Toledo sabe a mazap¨¢n
Las figuritas de almendras y miel endulzan el recorrido por la ciudad del Tajo, con paradas en la catedral, las sinagogas y el monasterio de San Juan de los Reyes. Y con la inspiraci¨®n de las rimas y leyendas de B¨¦cquer
En la puerta de la juder¨ªa de Toledo se leen estas palabras de B¨¦cquer: ¡°En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sue?an y de los que estudian, se proh¨ªbe a la civilizaci¨®n que toque uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica¡±. Y as¨ª aparece sobre el Tajo, antigua y majestuosa como si nadie la hubiera tocado nunca. La ciudad est¨¢ radiante; tras su A?o del Greco en 2014, ser¨¢ capital gastron¨®mica espa?ola en 2016 (www.toledo-turismo.com/es).
9.00 Caf¨¦ y churros frente a la Bisagra
Contemplada desde el Kiosco Catalino (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) del paseo de Merch¨¢n, tomando caf¨¦ y churros antes de iniciar la ruta, la puerta de la Bisagra est¨¢ imponente con sus abultados torreones y su escudo imperial gigante. Las trazas de su origen ¨¢rabe apenas son visibles en la mole renacentista. Es como todo en Toledo, una amalgama de culturas. Prueba de ello son las ruinas del circo romano que se conservan en el parque al otro lado de la avenida de la Reconquista, y tambi¨¦n la torre mud¨¦jar de la iglesia de Santa Leocadia, patrona de la ciudad, que encuentro al subir por el remonte mec¨¢nico del Recaredo, un proyecto de los arquitectos Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez Lape?a y El¨ªas Torres. Desde ah¨ª se llega enseguida al convento de Santo Domingo el Antiguo (2), que atesora los restos atribuidos al Greco y sus primeras pinturas espa?olas. A la vuelta, una losa de m¨¢rmol recuerda frente a los muros del convento el lugar donde estuvo la casa natal de Garcilaso, cuyas antiguas piedras son ya solo eso: recuerdo.
11.00 Bu?uel en Santo Domingo el Real
En el n¨²mero 8 de la calle de San Ildefonso vivi¨® el escritor rom¨¢ntico Gustavo Adolfo B¨¦cquer (1836-1870) solo por un tiempo, pero su presencia es constante en toda la ciudad. Lo pone en la placa de numeraci¨®n de la tapia exterior, por donde asoman las ramas del laurel que en su jard¨ªn plant¨® el poeta. Rodeando el convento enladrillado de las Capuchinas y su placita, que retrat¨® Bu?uel en Tristana, se llega por la calle de los Aljibes hasta Santo Domingo el Real (3); el p¨®rtico renacentista de este monasterio con sus columnas toscanas tambi¨¦n aparece en algunas escenas de su pel¨ªcula Viridiana. Dicen que B¨¦cquer, que sol¨ªa callejear por Toledo a horas intempestivas, se enamor¨® de una bella novicia que ingresaba en este convento, y que de esa tristeza brot¨® su leyenda titulada Las tres fechas. En la plaza hay una placa con unas l¨ªneas de este relato, y otra de la Sociedad de Amigos de B¨¦cquer, que incluso abri¨® una hornacina dejando unos vol¨²menes de sus Rimas para solaz de todo el que pasara. En el friso de la portada plateresca del convento de San Clemente (4), que se jacta de haber elaborado el primer mazap¨¢n, se puede ver, si se busca bien, la firma de B¨¦cquer.
13.00 De plazas y cuevas
En Toledo hay una iglesia en cada recodo, en cada recodo una plaza, y cada plaza es hermosa. Varias calles con cobertizo llevan hasta la de Santa Clara, cercada por su monasterio y el palacio del Marqu¨¦s de Malpica. En la de San Vicente se encuentra el C¨ªrculo del Arte (5), un antiguo templo convertido en centro cultural. La iglesia mud¨¦jar de San Rom¨¢n es el Museo de los Concilios (6), con reproducciones del tesoro visigodo del Guarrazar y frescos rom¨¢nicos en las paredes. M¨¢s all¨¢, la calle de Alfonso X el Sabio bulle de turistas comprando artesan¨ªa y espadas antes de comer. En establecimientos hist¨®ricos como Sim¨®n miran trabajar a los orfebres del t¨ªpico damasquino y adquieren alguna pieza.
