Un c¨®ctel antes del auto de fe
Una de las c¨¢rceles del tribunal religioso es ahora un bar chic. Dos rutas tur¨ªsticas recorren lo que queda en Madrid y Sevilla de aquella cruenta instituci¨®n
La Santa Inquisici¨®n fue creada por los Reyes Cat¨®licos en Sevilla para acabar con los falsos jud¨ªos conversos. "Tras la Reconquista, la Inquisici¨®n fue una m¨¢quina un tribunal para juzgar y expulsar a la ¨¦lite judeoconversa que dominaba los cargos m¨¢s importantes de la Corte. Los castigaban y requisaban sus bienes", explica Jos¨¦ Mart¨ªnez Mill¨¢n, catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y autor de tres libros sobre la instituci¨®n, que funcion¨® durante m¨¢s de tres siglos y medio.
La primera etapa fue la m¨¢s cruenta. "Entre 1480 y 1510, con Tom¨¢s de Torquemada y Diego Deza al frente, hubo much¨ªsimas v¨ªctimas, m¨¢s que en periodos posteriores, aunque no tenemos cifras", apunta el catedr¨¢tico. Los expertos no se ponen de acuerdo si fueron miles o decenas de miles. Buena parte de la documentaci¨®n se ha perdido. "Cada vez que hab¨ªa una revuelta, alguien prend¨ªa fuego a esos archivos¡±, a?ade el profesor. Es durante este atroz periodo en que transcurre Assassins Creed, la adaptaci¨®n al cine del videojuego, que se estrena en cines el 23 de diciembre y que reconstruye un fastuoso auto de fe con la magnificiencia de Hollywood.
Las huellas de la Inquisici¨®n siguen presentes en ciudades como Madrid y Sevilla, aunque a veces no sea f¨¢cil reconocerlas. Algunos de aquellos lugares que antes infund¨ªan pavor ahora son, parad¨®jicamente, lugares para la diversi¨®n. Sobre el principal quemadero de Sevilla se ubic¨® la Feria de Abril durante siglo y medio, las mazmorras del Convento de Santo Domingo el Real en Madrid alojan una cocteler¨ªa y la tenebrosa y h¨²meda fortaleza sevillana de San Jorge ahora no es m¨¢s que un mercado donde tomarse unos huevos a la flamenca y brindar con una copa de fino. Esto es lo que queda de la Inquisici¨®n.
? ? ?Ruta de la Inquisici¨®n en Sevilla? ? ? ? ? ? ??Ruta de la Inquisici¨®n en Madrid
?
Castillo de San Jorge
En la orilla este del r¨ªo Guadalquivir se alzaba la fortaleza andalus¨ª de San Jorge. Oscura. Con pocas ventanas, sombr¨ªa y enigm¨¢tica, fue la sede de la Inquisici¨®n en Sevilla desde 1481. Se encontraba fuera de la ciudad, a la que se llegaba cruzando un precario puente construido con 13 barcas conectadas por tablones, el antecesor del puente de Triana. Hoy solo quedan los cimientos. "Era un sitio id¨®neo para torturar con discreci¨®n y evitar las fugas", explica Eva D¨ªaz P¨¦rez, periodista sevillana, autora de Memoria de Cenizas, una novela sobre unos monjes ajusticiados por el Tribunal del Santo Oficio.
La Inquisici¨®n ocup¨® las h¨²medas salas del castillo durante siglo y medio. Despu¨¦s pas¨® a manos del Conde Duque de Olivares, aunque los inquisidores volvieron por un corto periodo hasta su marcha definitiva en 1785. En el siglo XIX fue demolido para construir el mercado de abastos que hoy existe. Recientemente se han recuperado los pilares del antiguo castillo, en el s¨®tano del mercado, y se ha abierto un centro de interpretaci¨®n que recrea la historia del edificio y donde se pueden contemplar los restos. Un peque?o callej¨®n, denominado de la Inquisici¨®n, junto al mercado, recuerda el lugar donde estuvo la instituci¨®n.
