨¦lebres de Alemania y uno de los m¨ªticos ¡°barrios del pecado¡± del planeta. Pero esa estupenda mala fama ya no define a St. Pauli. El mito est¨¢ ah¨ª: barrio portuario de farolillo rojo (en alguna de sus tabernas, la leyenda dice que tocaba el piano y se nutri¨® de ritmos lejanos un jovenc¨ªsimo Brahms). Pero en los ¨²ltimos tiempos, buscando suelo barato, han llegado tipos j¨®venes y emprendedores, edificios exquisitos, locales de dise?o. Es un caso de manual de eso que ha dado en llamarse ¡°gentrificaci¨®n¡±. De barrio prohibido ha pasado a ser un barrio obligado. Y su mala fama pasada se redime por la m¨²sica. Como el ¨¦xito es contagioso, el contiguo distrito de Schanze hace t¨¢ndem, y ambos territorios son ahora pura efervescencia. Aqu¨ª no rigen horas. Los relojes se derriten al estilo daliniano y muchos garitos permanecen activos las 24 horas del d¨ªa.
9.00? Desayuno con arenques
El puerto (1, pinche sobre el mapa para verlo ampliado) es la clave, y el origen. Aunque el mar queda a 110 kil¨®metros, el r¨ªo Elba permite un tr¨¢fico marino que ya en la Edad Media hizo de Hamburgo ciudad libre de la Liga Hanse¨¢tica. Como antes los barcos tardaban d¨ªas en cargar y descargar, el barrio daba alivio de noche a estibadores y tripulantes. As¨ª que habr¨ªa que empezar por ah¨ª, por la calle del puerto (St. Pauli-Hafenstrasse). En ella se encuentran las viejas instalaciones de ladrillo de donde ahora parten los minicruceros para explorar el tercer puerto de Europa; un paseo de apenas una hora muy recomendable. En la misma calle, aguas abajo, se alza el Fischmarkt (b) o lonja de pescadores, un must los domingos de madrugada: entre las 5.00 y las 9.00, aparte de subastarse pescado, trasnochadores del s¨¢bado y madrugadores del domingo se funden en una mezcla ¨²nica de cerveza, caf¨¦, arenques, ostras y boller¨ªa.
Podemos volver por la Davidstrasse al ombligo de St. Pauli: este no es otro que la Beatles-Platz (3). Un redondel en recuerdo de los melenudos ingleses, que empezaron aqu¨ª cuando no eran nadie. Tocaban a veces de teloneros, hasta 12 horas, en locales como Indra, Kaiserkeller, Stage Club¡ En la esquina con Davidstrasse, la comisar¨ªa m¨¢s c¨¦lebre de Alemania, Davidwache (4), preciosa; ha salido en cine y televisi¨®n, y alguna vez la visitaron los Beatles (y no como turistas precisamente). Casi enfrente, sigue el Salon Harry, la peluquer¨ªa de los Beatles (que no se arruin¨®, pese a la moda mop top de gre?as salvajes). Al lado, el St. Pauli Museum cuenta muy bien la evoluci¨®n del barrio. Una muestra viva est¨¢ en la propia esquina: la Herbertstrasse (5), un callej¨®n de unos sesenta metros de longitud y barreras que impiden ver el interior, solo para hombres, con escaparates donde se exhiben mujeres dedicadas a la prostituci¨®n.
12.00? Territorio comanche
Por la calle m¨¢s c¨¦lebre de garitos y nombre emblem¨¢tico (Grosse Freiheit, gran libertad) nos colamos en Schanze (barrio de Sternschanze). De una de sus grandes arterias, Neuer Kamp, arranca la Marktstrasse (6), la calle m¨¢s indie, alternativa y obligada, un concentrado de lo nuevo y efervescente. Tiendas vintage o discos de vinilo se mezclan con moda chic o mercanc¨ªas ex¨®ticas. Todo amalgamado por murales de arte urbano. El coraz¨®n de esta explosi¨®n de modernidad es un viejo matadero (7) de 1892 (Alte Rinderschlachthalle). All¨ª hay de todo, desde taller o alquiler de bicis hasta bares j¨®venes con m¨²sica en vivo a las tres de la tarde (como Knust), y mucho movimiento vecinal y colaborativo. All¨ª abri¨® su restaurante Bullerei (8) el chef de la tele Tim M?lzer, sin tocar casi los desconchones (Lagerstrasse, 34). Precios m¨¢s normalitos en Deli, gastrobar del mismo due?o, al lado.
