Iluminaci¨®n en Mallorca

Fue el creador en el siglo XIII de la primera Escuela de Lenguas Orientales de Europa. Fil¨®sofo y m¨ªstico, hace 700 a?os que muri¨® en Palma Ramon Llull. Aunque viajero incansable (lleg¨® hasta Armenia en una de sus misiones imposibles), fue un hombre muy ligado a su tierra, a Mallorca. Los lugares donde vivi¨® existen a¨²n, aunque transformados por los avatares de siete siglos.

Ciudad espiritual

Empezamos el tour luliano en la iglesia de Santa Margarita de Palma. En este templo, Llull, hasta entonces un noble fr¨ªvolo, recibi¨® la primera iluminaci¨®n que le llev¨® a dedicarse a la misi¨®n espiritual e intelectual m¨¢s osada de su tiempo. Aqu¨ª, bajo los arcos en diafragma de una de las primeras iglesias levantadas tras la conquista de la isla por Jaime I, Llull escuch¨® una homil¨ªa del obispo franciscano que le hizo cambiar de rumbo.

Caminamos por la calle de Sant Miquel, por donde bajaba la acequia y ahora fluye un ¨¢vido r¨ªo de turistas. El p¨®rtico de la iglesia muestra una de las m¨¢s antiguas representaciones del sabio, a la izquierda. Sostiene un libro y una pluma, en adem¨¢n de pausa en la escritura. En una capilla del interior admiramos el retablo que contempla varias fases de su vida: la entrada a caballo en una iglesia para seducir a una mujer, que le muestra su pecho gangrenado; una de sus iluminaciones, y el entierro en Palma.

En la plaza Mayor estuvo su casa, viniendo de la calle de Sant Miquel a la derecha; una placa lo recuerda. Rosa Planas, que sabe mucho sobre la vida y las obras de Llull, me cuenta que durante la terrible gripe de 1918, los moradores del edificio invocaron protecci¨®n al beato, y en esa finca no hubo ni una sola v¨ªctima, mientras los vecinos eran diezmados.

El culto a Ramon Llull estaba muy extendido en Mallorca. Cada iglesia ten¨ªa una imagen suya, fuese en el altar o en una capilla. En el siglo XVIII, el obispo D¨ªaz de la Guerra intent¨® arrasar lo que consideraba superstici¨®n. Mucha iconograf¨ªa luliana desapareci¨® en esos a?os. La bas¨ªlica de San Francisco aguant¨® el asedio episcopal, y ella alberga la tumba de Ramon y una capilla donde se le representa ligado a la suerte de san Pablo, cuya conversi¨®n se considera an¨¢loga a la suya. Un fino sepulcro de alabastro conserva sus restos. Debajo, las representaciones de sus artes, desde la ret¨®rica hasta la l¨®gica, est¨¢n inacabadas.

La monta?a m¨¢gica

Sacudido por el despertar espiritual, Ramon deja su familia y se retira a las tierras paternas de Algaida y Randa. Sube a la monta?a de Cura, accidente del llano mallorqu¨ªn, y se convierte en un anacoreta con criados. Al parecer, habita algunas cuevas de la monta?a de los tres monasterios. El primero, de Gracia, mira hacia Cabrera desde una roca descomunal colgada en el vac¨ªo. Recuerda a la Capadocia, tierra tambi¨¦n erem¨ªtica. Despu¨¦s viene Sant Honorat, m¨¢s concentrado en s¨ª mismo, con un cementerio marino donde se percibe el perfume del mar. Los ermita?os medraban aqu¨ª entre rocas y matas de brezo. Se retiraban a la monta?a como si fuera una nave espacial suspendida sobre la tierra media de Mallorca.

En la cima aplanada se alza el monasterio de Cura. Entramos en el Aula de Gram¨¢tica, vestigio de las escuelas inspiradas en la doctrina de Llull que proliferaron despu¨¦s de su muerte. En ellas, los nobles estudiaban lat¨ªn y las diferentes artes lulianas. El aula contiene curiosidades en las que detenerse: fotograf¨ªas, libros, cuadros, relicarios. Un caf¨¦ porticado invita a la contemplaci¨®n del panorama con la conciencia de estar en el punto central de una original weltanschauung (cosmovisi¨®n), esta febril y a la vez ensimismada visi¨®n del mundo, tan mallorquina.

Fue aqu¨ª, en la levitaci¨®n m¨¢gica de la monta?a, donde Ramon recibi¨® la ciencia infusa que le ilumin¨® la mente antes mundana y forj¨® su voluntad de servir al g¨¦nero humano portando la llama divina urbi et orbi. Un hombre nuevo baj¨® de la monta?a como ¡°doctor iluminado¡±. Se fue al monasterio de la Real, cerca de Palma, y de un tir¨®n escribi¨® el mill¨®n de palabras de El llibre de contemplaci¨®. Por la Real pasamos para sentir la atm¨®sfera nutricia de este bendito lugar de meditaci¨®n, oasis del desierto urbano que se va aproximando sin piedad.

La costa de la c¨¢bala

En un lugar vertiginoso del litoral norte, Ramon fund¨® en 1276 la primera Escuela de Lenguas Orientales de Europa. Hoy en Miramar se conservan suelos que pis¨® y muros que le cobijaron durante cuatro a?os. Desde que tuvo clara su misi¨®n, Llull no par¨® de ir de la Ceca a la Meca. Pero dej¨® constancia de su paso por este paisaje sin par en su libro Blanquerna. A la entrada de Miramar, un mapa cruza los viajes de Llull con los de quien fue due?o de varias fincas de esta costa, el primo de Sis¨ª, el archiduque Luis Salvador de Austria.

Recorro las terrazas de piedra seca guiado por el doctor Sevilla, estudioso del sabio y conservador de la finca. Entre los olivos, todo rezuma la paz de una misi¨®n descubridora y f¨¦rtil. En cualquier rinc¨®n surgen signos cabal¨ªsticos, alusiones filol¨®gicas, combinatoria matem¨¢tica, poes¨ªa c¨®smica. El austriaco celebr¨® la potencia espiritual de Ramon erigiendo una torre colgada de un risco (que parti¨® un rayo), y estanques, puentes, acequias, miradores para las ¨¢guilas. Por doquier asoma la concepci¨®n trinitaria del mundo y la experiencia humana. Algunos dicen que cuando Llull y su l¨®gica alucinada se mete en la sangre, puede llegar a enloquecer. Hasta las tozudas cabras que campan entre los olivos de Miramar pronuncian el nombre de Ramon en sus balidos malhumorados. Su obra poli¨¦drica puede verse como un despliegue inconmensurable de generosidad. ¡°El avaro no tiene nada¡±, escribi¨® este trovador mallorqu¨ªn de lo absoluto.

Jos¨¦ Luis de Juan es autor de La llama danzante (Min¨²scula).

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