Iglesia de la Magdalena
Fue la primera sede del Tribunal hispalense de la Inquisici¨®n. "Se improvis¨® all¨ª porque era una Iglesia-convento de los dominicos, la orden que controlaba la Inquisici¨®n", cuenta Eva D¨ªaz. El templo fue destruido en 1811 y poco despu¨¦s se construy¨® la iglesia actual. En su interior, adem¨¢s de varios lienzos de Zurbar¨¢n, hay un mural del sevillano Lucas Vald¨¦s que reproduce un auto de fe real. Muestra el camino al quemadero de Diego L¨®pez Duro, un mercader de Osuna (Sevilla), condenado por practicar el juda¨ªsmo.
Plaza de San Francisco
Los imponentes autos de fe se ejecutaban en los centros simb¨®licos del poder. "En Madrid se hac¨ªan en la Plaza Mayor y en Sevilla, en el lugar donde se ubicaban el Consistorio, la Audiencia de Justicia y la C¨¢rcel Real, en la que, por cierto, estuvo encerrado Miguel de Cervantes", argumenta la periodista.
Los autos eran juicios en los que los reos vest¨ªan el sambenito y la coroza ¡ªun peto y un capirote¡ª decorados con su pecado y su penitencia. Estos eventos pod¨ªan durar todo el d¨ªa e impactaban por su imponente puesta en escena: un tablado cuadril¨¢tero que ocupada casi toda la plaza, con gradas donde se colocaba la nobleza, el clero y el funcionariado. En el centro, en un espacio m¨¢s bajo que el resto, estaban los acusados. Casi bajo la tierra, en un simb¨®lico purgatorio.
Prado de San Sebasti¨¢n
Los lugares donde se ejecutaban a las v¨ªctimas de la Inquisici¨®n se conoc¨ªan como quemaderos. Sevilla contaba con dos, adonde se llevaba a los condenados tras el auto de fe. Uno se ubicaba en Campo de Tablada, en el espacio que hoy ocupa una base a¨¦rea militar. El otro estaba en el Prado de San Sebasti¨¢n, una zona donde se realizaban enterramientos ¡ªantes de popularizarse los cementerios como recintos cerrados en el siglo XVIII¡ª.
"La muerte ha estado muy presente all¨ª, con cada subida del Guadalquivir, la riada desenterraba los cad¨¢veres", explica D¨ªaz. Hoy el Prado es un parque junto a la Plaza de Espa?a. Entre 1847 y 1973 acogi¨® la Feria de Abril, antes de trasladarse a un recinto mayor en Los Remedios. "Resulta impactante que un lugar donde la Inquisici¨®n provoc¨® tanto sufrimiento, se transformara en un espacio para la alegr¨ªa, donde comer, beber y celebrar la vida", apunta la escritora.
Las mazmorras del Santo Oficio
La Inquisici¨®n tuvo sede en Madrid despu¨¦s de que la Corte se instalara en la ciudad en 1561. Estaba en un convento, hoy desaparecido, en la actual plaza de Santo Domingo. La calle por la que se acced¨ªa se llam¨® durante mucho tiempo, de la Inquisici¨®n, hoy calle de Isabel la Cat¨®lica. En sus calabozos se encerraba a los procesados, que hab¨ªan sido condenados en auto de fe en la cercana Plaza Mayor, y que luego ser¨ªan quemados en la actual glorieta de Ruiz Jim¨¦nez.
El historiador y periodista Padre de R¨¦pide menciona la v¨ªa en su libro Las calles de Madrid, que recoge art¨ªculos publicados en el diario La Libertad en 1921."Ll¨¢mase tambi¨¦n de la Inquisici¨®n, por haber estado en su casa n¨²mero 4 la c¨¢rcel del Santo Oficio. Cons¨¦rvase la casa de la Inquisici¨®n, donde estuvieron sus prisiones hasta 1820, en que ya fue suprimida, y debi¨® estarlo desde el tiempo de Jos¨¦ Bonaparte, que fue el primero en abolir el Santo Oficio".
