Cita con Fidel, el ¡®pulpeiro¡¯ en Pontevedra
Paseo por el pausado casco antiguo de la ciudad entre plazas coquetas, jardines decimon¨®nicos y una ic¨®nica iglesia con planta en forma de vieira. Y en los bares, las pulper¨ªas y el mercado, marisco muy fresco
Pontevedra es siempre una gran sorpresa. Una ciudad tan monumental como desconocida que ha sabido mantener un delicioso casco hist¨®rico al servicio del peat¨®n. Un entramado de calles talladas en granito a las que el verd¨ªn de la lluvia cubre con una p¨¢tina de a?oranza. Vivir Pontevedra es vivir sus numerosas plazas, pasear por sus soportales en un d¨ªa brumoso y disfrutar el ritmo pausado de una ciudad a escala humana.
9.00? Desayuno en la plaza de piedra
El nudo gordiano de todos los recorridos urbanos es la praza da Ferrer¨ªa (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) un gran espacio abierto ¡ªy forrado en piedra, como todo el casco antiguo¡ª construido en el siglo XV para albergar el mercado (la Feira Franca). Hoy es el lugar de paso y de paseo, donde tomar el sol o el desayuno en alguna de sus cafeter¨ªas. Por ejemplo, el Savoy, un hist¨®rico caf¨¦ reci¨¦n remodelado. A¨²n se asoman a la plaza muchas viviendas populares de diversas ¨¦pocas y construcciones modernistas del XIX. A su lado se abren los jardines de Casto Sampedro, uno de los principales espacios verdes del casco viejo. Detr¨¢s est¨¢ la iglesia de San Francisco (2), el templo conventual que los franciscanos levantaron entre los siglos XIV y XV. No podemos dejar esta zona sin visitar su iglesia ic¨®nica. Pontevedra lleva siglos viendo pasar peregrinos en direcci¨®n a Compostela por el Camino de Santiago portugu¨¦s. Muchos pararon a rendir homenaje a la Peregrina, la virgen patrona de la provincia, cuyo santuario barroco (3) con planta en forma de vieira preside la plaza del mismo nombre, contigua a la de Ferrer¨ªa. Es el emblema de la ciudad. Muy cerca, en la praza de San Xos¨¦, estuvo el Caf¨¦ Moderno, un edificio ecl¨¦ctico que acogi¨® la cafeter¨ªa m¨¢s famosa de principios del siglo XX, lugar habitual de la intelectualidad gallega y centro de tertulias a las que asist¨ªan Castelo, Francisco Portela, Perfecto Feijoo, V¨ªctor Said Armesto, Carlos Gasta?aduy y ?lvarez Limeses, entre otros. El caf¨¦ cerr¨® en 1973. Tras una ingente rehabilitaci¨®n a cargo del portugu¨¦s ?lvaro Siza, el Caf¨¦ Moderno volvi¨® a abrir sus puertas como sede de la Fundaci¨®n Caixa Galicia (4). La planta baja sigue siendo una cafeter¨ªa llena de encanto y en las superiores se instalaron las salas de exposiciones.
11.30? Dos pazos muy se?oriales
Si desde Ferrer¨ªa bajamos por las r¨²as Figueroa o Pasanter¨ªa, llegaremos a la praza da Le?a, peque?o y coqueto espacio urbano rodeado de soportales, s¨®lidas fachadas de granito y galer¨ªas de madera acristaladas. Est¨¢ presidida por un cruceiro. Es una de las m¨¢s bonitas de la ciudad y la que mejor representa un tipo de arquitectura tradicional gallega que no ha pervivido en otras capitales. A la plaza dan dos casonas se?oriales del siglo XVIII, el pazo Garc¨ªa Fl¨®rez y el pazo Castro Monteagudo. Ambos son hoy dos de las seis sedes del Museo Provincial de Pontevedra. En ellas se exhibe orfebrer¨ªa prehist¨®rica, salas navales que incluyen una reproducci¨®n de la sala de oficiales de la fragata Numancia, una cocina tradicional gallega, pintura de los siglos XV al XVII, adem¨¢s del Tesoro de Caldas, un valioso conjunto de abalorios en oro de la Edad del Bronce. En la plaza est¨¢ uno de los mejores restaurantes de la ciudad, Eirado da Le?a (5), que cocina platos gallegos con un toque de autor y productos de la tierra tratados de forma original.
