Basilea, el arte suizo de vivir
Mientras su feria Art Basel atrae cada verano a los coleccionistas del mundo, la ciudad destaca a orillas del Rin por el encanto de su cultura urbana. El Kunstmuseum, la Fundaci¨®n Beyeler y el museo Vitra son solo tres de sus atractivos
Con apenas 200.000 habitantes, la ciudad suiza de Basilea es una de las capitales mundiales del arte. La feria Art Basel, que termin¨® el 19 de junio, ha abierto sucursales en Miami y Hong Kong. El liderazgo es indiscutible si hablamos de arquitectura o coleccionismo. Asentada a orillas del Rin, a caballo entre Suiza, Francia y Alemania, los molinos de papel y las imprentas atrajeron a muchos humanistas, como Erasmo. Los cuales adem¨¢s pod¨ªan estampar sus ideas con libertad, gracias al esp¨ªritu laxo que la Reforma adopt¨® en la ciudad. Eso mismo hizo que en ella se refugiaran hugonotes perseguidos en Francia, tejedores de oficio, que impulsaron la industria tintorera: tal ser¨ªa el germen de la industria qu¨ªmica y farmac¨¦utica que hizo boyante a Basilea; la compa?¨ªa Geigy se fund¨® en 1785 y hoy d¨ªa otras farmac¨¦uticas como Roche o Novartis impulsan proyectos que involucran a los m¨¢s cotizados arquitectos del momento. Entre ellos, 12 premios Pritzker. O paisanos como el t¨¢ndem Herzog & de Meuron, que han creado en su ciudad cerca de cuarenta edificios (como el estadio St. Jakob, donde se jug¨® la final de la Europa League). Basilea es una ciudad vanguardista, hermosa, rica, culta, donde uno siente que respira lo mejor de la vida.
9.00 El Rin laborioso
Llegar es f¨¢cil. Su aeropuerto recibe vuelos directos de varias ciudades espa?olas (Easyjet, Vueling) y cuenta con tres estaciones de tren (suiza, alemana y francesa). M¨¢s f¨¢cil a¨²n es moverse, gracias a la BaselCard o al Mobility Ticket (que entregan gratuitamente en el hotel en que uno se aloje). No lo vamos a necesitar para descubrir el coraz¨®n de la ciudad, formado por plazas. La de la catedral (1) (M¨¹nsterplatz), en lo alto de una colina, se asoma al Rin y a la orilla donde los romanos asentaron Augusta Raurica (se visitan el teatro y las ruinas). En la catedral rom¨¢nico-g¨®tica, de piedra rojiza, pasa casi desapercibida la tumba de Erasmo. Frente al templo, el Museo de las Culturas (2) ha sido remodelado por Herzog & de Meuron. Hay placetas y rincones deliciosos, con fuentes donde a veces aletea el basilisco, emblema de la ciudad. Callejuelas en cuesta, orilladas de anticuarios o tiendas de moda, descienden a la Marktplatz, la plaza del mercado. La preside un Ayuntamiento (3) renacentista (retocado en el XIX) lleno de murales y ba?ado en el rojo sanguina que ti?e la ciudad. Por callejas empinadas se asciende a la plaza e iglesia de San Pedro (4), que dan nombre al barrio en que se aloja la primera Universidad (5) suiza (1460).
10.00 Inmersi¨®n en Picasso
Fueron numerosos los cuadros que el matrimonio Beyeler compr¨® a su amigo Picasso en los buenos tiempos parisienses. Tantas eran las obras del siglo XX que llegaron a coleccionar estos galeristas que, en 1991, encargaron a Renzo Piano un edificio donde exhibirlas. La Fundaci¨®n Beyeler (6) es un ejemplo de c¨®mo debe ser un museo, con luz natural sabiamente administrada y una delicadeza oriental que se extiende a los jardines. Tal es el ¨¦xito de este museo que va a ser ampliado con un nuevo edificio enfrente, al otro lado del restaurante y la terraza del jard¨ªn. Todav¨ªa no se conoce el nombre del arquitecto, pero el solar est¨¢ ya listo.
