Lviv, una ciudad en el div¨¢n
A lo largo de su historia, este enclave ucranio ha sido polaco, austroh¨²ngaro y sovi¨¦tico. Ahora descubre su propia y seductora identidad
Algo est¨¢ despertando en Lviv. Como el le¨®n al que hace referencia su nombre. Es una mezcla de identidad herida y modernidad ansiada, despu¨¦s de a?os, siglos incluso, de pertenencia a otros pa¨ªses y a otras culturas. Muestra de ello es la sucesi¨®n de nombres que esta ciudad ucrania ha tenido: fue Lw¨®w para los polacos, Lvov para los rusos, Lemberg para alemanes y austriacos, Le¨®polis para latinos y cat¨®licos y Lemberik para jud¨ªos. Despu¨¦s de los a?os de Gobierno sovi¨¦tico, en que se trat¨® de anularla, Lviv ha reflotado con su memoria y su belleza ilesas. Con 850.000 habitantes, es un centro econ¨®mico y cultural muy vivo. N¨²cleo de comerciantes y de religiosos, siempre fue habitada por jud¨ªos y polacos, m¨¢s muchos griegos y armenios. Pocos rusos. Barroca y neocl¨¢sica, intelectual y arm¨®nica, Lviv es, por fin, ella misma.
Esplendorosa entre finales del siglo XVIII y el primer tercio del XX, fue una urbe cosmopolita de primer orden, burguesa, comercial y universitaria, a la vez que una de las ciudades m¨¢s literarias de la Europa del Este. Ese esplendor a¨²n se conserva en sus calles del centro hist¨®rico y en sus edificios, por muy desconchados que est¨¦n. Lviv es de una belleza nost¨¢lgica que est¨¢ descubri¨¦ndose a s¨ª misma y exhibe un orgullo discreto, reforzado por la actual corriente de patriotismo causada por la situaci¨®n b¨¦lica de la parte oriental del pa¨ªs, preocupaci¨®n que est¨¢ latente en todas las conversaciones.
Elegante y hermosa, seductora y vigorosa, abierta a un turismo curioso y culto, Lviv ofrece al visitante la lentitud y el azar para pasear por sus calles. Muchos viajeros la recorren, entran en sus caf¨¦s, en sus museos, en sus comercios. Es una ciudad agradable y segura, que genera empat¨ªa instant¨¢neamente. Al llegar a Lviv y despu¨¦s de pasar los cinturones de casas pos-sovi¨¦ticas y de barrios sin personalidad ¡ªculminados por el gran monumento de la calle Stryska, un enorme conjunto escult¨®rico de 1971 a la memoria de los soldados sovi¨¦ticos¡ª, de inmediato, como por arte de magia, uno se ve trasladado a otro siglo. Ante nuestros ojos aparecen los escenarios literarios de Schnitzler, Zweig y Ch¨¦jov, m¨¢s los de la literatura jud¨ªa de los hermanos Singer. Muestra de ese tiempo pasado es el hotel George, de 1910, en la plaza Mitskevycha, donde el gran bulevar Svobody se une a la plaza Halytska. Desde aqu¨ª se descubre la serena calle Kopernika y la de Doroshenka, m¨¢s populosa y recorrida por un tranv¨ªa, tan de juguete que casi emociona. En un extremo del bulevar Svobody se alza el edificio barroco de la ¨®pera.
El bello casco antiguo gira en torno al Staryi Rynok, la plaza del Viejo Mercado, con cuatro estatuas paganas en sus esquinas: Neptuno, Adonis, Diana y Afrodita. Desde aqu¨ª salen las calles como rayos de sol, aunque en realidad forman una cuadr¨ªcula perfecta. Rodean la plaza casas con fachadas de colores, incluida una tiznada de negro, muy famosa. Pero lo que m¨¢s define Lviv son sus iglesias. Vale la pena visitar la ins¨®lita catedral armenia, del siglo XIV, la iglesia de la Transfiguraci¨®n, la de la Asunci¨®n, con su mamotr¨¦tica torre Kornyakt, plomiza e inquietante. La catedral latina est¨¢ junto a la recargada capilla Bo?m, as¨ª llamada por la familia h¨²ngara que la edific¨® en el XVII. La catedral de los Bernardos, de rito ortodoxo griego, a rebosar los domingos por sus hipn¨®ticos c¨¢nticos. Y por ¨²ltimo, la catedral ortodoxa de San Jorge, en la calle Prosvity, junto a los hermosos jardines de la Volodymyra Korolenka, solemne y vigilante.
La memoria de las ¡®mezuz¨¢s¡¯
Lo jud¨ªo, en cambio, ya no existe en Lviv. Ciudad de pogromos peri¨®dicos, el rastro de los jud¨ªos est¨¢ insinuado y pr¨¢cticamente olvidado a prop¨®sito. La ciudad lleg¨® a tener m¨¢s de 300.000. El patriotismo actual, antirru?so, ha olvidado las mezclas ¨¦tnicas que siempre convivieron en la ciudad. El barrio jud¨ªo estaba formado por las calles Rohatyntsiv, Staro?yevreyska, Serbska, Fedorova, hasta lo que queda de la vieja muralla. En Staroyevreyska se sit¨²a el solar donde estuvo durante cuatro siglos la gran sinagoga, Di Goldene Royz (la rosa dorada, en yidis). Un peque?o caf¨¦ jud¨ªo junto al solar es la ¨²nica referencia. La zona es la de mayor vida tur¨ªstica, con caf¨¦s y restaurantes con encanto.
En muchos portales quedan mezuz¨¢s o al menos los huecos que alojaban estos estuches cil¨ªndricos que guardaban un pergamino con dos vers¨ªculos de la tor¨¢. Pero los habitantes de Lviv apenas saben de qu¨¦ se trata. Los nazis crearon el gueto al norte de la calle Zamarstyn¨®w y de la Chornovola, pasada la l¨ªnea f¨¦rrea, en 1941. Hubo un campo terrible a ocho kil¨®metros del centro: el de Janowska, hoy Yaniv. Pero de todo esto, casi nadie sabe nada en Lviv. Su joven vieja identidad ha arrancado este cap¨ªtulo de su propio libro.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
Lviv se encuentra al oeste de Ucrania, a 540 kil¨®metros de Kiev, cerca de la frontera con Polonia. Varias aerol¨ªneas, como Turkish Airlines y Lufthansa, conectan Espa?a con Lviv con vuelos con escala. Se encuentran billetes de ida y vuelta desde unos 22 euros.
Adolfo Garc¨ªa Ortega es autor de la novela Pasajero K (Seix Barral).
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