13.00? El mercado del marisco
Uno de los mayores deleites sensoriales de Pontevedra es el mercado de Abastos (6), en un edificio hist¨®rico de la calle de Serra, reformado por el arquitecto pontevedr¨¦s C¨¦sar Portela. La planta baja est¨¢ dedicada al pescado y el marisco y es un espect¨¢culo, se compre o no se compre: sardinas, xoubi?as, cabrachos, jureles, bonitos, rayas, besugos, bogavantes, n¨¦coras¡ reci¨¦n llegados de los puertos de la r¨ªa. M¨¢s fresco, imposible. A lo largo de la calle de Serra se conservan los restos de la vieja muralla que rodeaba la ciudad.
14.30? Hora del aperitivo
Por la r¨²a Sarmiento se llega a la praza das Cinco R¨²as (7), otro importante cruce de caminos peatonales en el coraz¨®n del casco viejo, donde se concentran los bares y pulper¨ªas m¨¢s concurridos. Un buen lugar para hacer un alto y degustar un ribeiro, unas navajas, unas zamburi?as a la plancha o un pulpo a feira. La pulper¨ªa m¨¢s famosa, la de Fidel el Pulpeiro (8), est¨¢ en la calle de San Nicol¨¢s, que nace en esa misma plaza. En la casa que hace esquina con la r¨²a de Isabel II vivi¨® Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n hasta su traslado definitivo a Madrid, en 1896. El cruceiro que preside la plaza es del siglo XVIII y fue tra¨ªdo desde el municipio de Estribela. Tambi¨¦n hay tapeo abundante en la calle de Figueroa i, con bares c¨¦lebres como El Aleph, La Espuela o El Chiruca.
16.30? Un entorno embriagador
En un d¨ªa brumoso, cuando ta?en las campanas y la feligres¨ªa acude a misa, esta plaza de forma irregular y forrada de piedra puede transportarnos a aquella lejana Pontevedra del siglo XVI, cuando Alonso de Fonseca era a¨²n arzobispo de Compostela y mecenas de la ciudad de Pontevedra. La bas¨ªlica de Santa Mar¨ªa la Mayor (10), que preside la plaza, es una obra se?era del g¨®tico gallego. En una ciudad llena de plazas, esta es de las m¨¢s embriagadoras. Muy cerca aparecieron restos del antiguo palacio arzobispal y de dos torres anexas a la muralla que desde el XI proteg¨ªa la ciudad, que se han puesto en valor en el CITA (11) (Centro de Interpretaci¨®n de las Torres Arzobispales), accesible por un subterr¨¢neo en la esquina de la r¨²a de Mestre Mateo.
18.00? Alameda y ruinas de Santo Domingo
El abigarrado casco viejo se esponja en la Alameda (12), el gran parque urbano de Pontevedra, el jard¨ªn decimon¨®nico nacido para dar un poco de aire al entramado medieval de la villa, obra del arquitecto Alejandro Sesmero, quien tambi¨¦n firm¨® alguno de los edificios oficiales construidos en torno al jard¨ªn como parte de la ampliaci¨®n de la ciudad. La Alameda era el sitio de paseo de la burgues¨ªa pontevedresa, el lugar donde ver y ser visto, y a¨²n hoy cumple esa misi¨®n de escaparate mundano. Al inicio se alza el monumento a los h¨¦roes de Pontesampaio, un bonito vado de piedra que salva la r¨ªa de Vigo por la desembocadura del r¨ªo Verdugo, cerca de Arcade, donde un regimiento popular formado por vecinos y dirigido por algunos oficiales, cl¨¦rigos e hidalgos logr¨® frenar el avance de las tropas francesas del general Ney en 1809. A la izquierda del monolito se localizan las ruinas del convento de Santo Domingo (13), uno de los pocos restos que se salvaron de la piqueta renovadora. La cabecera y cinco ¨¢bsides es lo que queda de un convento dominico levantado en el siglo XV y que el Consistorio quiso demoler a la vez que las torres Arzobispales, a finales del siglo XIX. La Sociedad Arqueol¨®gica pontevedresa lo impidi¨® mediante una colecta popular.
19.00? De compras en el ensanche
Para acabar el d¨ªa nos vamos de compras. Aunque en la r¨²a Real (14) hay tiendas de cester¨ªa y artesan¨ªas, lo mejor es dejar atr¨¢s el casco viejo en busca del ensanche moderno, el rect¨¢ngulo imaginario (15) formado por las calles Oliva, Benito Corbal y Blanco Porto. All¨ª hay numerosas tiendas de moda, complementos y artesan¨ªas, y podemos encontrar, entre otras cosas, cer¨¢micas de Sargadelos y de O Castro.
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