12.00 R¨®tulos cambiantes
Otro museo fundamental: el Kunstmuseum (7), fundado en 1669, nada menos, y noticia de actualidad. Porque al viejo edificio acabado en 1936 en un estilo ecl¨¦ctico se acaba de a?adir otro pabell¨®n, construido por el estudio de Emanuel Christ y Christoph Gantenbein. El nuevo bloque est¨¢ al otro lado de la calle, y se comunica con el antiguo edificio a trav¨¦s de subterr¨¢neos. Es un prodigio desde el punto de vista muse¨ªstico. En la fachada de ladrillo lechoso un sofisticado sistema de micropuntos de luz led permite que aparezcan r¨®tulos cambiantes que parecen tallados en el muro. Los fondos antiguos se exhiben en el viejo edificio, y el arte del siglo XX, en el nuevo. Al otro lado del Rin y asomado al r¨ªo, el arquitecto suizo Mario Botta cre¨® el Museo Tinguely (8) para alojar obras de ese artista (tambi¨¦n suizo); una de sus esculturas-fuente puede verse delante del Teatro (9). En total se acercan a cuarenta los museos basilenses. A los que hay que sumar edificios singulares con hueco en las historias del arte; como el Markthalle (10) de 1929, con una c¨²pula pionera de hormig¨®n solo comparable a las de Wroclaw y Leipzig. No se usa ya como mercado, sino que aloja puestos de comida, lo cual nos permite tomar un respiro y atender al est¨®mago. Otros locales cercanos son Kohlmanns (11) (Steinenberg, 14) o Nomad (12) (Brunng?sslein, 8). Adem¨¢s, museos como el Kunstmuseum, Kunsthalle, Tinguely o Beyeler sirven comidas en sus bistr¨®s.
15.00 Mecenas en pugna
La arquitectura y el dise?o tienen en Basilea dos enclaves imprescindibles. Al Vitra Design Museum (13) se llega con el autob¨²s 55 y cruzando la frontera (la empresa es suiza en suelo alem¨¢n, te pueden pedir el pasaporte en el trayecto). Aparte del museo propiamente dicho, el recinto alberga edificios de notables arquitectos contempor¨¢neos. All¨ª est¨¢ el primer edificio en Europa de Frank Gehry, el primer edificio p¨²blico de Zaha Hadid, cortejado por otro de ?lvaro Siza; una de las m¨ªticas c¨²pulas geod¨¦sicas de Richard Buckminster Fuller, un auditorio de Tadao Ando, m¨®dulos de otras figuras... Una galaxia de arquitectos estrella solo comparable al Novartis Campus (14), miniciudad para la investigaci¨®n farmac¨¦utica cuyos edificios est¨¢n firmados por Gehry, Tadao Ando, Sanaa, Moneo, David Chipperfield... Cada dos s¨¢bados se realizan visitas guiadas. Est¨¢ en la parte noroeste, en el barrio de St. Johann, donde el proyecto Basel North ha tomado el relevo, transformando la zona en un escaparate de nueva arquitectura.
19.00 En la orilla opuesta
Los laboratorios Roche, por su parte, encargaron a Herzog & de Meuron la conocida como Torre Roche (15), el rascacielos m¨¢s alto de Suiza, que se alza en la llamada Kleinbasel (peque?a Basilea), en la orilla opuesta al casco antiguo. Este antiguo barrio obrero se ha puesto de moda, y no solo por los negocios y oficinas, o el recinto ferial (Messe, retocado por Herzog & de Meuron), sino porque tambi¨¦n brinda sus Buvetten (bares-terraza) a orillas del Rin, y muchos de sus viejos tugurios se han reconvertido en sitios de moda; restaurantes como La Fourchette (16) (Klybeckstrasse, 122), Lily¡¯s (Claraplatz) o Volkshaus (17) (Rebgasse, 12), que ameniza las cenas con espect¨¢culos musicales. Enfrente, en la Messeturm (18) (¡°torre de la feria¡±, destronada por la torre Roche), el restaurante Filou adereza sus platos con vistas impagables. Adem¨¢s, en la ¨²ltima planta, el Bar Rouge acoge a los noct¨¢mbulos que no anden perdidos por la Barf¨¹sserplatz (19) o St. Johann (20), zonas que concentran los bares, cines y discos m¨¢s en boga.
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