Buscando a Aurora en la Laponia noruega
Al norte del pa¨ªs escandinavo, esta regi¨®n es uno de los mejores lugares del mundo para observar auroras boreales, desde Troms? y las islas Lofoten hasta la provincia de Finmmark y Kirkenes
Llevaba varios d¨ªas en el C¨ªrculo Polar busc¨¢ndola. Pero no apareci¨®. Pas¨¦ noches de fr¨ªo intenso esper¨¢ndola en una tienda de campa?a, en medio del manto helado de Laponia. Y no lleg¨®. Lo intent¨¦ luego en un sitio m¨¢s civilizado, las afueras de Troms?, por si a ella le iba m¨¢s lo urbano que lo rural. Y tampoco. Andaba ya cabizbajo y medio ido, como andan los amantes despechados, apurando las escasas horas que restaban para el viaje de regreso ya cerrado, cuando la ¨²ltima noche se me ocurri¨® subir a la cima de la isla de Troms?ya, a un lago helado en cuyo centro se garantiza la pureza lum¨ªnica. Y de repente, nada m¨¢s bajar del taxi, ?la encontr¨¦! Estaba all¨ª, en lo alto, vestida de verde botella, elegante y sinuosa, balanceando sus largos brazos en la oscuridad polar. ?Era la aurora! ?La aurora boreal! Surcando con sus largos estambres el firmamento, como si una mano gigantesca hubiera lanzado anilina ¨Cverde colorante industrial¨C sobre el negro tapete de la b¨®veda celeste.
Existen pocos fen¨®menos atmosf¨¦ricos m¨¢s fascinantes, enigm¨¢ticos e imprevisibles que las auroras boreales. Puedes viajar al otro extremo del mundo, empe?ar tus ahorros y tu tiempo en la empresa, pasar noches enteras al raso y semicongelado¡ y volverte de vac¨ªo sin verlas. Y puedes tener la suerte del novato y encontr¨¢rtela flameando en el horizonte la primera vez que llegas a una zona propicia, como una bandera de gas fluorescente que alguien colgara del cielo cada noche.
Las auroras boreales son producidas por el impacto de part¨ªculas solares al chocar con la atm¨®sfera terrestre. El campo magn¨¦tico que rodea el globo terr¨¢queo las dirige hacia los polos terrestres. Pero en contra de la creencia popular, la mayor concentraci¨®n de auroras boreales no se produce en los polos, sino en una zona ovalada que rodea a ¨¦stos y que m¨¢s o menos coincide con los c¨ªrculos polares. Aunque existe un promedio de 240 noches con auroras en dichas regiones, hay que introducir una variable m¨¢s en el equipaje del cazador de auroras: la accesibilidad. Basta ver un mapa para percatarse de que la mayor¨ªa de esas zonas ubicadas entre el C¨ªrculo Polar ?rtico y el polo Norte son inaccesibles. Y no digamos las del hemisferio sur: el C¨ªrculo Polar Ant¨¢rtico cae sobre el oc¨¦ano y una parte incluso toca las costas de la Ant¨¢rtida.
Por eso, uno de los mejores lugares del mundo para ver este fen¨®meno, que fascin¨® a los primeros navegantes europeos que buscaban el paso del Noroeste, all¨¢ por el siglo XVI, es el norte de Noruega. Lugares como Troms?, las islas Lofoten, la provincia de Finmmark o Kirkenes cuentan con vuelos diarios desde Oslo, hoteles c¨¢lidos y confortables, buenas infraestructuras y empresas de servicios tur¨ªsticos, incluidas las caza-auroras, que llevan a los clientes a los lugares ¨®ptimos para contemplarlas.
Pero Laponia en invierno no son solo auroras. Sorprende que un territorio tan septentrional, cubierto por un manto de nieve durante toda la estaci¨®n invernal, ofrezca tantas cosas que ver y hacer. A los noruegos les gusta ironizar sobre los t¨®picos que los viajeros conocen del pa¨ªs: todos los fiordos son iguales, Noruega est¨¢ muy lejos, todo es muy caro, siempre hace fr¨ªo... Pero cuando m¨¢s se r¨ªen es cuando alg¨²n forastero afirma que Noruega es s¨®lo un destino veraniego.
Cuando el sur de Europa tirita de fr¨ªo, para los n¨®rdicos empieza la temporada alta. Si exceptuamos el queso marr¨®n, nada excita m¨¢s a un noruego que un paisaje nevado y una temperatura de -15?C. No en vano, aqu¨ª se invent¨® el esqu¨ª, hace al menos 4.000 a?os.
Para los turistas procedentes del soleado sur continental esta facilidad para aprovechar en su favor unas condiciones tan extremas es casi milagrosa. Todo, absolutamente todo, est¨¢ preparado en la Laponia de Noruega para disfrutar del invierno al aire libre.
Se pueden hacer, por ejemplo, recorridos en motos de nieve, veh¨ªculos que se han convertido ya en imprescindibles durante seis meses al a?o en estas latitudes. Los pastores samis los usan para controlar sus reba?os los padres para llevar a sus hijos al colegio y en zonas remotas es preferible ir a comprar el pan sobre la seguridad de sus ruedas-oruga que en coche.
Viajar pilotando tu propia motonieve por la gran altiplanicie de Finnmark, por ejemplo, una regi¨®n llana y escasamente arbolada donde se unen tres culturas, la noruega, la finlandesa y la rusa, es una manera soberbia de descubrir una Europa a¨²n virgen, por la que podr¨ªamos viajar durante d¨ªas sin tropezarnos con ning¨²n otro ser humano.
Otra manera m¨¢s natural (y ecol¨®gica) de desplazarse por Laponia en invierno es en trineo de perros. Adem¨¢s de haber sido un medio tradicional de transporte para todos los pueblos del ?rtico, y tambi¨¦n el m¨¦todo m¨¢s efectivo que los exploradores polares encontraron para avanzar por estos inh¨®spitos territorios, los trineos tirados por perros n¨®rdicos son ahora uno de los mayores atractivos tur¨ªsticos de Laponia.
Hay tambi¨¦n hoteles de hielo, saunas, paseos con raquetas, convivencia con pastores samis, pesca artesanal de bacalao, parques tem¨¢ticos para ni?os, una gastronom¨ªa basada en el reno y el pescado... y muchas actividades m¨¢s.
?Qui¨¦n dijo que en invierno el lejano Norte era aburrido?
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