El Drina y su puente otomano
Visita en Bosnia al puente que inspir¨® la obra m¨¢s conocida del escritor Ivo Andric y al complejo cultural levantado en su honor con el patrocinio del cineasta Emir Kusturica
Visegrad, o Visegrado, es una peque?a ciudad de la Rep¨²blica Serbia (una de las dos entidades subestatales de Bosnia-Herzegovina), que no llegar¨¢ a los 12.000 habitantes. Parece tranquila ahora, pero las convulsiones la marcaron en otros tiempos, incluso cercanos. El gran visir turco Mehmed Pash¨¢ Sokolovic fue quien levant¨® el puente sobre el Drina, entre los a?os 1571 y 1577. El gran arquitecto del imperio otomano, Sinan, se ocup¨® de su escult¨®rico dise?o. Las gentes de Visegrado lo atraviesan como si este puente fuese la calle mayor. Lo atraviesan, se sientan en su banco de piedra, se asoman al r¨ªo. No hay pareja en Visegrado que se precie que no se haya abrazado, cogido de la mano, besado o discutido sobre estas piedras. Las piedras y el r¨ªo son c¨®mplices mudos de la vida cotidiana de esta peque?a poblaci¨®n.
El puente de piedra, imp¨¢vido, est¨¢ tal cual lo cruz¨® tantos cientos de veces el ni?o Ivo Andric, que no naci¨® en Visegrado sino en Dolac, cerca de la ciudad de Travnik, Bosnia central. Hijo de una familia cat¨®lica, qued¨® inscrito en la iglesia de San Juan Bautista (9 de octubre de 1892). Sus padres pronto se trasladaron a Sarajevo. Antun Andric trabajaba como conserje en un colegio. Muri¨® joven de tuberculosis. Katarina, su madre, llev¨® al infante a Visegrado, a casa de su cu?ada, Ana, y su esposo, Iv¨¢n, sargento de la polic¨ªa austriaca. Esta pareja, sin hijos, lo trataron como si lo fuera. All¨ª comenzaron, junto al r¨ªo Drina y el puente, los mejores a?os de su vida. A¨²n se conserva la casa donde vivi¨®, al otro lado del r¨ªo, frente al n¨²cleo central de la ciudad. Est¨¢ habitada, por fuera apenas reformada, y la visita al interior la tienen terminantemente prohibida los inquilinos. Parece una pagoda. De una sola planta, desde la peque?a habitaci¨®n ve¨ªa pasar el r¨ªo y vislumbraba el puente.
Bajo la lluvia, el viento o la nieve, el muchacho sal¨ªa todos los d¨ªas de esta casa y recorr¨ªa un largo trecho hasta alcanzar una empinada rampa que lo dejaba al comienzo del puente. Luego lo atravesaba hasta llegar a la calle principal de Visegrado. Antes de alcanzar la escuela volv¨ªa a atravesar otro peque?o puente, el del insignificante afluente del Drina, el r¨ªo Rzav. La ciudad vieja de Visegrado se encuentra en una estrecha pen¨ªnsula que forma la confluencia de ambos caudales. El puente de Mehmed Pash¨¢ Sokolovic le deb¨ªa parecer como una alfombra m¨¢gica. ¡°Vi el mundo sobre este puente sobre el Drina¡±. All¨ª se empap¨® de las historias que contaban los mayores sentados en el banco de piedra, en medio del puente y frente a la alta l¨¢pida con la inscripci¨®n conmemorativa de su alzamiento. ¡°He reflexionado sobre los d¨ªas de anta?o y he recordado los a?os de eternidad¡±. Andric no jugaba con sus compa?eros de clase, se escapaba al r¨ªo para escuchar las viejas historias. Ya era entonces un ser melanc¨®lico.
En el edificio de la antigua escuela, construido en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XIX, que luego tuvo otros muchos destinos, est¨¢ hoy reconstruida el aula. La preside una foto del emperador austroh¨²ngaro Francisco Jos¨¦, ya de mayor. El inmueble se parece a muchos de Salzburgo o Innsbruck. Muchos de estos muebles son originales, pues cuando dejaron de ser utilizados se almacenaron en los s¨®tanos. Pupitres, pizarras, mapas de los territorios del Imperio Austroh¨²ngaro, el libro con la ficha de todos los estudiantes, cuentas para las matem¨¢ticas, la estufa austriaca tan caracter¨ªstica. Hasta la Segunda Guerra Mundial sirvi¨® como colegio de ense?anza media, y luego, durante la etapa del r¨¦gimen comunista de Tito, fue la oficina central de una empresa estatal. La c¨¢tedra del profesor se destruy¨®. El joven Andric se sentaba en la ¨²ltima fila. En una de las paredes de esta estancia est¨¢ colgada una selecci¨®n de fotos de aquellos tiempos. Cerca de la escuela, a¨²n est¨¢ el edificio del hotel Lotte. ¡°Lotika, bella hebrea de Tarnovo¡±, es una de las hero¨ªnas de Un puente sobre el Drina.