En la calle de Los B¨¦cquer ¡ªque all¨ª llaman de La Lechuga¡ª est¨¢ la Cueva de H¨¦rcules (7), otro testimonio del paso de sucesivas culturas en la ciudad. En los s¨®tanos del Nuncio Viejo se pueden recorrer b¨®vedas romanas con las termas y primitivas cisternas de distribuci¨®n del agua. Pero fuera luce el sol de oto?o, y hay mesas y sombrillas en la plaza de Juan de Mariana, donde se puede picar algo, o probar la moderna gastronom¨ªa toledana de la taberna Alfileritos 24 (8), en una casa hist¨®rica muy bien reformada. O quiz¨¢ comer en la terraza del restaurante escuela Adolfo (9), en la calle de la Sinagoga, contemplando los tejados de la ciudad.
16.00 A la juder¨ªa por las puertas
Pasear hasta la plaza del Conde, donde se encuentra el Museo del Greco (10) y la iglesia de Santo Tom¨¦ (11), con El entierro del conde de Orgaz, es una buena forma de bajar la comida. All¨ª descubro el mirador del palacio de Fuensalida. En la misma panor¨¢mica se despliega, a un lado, el barrio apretado de la juder¨ªa con la sinagoga del Tr¨¢nsito (12), y al otro, las lomas de La Sagra salpicadas de cigarrales y cipreses. Al final de la calle del ?ngel, el Arquillo del Jud¨ªo ¡ªpuerta medieval que un¨ªa los arrabales con la Juder¨ªa Mayor¡ª lleva a la plaza de San Juan de los Reyes, con el edificio neomud¨¦jar de la Escuela de Artes y Oficios (13) y el fabuloso monasterio g¨®tico que le da nombre. El monasterio tiene una profusa decoraci¨®n llena de simbolog¨ªa muy novedosa en su ¨¦poca, como las figuras y g¨¢rgolas del claustro. Al otro lado, Toledo se asoma al Tajo tras el arco renacentista de la puerta del Cambr¨®n (14). En el siglo XV serv¨ªa de entrada a la juder¨ªa (una zona muy amplia de la ciudad simbolizada por el refinamiento arquitect¨®nico de las sinagogas del Tr¨¢nsito y Santa Mar¨ªa la Blanca), y cruzarla conllevaba el pago de un portazgo.
17.30 Subida a la Campana Gorda
El Pasadizo del Ayuntamiento termina en otra puerta que era la frontera entre el barrio cristiano y el jud¨ªo. En la plaza del Ayuntamiento, frente a la catedral (15), el breve estanque de Cristina Iglesias, poblado por su mara?a de ra¨ªces met¨¢licas, llama la atenci¨®n de los visitantes, que se agachan a tratar de tocar el fondo. Levantada sucesivamente sobre una mezquita y un templo visigodo, la riqueza arquitect¨®nica y art¨ªstica de la catedral podr¨ªa ocupar el d¨ªa entero para verla, para entrar y salir por sus m¨²ltiples puertas y despu¨¦s subir a la Campana Gorda y sobrevolar con los ojos la ciudad como un p¨¢jaro.
19.00 Callejones y pasadizos
En Zocodover (16), el antiguo mercado de bestias ¨¢rabe, est¨¢ el obrador Santo Tom¨¦ (www.mazapan.com), donde se vende uno de los mejores mazapanes de Toledo. Desde aqu¨ª tomo la calle de las Siller¨ªas y llego a la mezquita del Cristo de la Luz (17), en pie desde el siglo X, y a la puerta del Sol, que daba a los arrabales. Y all¨ª, mordisqueando un mazap¨¢n a los pies de la muralla, trato de tomar una decisi¨®n: salir de la ciudad hacia los miradores de la circunvalaci¨®n para ver esa panor¨¢mica sobre el Tajo y los puentes de San Mart¨ªn (18) y Alc¨¢ntara (19), que tanto gustaba al Greco, o esperar a la noche para perderme en la rom¨¢ntica penumbra de callejones y pasadizos, como hac¨ªa B¨¦cquer.
Ana Esteban?es autora de la novela La luz bajo el polvo (Ediciones del Viento).
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