El bosque de Basajaun y Basandere
La Selva de Irati, en Navarra, un hayedo encantado donde junto a los p¨¢jaros carpinteros viven dos seres mitol¨®gicos guardianes de los ¨¢rboles

Siempre que me acuerdo de Irati se me ponen los pelos de punta. Recuerdo que ven¨ªa justo cuando acababan las fiestas de San Ferm¨ªn para perderme en el bosque¡±. Palabra de Ernest Heming?way. La Selva de Irati, el hayedo abetal m¨¢s extenso de Europa, es el lugar ideal para perderse en cualquier ¨¦poca del a?o, y m¨¢s en oto?o, cuando las hayas despliegan una gama crom¨¢tica inigualable. La belleza de una naturaleza virgen, un escenario ins¨®lito en el siglo XXI, cautiva como un hechizo. Hace millones de a?os este bosque encantado era fondo marino y de esa ¨¦poca a¨²n se encuentran f¨®siles en las piedras del camino. Por sus senderos la leyenda dice que andaban el Basajaun y la Basandere, pareja de seres mitol¨®gicos que combat¨ªan a quienes quer¨ªan da?ar el bosque y proteg¨ªan a quienes lo cuidaban. Adentrarse en Irati (cuyo nombre significa abundancia de helechos, en euskera) es dejarse llevar por la magia que emana de su riqueza natural, de su historia y de la bonhom¨ªa de sus vecinos.
Enclavada en el Pirineo navarro, hay dos accesos para llegar a la Selva de Irati: por el este, Ochagav¨ªa, una localidad id¨ªlica donde se encuentra el centro de interpretaci¨®n, y por el oeste, Orbaizeta, un pueblo de un par de centenares de vecinos, muy orgullosos de su tierra. De Pamplona a Orbaizeta hay unos 60 kil¨®metros por carretera. Este majestuoso bosque, rico en hayas, abetos, robles, arces, acebos y pastizales, ocupa una cuenca rodeada por cuatro valles: dos en territorio espa?ol, Aezkoa y Salazar, y otros dos en zona francesa, Cize (Garazi) y Soule (Xiberoa).

Yeguas y caballos
Para sumergirnos en la magia de Irati podemos dejarnos llevar por nuestro instinto, acercarnos al embalse de Irabia y seguir una de las rutas balizadas, de unos 10 kil¨®metros. Si confiamos en los exploradores locales (como Koldo Villalba de Itarinatura), disfrutaremos de una excursi¨®n excepcional por la llamada ruta de los contrabandistas, un viaje que nos lleva a tiempos legendarios. Estamos en el valle de Aezkoa, con 650.000 ¨¢rboles, donde los traficantes de ganado burlaban la vigilancia a uno y otro lado de la frontera para comerciar con la carne de caballos y yeguas. La necesidad agudizaba el ingenio y llevaba a los contrabandistas a desenvolverse en la oscuridad por rutas que a plena luz del d¨ªa hoy apenas muestran se?ales al profano para orientarse. Con gran astucia ataban las yeguas, la cola de una a las riendas de la siguiente, y as¨ª sucesivamente, y de esta manera paliaban los da?os en caso de ser descubiertos. Si los guardias se hac¨ªan con el ganado, lo soltaban por detr¨¢s de uno en uno, de modo que muchas veces pod¨ªan recuperar todos los animales salvo el primero.
Por esos caminos ahora escucharemos el peculiar canto de los p¨ªcidos (todos los p¨¢jaros carpinteros de la Pen¨ªnsula), veremos c¨®mo los potrillos dan sus primeros pasos bajo la atenta mirada de su madre, o degustaremos ar¨¢ndanos o moras, avanzado el verano. El destino al otro lado de la frontera era Zubipunta. De Francia tra¨ªan medias de seda, agujas o encajes, un lujo en zona espa?ola. Es en estos parajes donde se advierte de forma clara c¨®mo las fronteras son artificios que la naturaleza diluye. Las familias se extienden a uno y otro lado. Unos y otros hablan franc¨¦s, espa?ol y euskera con la misma naturalidad con la que los p¨¢jaros entonan sus melod¨ªas.
Halcones y pinzones
En esta ruta es preciso mirar en todas direcciones: arriba para ver hasta d¨®nde nos cubren las centenarias hayas, a veces tanto que en pleno d¨ªa parece que estamos bajo techado; tambi¨¦n en el cielo vislumbraremos a los halcones, los quebrantahuesos o los pinzones. A nuestros pies descubriremos qu¨¦ animales moran en estos lares. Con un buen conocedor de la zona, sabremos si han pasado jabal¨ªes, zorros, caballos, tejones o corzos por sus deposiciones, y por los restos de su pelaje entre matorrales como acebos o bojes. El helecho (ira) da nombre a la selva y al r¨ªo. Hubo osos en estos parajes hasta el siglo XIX, aunque hay datos de pisadas cerca de Ibarrondoa en 1977. De lobos hay noticias a principios del siglo XX. Y el ciervo, que se extingui¨®, volvi¨® a introducirse en 1956.
En el cercano valle de Garazi (Cize para los franceses, en recuerdo de Julio C¨¦sar, porque el emperador pasaba por aqu¨ª en sus visitas a Hispania) encontramos la cueva de Arpea. En los alrededores de Arpea hay plantas mal¨¦ficas como el Aconitum napellus o matalobos, la planta m¨¢s venenosa de Europa. Aqu¨ª empieza la clase de geolog¨ªa: estamos ante un espectacular plegamiento en flysch oce¨¢nico formado a consecuencia del empuje de ?frica contra la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hace unos 30 millones de a?os. Hay constancia de presencia humana desde la Edad de Bronce. En la cueva hay pistas f¨®siles marinas como los Paleodictyon, los t¨²neles que hac¨ªan los organismos que viv¨ªan en el fondo del mar.
Aquel inmenso oc¨¦ano, que se transform¨® en bosque de con¨ªferas y robles, y despu¨¦s con el pastoreo, hace 5.000 a?os, en un inmenso hayedo, era a ojos de Hemingway el ¨²ltimo bosque medieval de Europa. La tierra de Basajaun y Basandere, se?ores de los bosques, reyes de Irati, os espera.
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