Primavera segoviana en Riaza
Plazas Mayores y castillos, miradores y buitres leonados, campos de cereal y ca?ones. Una ruta en coche muy apacible
Como si el tiempo no pasara, los lunes sigue habiendo mercado en la plaza Mayor de Riaza. Fue en el a?o 1304 cuando esta localidad, asentada en los territorios conquistados al sur del Duero y repoblada por emigrantes leoneses, c¨¢ntabros y asturianos, obtuvo un privilegio real para poder celebrar en su plaza un mercado. Alrededor de la gran elipse terrosa presidida por el edificio del Ayuntamiento, 26 casas solariegas se apoyan en firmes soportales para resguardar a vecinos y comerciantes de los rigores del invierno castellano. Acreditando su condici¨®n de villa, hasta comienzos del siglo XIX se ergu¨ªa en el centro de esta plaza como un gigantesco dedo en se?al de advertencia la picota donde se expon¨ªa al escarnio a los reos ajusticiados, porque Riaza goz¨® hasta entonces de jurisdicci¨®n de horca y cuchillo. La picota se sustituy¨® despu¨¦s por una enorme farola que ilumin¨® verbenas, paseos y tertulias, y m¨¢s tarde la farola se quit¨® dejando libre un coso de arena donde se construyeron gradas para las fiestas taurinas.
Al contrario que en otras poblaciones donde la plaza Mayor se organiza para un disfrute monumental, aqu¨ª todo aparece dispuesto para el franco recreo de vecinos y visitantes. Por eso siempre hay ni?os jugando en la arena rubia y adultos en las terrazas de los restaurantes que toman el verm¨² al sol de cada estaci¨®n. A espaldas del Ayuntamiento, la iglesia renacentista de Nuestra Se?ora del Manto y su campanario cuadrado amparan otra peque?a plaza donde brillan los cantos del suelo.
Riaza es del color pardo del barro y la piedra que sostiene muchas de sus recias casas, en cuyos tejados, como es caracter¨ªstico en toda la zona, las tejas ¨¢rabes bajan hasta la cobija con la parte c¨®ncava hacia arriba. Saliendo del pueblo, la carretera que cruza el r¨ªo Riaza llega a trav¨¦s de un frondoso robledal hasta el santuario de Nuestra Se?ora de Hontanares y el mirador de Pe?as Llanas. En el sencillo restaurante del ¨¢rea recreativa se pueden tomar exquisiteces como setas de temporada o carne a la piedra contemplando el valle tapizado de campos de la sierra de Ayll¨®n.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
- Oficina de Turismo de Riaza ?(www.riaza.es/turismo).
- Oficina de Turismo de Ayll¨®n ?(www.ayllon.es/turismo).
- Oficina de Turismo de Maderuelo ?(www.maderuelo.com).
- www.segoviaturismo.es.
- gastronomia.turismodesegovia.com.
- Turismo de Castilla y Le¨®n ?(www.turismocastillayleon.com).
www.campinasegoviana.es.
Ayll¨®n
Desde Riaza la carretera N-110 va acompa?ando el curso de su r¨ªo para avanzar casi paralela a la ca?ada real soriana, que viene desde Badajoz atravesando peque?os pueblos ganaderos y ondulantes campos de cereal. Ayll¨®n, a 20 kil¨®metros, es otra villa medieval que conserva algunos paredones de la fortificaci¨®n ¨¢rabe y tambi¨¦n su torre albarrana en lo alto del cerro de El Castillo, junto a los cimientos de la iglesia rom¨¢nica de San Mart¨ªn a la que sirvi¨® de campanario. Desde esta atalaya se ven los tejados de Ayll¨®n en un apretado desorden de matices rojos, donde emerge la impresionante espada?a de la iglesia barroca de Santa Mar¨ªa la Mayor poblada de cig¨¹e?as, y detr¨¢s, la cuadr¨ªcula en color de la llanura cercada por las sierras. El Arco de la Villa, que sirve de acceso al centro hist¨®rico, es la ¨²nica puerta que se conserva de las tres que ten¨ªa la muralla. Al atravesarla aparece la portada plateresca de la casa-palacio de los Contreras, construida en el siglo XV sobre la que fue residencia de don ?lvaro de Luna, de cuyo se?or¨ªo, como Riaza, formaba parte. En la plaza Mayor de Ayll¨®n tambi¨¦n se celebraban espect¨¢culos taurinos, por eso se construy¨® en el siglo XVI la balconada para autoridades en el atrio de la iglesia rom¨¢nica de San Miguel, que destaca junto al Ayuntamiento.
En la iglesia, que tiene un ¨¢bside circular y unos espl¨¦ndidos rosetones bizantinos, se celebran conciertos o exposiciones ocasionales, y en el verano alberga la oficina de informaci¨®n tur¨ªstica. Es f¨¢cil encontrar en torno a ella a los actores que durante el a?o realizan visitas teatralizadas o representan episodios hist¨®ricos de la villa. El ¨²ltimo fin de semana de julio se celebra la fiesta de Ayll¨®n Medieval, y en la plaza se instala un animado mercado para que comerciantes y artesanos de aquella ¨¦poca convivan con los visitantes que llegan de esta.
En su camino hacia el Duero, el Riaza abre uno de sus brazos y deja que el Aguisejo pase rozando Ayll¨®n y Mazagatos para recuperarlo despu¨¦s en Languilla entre choperas y huertas, cercado por altas pe?as y laderas arenosas en cuyos p¨¢ramos hay extensos campos de cereal. Desde ah¨ª recorre un valle f¨¦rtil hasta Maderuelo, incorpora sus aguas al embalse de Linares y excava las tierras calc¨¢reas en un ca?¨®n de 10 kil¨®metros hasta Montejo de la Vega.
En este parque natural es f¨¢cil ver a los buitres leonados sobrevolando las paredes agujereadas de las hoces donde anidan, o posados sobre los riscos en inquietantes asambleas, porque han establecido aqu¨ª una de las colonias m¨¢s importantes del mundo.
Maderuelo
Maderuelo se yergue sobre el embalse como un vig¨ªa; ya en el siglo X controlaba el paso del r¨ªo por el puente medieval, que asoma sus cinco ojos cuando bajan las aguas. A sus pies queda la ermita rom¨¢nica de La Vera Cruz, restaurada con las reproducciones de sus pinturas que exhibe el Museo del Prado. La entrada por la puerta de la Villa, que conserva los portones y candados del siglo XV, se bifurca enseguida en la plaza de San Miguel, donde est¨¢ la ermita que le da nombre.
Cuando cae la tarde, nada mejor que un l¨¢nguido paseo de ida y vuelta hasta los restos del torre¨®n, en el l¨ªmite de la muralla, para asomarse al mirador de Alc¨¢rcel en el p¨®rtico de la imponente iglesia de Santa Mar¨ªa del Castillo y ver c¨®mo el sol va poniendo mil destellos, all¨¢ abajo, en la l¨¢mina del agua.
Ana Esteban es autora de la novela La luz bajo el polvo (Ediciones del Viento).
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