Las mazmorras se pueden visitar hoy, aunque nada recuerda a sus antiguos moradores. El edificio fue derribado en 1869 y en el solar se construy¨® un hotel, el de Santo Domingo, cuyos s¨®tanos albergan una moderna cocteler¨ªa. "Pudieron ser los calabozos, o una despensa, no se sabe", afirma la portavoz del hotel para justificar que nada recuerde el hecho hist¨®rico. Hay otro resto del convento, un pozo, en el n¨²mero 3 de la calle de Campomanes. Pero no se puede visitar porque forma parte de un edificio privado.
El ¨²ltimo Consejo
Este caser¨®n de la calle de Torija, junto al Senado, es uno de los pocos edificios de la Inquisici¨®n que se conservan. Se construy¨® para la instituci¨®n, que hasta entonces sol¨ªa aprovechar iglesias, conventos y monasterios para sus dependencias. Fue proyectado por Ventura Rodr¨ªguez y en ¨¦l se instal¨® el Tribunal desde 1782 hasta su abolici¨®n en 1834. Cuando las tropas napole¨®nicas llegaron a la ciudad en 1808 abolieron la Inquisici¨®n. ¡°El ej¨¦rcito franc¨¦s entr¨® en la sede del Consejo buscando riquezas, pero no encontr¨® nada de eso. El rey hab¨ªa ido reduciendo su poder econ¨®mico durante a?os¡±, cuenta Jos¨¦ Mart¨ªnez Mill¨¢n. A finales del XIX, la mansi¨®n se convirti¨® en convento de las Hermanas Reparadoras. El Senado lo compr¨® en 2008 para instalar parte de sus oficinas.
Plaza Mayor
Los pocos autos de fe que se realizaron en la reci¨¦n estrenada capital del Reino se convirtieron en eventos espectaculares. Una pintura de Francisco Rizi, que puede verse en el Museo del Prado, muestra la grandiosidad del evento en una plaza completamente renovada por orden de Felipe II. "La Inquisici¨®n ten¨ªa que imponer respeto", apunta el historiador Juan Carlos Gonz¨¢lez, due?o de Carpetania, una asociaci¨®n que organiza rutas y visitas guiadas por Madrid. Los balcones se llenaban de gente para presenciar este acto, en el que estaban participaban la nobleza, el clero y el Estado, cuyos delegados se colocaban en las gradas seg¨²n la jerarqu¨ªa social, con los de mayor categor¨ªa arriba.
El rey se sentaba en la tribuna con su familia. A la izquierda, en la pintura de Rizi, se distingue el solio donde se colocaba en inquisidor general. Los reos esperaban en el centro. Si hab¨ªan muerto o estaban huidos antes de ser juzgados, se les representaba con una estatua que llevaba una inscripci¨®n con sus delitos y una caja con sus huesos. El veredicto pod¨ªa convertirles en penitenciados, que tras cumplir una condena se reconciliaban con la Iglesia, o en relajados, que eran condenados a muerte.
Glorieta de Ruiz Jim¨¦nez
Los quemaderos se instalaban en las afueras "para que la ciudad no oliera a carne quemada", apunta Gonz¨¢lez, de Carpetania. Aparte de en la glorieta de Ruiz Jim¨¦nez, que tambi¨¦n se conoce como glorieta de San Bernardo, el otro quemadero estaba junto a la Puerta de Alcal¨¢, entre las actuales calles de Claudio Coello, de Columela y de Conde de Aranda. En 1749 se construy¨® en ese punto una plaza de toros que funcion¨® hasta 1874.
Plaza de la Cruz Verde
"Toma el nombre del s¨ªmbolo de la Inquisici¨®n que representa la cruz reverdecida frente a la cruz seca del pecado", apunta el catedr¨¢tico.?En la confluencia de las actuales calles de Segovia y de la Villa se encontraba este espacio en el que se llevaban a cabo autos de fe sin p¨²blico que se conoc¨ªan como autillos. "Uno de los m¨¢s relevantes fue el que conden¨® en 1778 al escritor y pol¨ªtico Pablo de Olavide. All¨ª no se aplicaba el garrote vil a los reos", termina Juan Carlos Gonz¨¢lez de Carpetania.
Ruta de la Inquisici¨®n en Sevilla
Esta noticia, patrocinada por Assassins Creed, ha sido elaborada por un colaborador de EL PA?S.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.