Chiringuitos y playas de Rabat
Ruta costera con muchas sorpresas al sur de la ciudad marroqu¨ª, entre arenales secretos, bares de tapas y ambiente ¡®chill out¡¯
La temporada de playa es larga en Rabat. Por eso, la mejor ¨¦poca para frecuentar la espectacular costa atl¨¢ntica es, sin duda, fuera de julio y agosto, aunque incluso durante esos meses siempre hay un hueco al resguardo de marejadas humanas.
La infraestructura tur¨ªstica a pie de playa es escasa y la l¨ªnea del litoral sumamente respetuosa en altura y masificaci¨®n, lo que lo hace atractivo y familiar. Las playas en general gozan de servicio de aparcamiento, vigilancia y limpieza (otra cosa ser¨¢ la recogida de basura, que no siempre funciona como debiera) y mientras algunas ¨Clas m¨¢s populares¨C est¨¢n atestadas, otras, no demasiado conocidas, albergan sorpresas para el ba?ista ¨¢vido de calma y aguas vivas.
Desde Rabat, descendemos en coche en direcci¨®n a Casablanca por la carretera de la costa, y la primera parada llega en la peque?a playa de Val d¡¯Or, ideal para familias con ni?os, debido a la gran charca que forman las rocas, que les permite ba?arse y jugar en aguas mansas y poco profundas. A unos metros, sin embargo, la arena se sumerge directamente en mar abierto, para quienes prefieren beberse las olas. Aqu¨ª se sit¨²a el prestigioso restaurante Les Trois Palmiers, perfectamente indicado desde la carretera, dirigido con mano experta por un espa?ol, Miquel Mart¨ªnez. Un elegante edificio horizontal construido en madera e integrado en el paisaje marino alberga la cocina cl¨¢sica espa?ola firmada por Mart¨ªnez, que enloquece a los marroqu¨ªes y a los ¨¢rabes de paso por Rabat (precio medio por cubierto en torno a los 35 euros, sin bebida).
Un bar de tapas a la espa?ola, que ofrece tigres, calamares, croquetas y otros productos propios de todo bar que se precie, complementa la oferta. Mart¨ªnez lleg¨® a Rabat con 1.000 euros en el bolsillo tras un sinf¨ªn de peripecias y convirti¨¦ndose en el director de este peque?o para¨ªso.
Playas p¨²blicas y ¡®chill out¡¯
Seguimos en direcci¨®n al sur hasta la localidad de Skhirat donde aparece el hotel Amphitrite Palace, de cinco estrellas. Discreto y lujoso, a modo de pueblo blanco mediterr¨¢neo, fue en su d¨ªa un peque?o establecimiento donde el Rey Hassan II acog¨ªa a sus invitados. Ahora, tras ser renovado en 2009 por un empresario saud¨ª, se ha convertido en el ¨²nico hotel digno de ese nombre de la costa rabat¨ª, con 176 habitaciones de distintas categor¨ªas ¨Ctodas con vistas espectaculares¨C, cuatro restaurantes, una enorme piscina que se columpia sobre el oc¨¦ano y un trozo de arena privado. Uno puede alojarse aqu¨ª por precios en consonancia, pero tambi¨¦n comer en el Rock Bar o en el Poseid¨®n mirando al oc¨¦ano, por unos 25 euros. Ba?arse en sus aguas exclusivas y en su trocito de playa privada, es otro cantar, y cuesta 35 euros por persona, con derecho, eso s¨ª, a sombrilla, tumbona, toalla y tranquilidad. Solo las j¨®venes ¡°bien¡± de Rabat, deseosas de lucir palmito a salvo de mirones, y las familias ricas se permiten este lujo.
Junto al hotel, la opci¨®n p¨²blica es la playa de Skhirat, imposible por estas fechas, pero maravillosa en cuanto pasen las apreturas veraniegas. Aqu¨ª el ambiente es genuinamente marroqu¨ª: bajo la bandera azul que indica la marca de excelencia Pavillon bleu, se agolpan mujeres con pa?uelo y con chilaba, ni?os saltarines, adolescentes con la testosterona a flor de piel y familias al completo con mesa y sombrilla. Como en las dem¨¢s, la gendarmerie royale, o guardia real, vigila de cerca para tranquilidad de los ba?istas.
Hay que seguir ruta en direcci¨®n a Bouznika, a unos pocos kil¨®metros, para hallar una grata sorpresa en forma de arena: la preciosa y solitaria playa de Oued Cherrat y el club lounge Eden Wed ¨Cjunto a la urbanizaci¨®n hom¨®nima¨C, de estilo hippy-chic. Un reducto privado sobrevolando la playa, en forma de chiringuito chill out, a 10 euros la entrada.
Entre caba?as de madera con grafitis, ca?averales, colchonetas blancas y un quiosco central se ubican un sencillo restaurante de pescado y ensaladas (alrededor de 20 euros sin bebida), un bar de helados, c¨®cteles y refrescos, y otro trocito de arena privado en el que alquilar sombrilla y colchoneta o camastro cuesta entre 20 y 100 euros. Los fines de semana, el espacio se ameniza con alguna actuaci¨®n en directo y el horario va desde las hasta la puesta de sol. La propietaria, Marion Eyraud, lo tiene claro: ¡°De aqu¨ª, lo ¨²nico que nos echa es la lluvia; el a?o pasado cerramos a principios de diciembre¡±.
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