15.00? Equipo pirata
Un b¨²nker descomunal de hormig¨®n, que parece una fantas¨ªa de Piranesi, domina la Neuer Kamp y su prolongaci¨®n, la Feldstrasse. Fue levantado en 1942, en apenas 300 d¨ªas, en un intento para proteger el puerto (que fue destruido casi por completo). En ese b¨²nker hay de todo: desde oficinas o apartamentos hasta bares archifamosos, alguno funcionando las 24 horas del d¨ªa, como Uebel & Gef?hrlich (malvado y peligroso; el nombre lo dice todo). El Feldstrasse Bunker (9) (hubo m¨¢s, en otras calles) se alza en un pulm¨®n verde inmenso, Heiligengeistfeld, que cobija a dos de los grandes s¨ªmbolos del barrio: el Dom (10) y el estadio del FC St. Pauli (11). El Dom es una especie de Oktoberfest, la kerm¨¦s m¨¢s popular de Hamburgo, que se celebra tres veces al a?o (verano, invierno y primavera; consultar fechas en www.hamburger-dom.de). El St. Pauli es m¨¢s que un equipo de f¨²tbol (y no solo porque el club abarque otros deportes), es una manera de entender la vida. Su bandera es la pirata, con calavera y tibias cruzadas. Es gayfriendly (empezando por su presidente), y cada vez que pierden (que suele ser casi siempre) lo celebran con ritos musicales, marchando a ahogar sus penas en los abrevaderos pr¨®ximos de la Reeperbahn.
18.00? Noche de pecado
La Reeperbahn (12), la espina dorsal del barrio, es m¨¢s que una rambla o milla del pecado: se ha convertido en aut¨¦ntico Broadway hamburgu¨¦s. Hasta luce en su pavimento la estrella de alg¨²n rockero como Udo Lindenberg, al m¨¢s puro estilo Hollywood. Las compras en esta calle est¨¢n orientadas al sexo: Erotica Boutique Bizarre, Condomerie (la m¨¢s antigua de Alemania, con mucho humor en sus estantes) y un Museo del Erotismo. Acabar la tarde o empezar la noche puede ser un lujo en los bares de las Torres Danzantes (13), reciente icono arquitect¨®nico: en Clouds, en la azotea, o en Mojo. Otro sitio chic: East (14) (calle de Simon-von-Utrecht), una antigua fundici¨®n convertida en hotel, restaurante y bares con diversos ambientes. Tanto el Casino como los clubes y bares de la Reeperbahn y calles aleda?as no conocen horarios. En la Silbersackstrasse (15) hay dos locales de moda, el bar de culto Silbersack y el Hasenschaukel, antigua panader¨ªa con m¨²sica en vivo gratis.
Lo ultim¨ªsimo, en la calle de Paul-Roosen, es Clockers (16). La Spielbudenplatz (17), especie de rambla geminada de la Reeperbahn, concentra teatros como si fueran farolas: pegado al veterano St. Pauli est¨¢ el Tivoli; pegado a este, el Schmidt, y pegada a este, la nueva Operettenhaus, todos dedicados al musical y signos visibles de la remodelaci¨®n del barrio. Entre la Operettenhaus y las Torres Danzantes, el Arcotel Onyx (18) (www.arcotelhotels.com/onyx) pone un plus de modernidad comparable al ya mencionado hotel East. Aunque alejado del barrio, el hotel Barcel¨® (19) (Ferdinandstrasse, 15; www.barcelo.com), adem¨¢s de dise?o, tiene la ventaja de atender (y alimentar) a sus hu¨¦spedes en espa?ol. Cosa que muchos agradecen.
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