Cuando en el a?o 1961 recibi¨® el Premio Nobel de literatura, coment¨® que su patria, Yugoslavia, era realmente un peque?o pa¨ªs entre dos mundos. Un puente sobre el Drina hab¨ªa sido editado en 1945. Andric era muy parco consigo mismo y lleg¨® a decir que ¡°el escritor es un testigo inseguro de su propia obra¡±. El autor de otros textos memorables como La cr¨®nica de Travnik, La se?orita, El lugar maldito (teatro) o La casa aislada don¨® el dinero del galard¨®n al Consejo de la Cultura de la Rep¨²blica Popular de Bosnia para que se hicieran bibliotecas. Tambi¨¦n ayud¨® a la ciudad de Visegrado para edificar un centro cultural y don¨® libros para la biblioteca p¨²blica.
Un recinto medieval
Andric pase¨®, a trav¨¦s de su novela, el nombre de Visegrado por el mundo, y la ciudad se lo acaba de agradecer con una obra que para s¨ª ya quisieran todos los escritores. La construcci¨®n de una peque?a ciudad de la cultura que lleva su nombre, Andricgrad, la ciudad de Andric. Est¨¢ situada en una lengua de tierra (este trozo no natural, sino ganado a las aguas) formada por la confluencia del Drina y el Rzav. Andricgrad se la invent¨® el gran director de cine Emir Kusturica. ?l aport¨®, de sus recursos, una importante suma de dinero, adem¨¢s de convencer a otros benefactores p¨²blicos y privados. Desde el exterior parece un recinto medieval o mon¨¢stico. Al entrar nos encontramos con tres salas de cine, un teatro, el Instituto Andric y la biblioteca que lleva su nombre, la sede del Ayuntamiento, una Academia de Bellas Artes, una residencia para los estudiantes de esta academia, un hotel y diferentes comercios, caf¨¦s y terrazas que le dan una vitalidad permanente. Cada edificio es diferente en su inspiraci¨®n arquitect¨®nica. Van desde lo neobizantino, neorrenacentista y neocl¨¢sico hasta lo m¨¢s contempor¨¢neo.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
Informaci¨®n
? Visegrado se encuentra al este de Bosnia-Herzegovina, a casi dos horas en coche de Sarajevo (120 kil¨®metros), cerca de la frontera con Serbia. Hay tren a Visegrado desde Sarajevo.
? Oficina de turismo de Bosnia-Herzegovina (www.bhtourism.ba).
? Oficina de turismo de Visegrado (www.visegradturizam.com).
El Instituto Andric y la biblioteca del mismo nombre forman un organismo p¨²blico mantenido por la Rep¨²blica de Serbia y la Rep¨²blica Srpska de Bosnia. All¨ª guardan todas las ediciones de las obras de Andric, al igual que sus traducciones. Una de las calles lleva el nombre de Francisco de Goya, uno de los pintores m¨¢s admirados por el escritor y diplom¨¢tico yugoslavo, que desem?pe?¨® su labor en la legaci¨®n de Madrid durante los a?os veinte del pasado siglo.
Veo el puente solitario al amanecer, sobre el tajo que hace el r¨ªo entre monta?as de bosques, y por la noche, reflej¨¢ndose fantasmalmente los ojos sobre las aguas. El r¨ªo y el puente creando permanentemente historias. El puente de piedra como una esfinge, como un secreto a plena luz del d¨ªa. El puente como una materializaci¨®n del tiempo que lo ve todo, lo escucha todo y lo desvela todo. El puente no ajeno a la generosa naturaleza sino como un elemento m¨¢s. El puente, antigua historia contempor¨¢nea o simult¨¢nea.
C¨¦sar Antonio Molina, exministro de Cultura, dirige la Casa del Lector.
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