Pazo de Oca, laberinto de camelias
En A Estrada, Pontevedra, se acerca el momento de los camelios floridos en uno de los jardines gallegos m¨¢s fascinantes
Uno se pasa la vida recorriendo los viejos jardines renacentistas y barrocos de Italia, Francia o Inglaterra, buscando las joyas del paisaje ordenado por los hombres, sin caer en la cuenta de que ten¨ªa lo mejor en casa. En el coraz¨®n de Galicia, tras la bruma del Pico Sacro, sobre las riveras del valle del Ulla. El Pazo de Oca, entre los 10 jardines m¨¢s hermosos del mundo. Elaborado en los siglos XVIII y XIX, el Pazo de Oca aglutina el estilo paisaj¨ªstico ingl¨¦s, aparentemente desordenado, donde la naturaleza se expresa en libertad, con los rigores del jardinismo franc¨¦s, concluyendo, quiz¨¢ de manera inadvertida, en la herencia hispano-musulmana. La del jard¨ªn cultivado y la del agua, la que hace convivir la producci¨®n agr¨ªcola, la huerta, con los primores ornamentales de la m¨²sica y las flores.
El Pazo de Oca est¨¢ colmado de joyas. Tiene, como los buenos museos, obras maestras: un sugi o Cryptomeria japonica, el ¨¢rbol nacional de Jap¨®n, de m¨¢s de 400 a?os; una descomunal secuoya de California; alg¨²n tejo de colecci¨®n, categor¨ªa Taxus baccata Fastigiata; y el camelio m¨¢s esbelto de Europa, 12 metros de altura, de la variedad Camellia reticulata subtipo Captain Rawes, haciendo honor al introductor de esta especie oriental en el viejo mundo.
Parterres de boj
La identidad del pazo tambi¨¦n funciona como la de los grandes museos, est¨¢ conformada por una muestra de sus grandes representantes, contiene el equ¨ªvoco de la vida. En este caso, a trav¨¦s de dos laberintos, uno de ¨¢rboles de camelias y otro de parterres de boj. Ambos est¨¢n dise?ados para dejarse llevar, para el paseo abierto; el grande, con un recorrido de ida y vuelta superior a un kil¨®metro, invita a perderse, y el peque?o, cuyo dise?o est¨¢ encerrado en un min¨²sculo azulejo de la catedral de Canterbury, a encontrarse. Tambi¨¦n hay caprichos y homenajes en el pazo: arriates podados para parecerse a figuras de los cuentos universales. Y un estanque doble, separado por un puente de piedra cubierto de parras, con dos islas en su centro talladas en granito con forma de barca; en la primera de ellas, una figura humana de pie, intermediando entre las aguas de arriba, que representan a las virtudes, y las aguas de abajo, que representan a la oscuridad.
Partiendo de un baluarte defensivo militar del siglo XV, el pazo fue construido en estilo barroco con una larga fachada equilibrada por dos torres gemelas. Su promotor, Andr¨¦s Gayoso de Neira y Sotomayor, VI se?or de Oca, no solo reh¨ªzo la casa y plant¨® sus armas sobre los muros, sino que concibi¨® el primer jard¨ªn, lo pobl¨® de plantas ex¨®ticas y mand¨® construir los embalses paralelos que centran el conjunto. Cien a?os despu¨¦s, en 1866, Fran?ois de Vi¨¦, jardinero del Palacio Real, integr¨® el jard¨ªn con la naturaleza circundante, ampliando la senda que comunicaba la laguna de los estanques y el bosque de Guillufe con una plantaci¨®n alineada de tilos cerrada por setos de boj siguiendo un patr¨®n de medias esferas y l¨ªneas rectas. En la entrada de esta otra Avenida de los Tilos, una escalinata de piedra y dos peque?os bancos permiten contemplar toda su dimensi¨®n. Hay que detenerse en estos lugares. En el lavadero de finales del setecientos, cubierto por un tejado de madera a cuatro aguas; en el h¨®rreo de la zona de la era, tan caracter¨ªstico del valle del Ulla, tan gallego. O en el invernadero, uno de los m¨¢s antiguos de Espa?a, con sus enormes pilares de granito y su fachada de cristaleras blancas de madera orientadas hacia el Sur.
Tambi¨¦n hay caprichos y homenajes: arriates podados como figuras de los cuentos universales. Y un estanque doble
Si quieren disfrutar del espect¨¢culo del jard¨ªn en su plenitud, vayan en marzo, cuando las camelias explosionan en rojos, rosas y blancos. Yo estuve en verano, cuando todos los tonos de azul de las hortensias se inclinan sobre las aguas de los estanques. Igual es el mejor momento para contemplar desde el puente esas cisternas m¨¢gicas en las que parecen flotar las barcas de piedra. Desde el banco corrido, entre las luces y sombras que transparentaba el emparrado, busqu¨¦ en la web y encontr¨¦ un art¨ªculo en el que la duquesa de Medinaceli, quien recibi¨® esta propiedad en herencia en 1948 y tard¨® menos de cinco a?os en abrirla al p¨²blico, explicaba su fascinaci¨®n por un lugar cuyo primer estanque alberga ¡°un barco de guerra, lleno de fieras, representando la maldad y la guerra, y el segundo, un barco de pescadores navegando pl¨¢cidamente, como s¨ªmbolo de la bondad y la paz¡±. Entre ellos ¡ªcontinuaba¡ª, la figura enhiesta ¡°del se?or de las sierpes, como intermediario entre los dos mundos: el del estanque de arriba, el de las virtudes, y el de aguas turbulentas del de abajo, el de las vanidades del mundo¡±. ¡°?El Cielo y el Infierno, el Bien y Mal, la Tormenta y la Calma? ?Acaso el Yin y el Yang?¡±, preguntaba el periodista. ¡°Por supuesto ¡ªrespond¨ªan los duques en el citado texto¡ª, tambi¨¦n el Yin y el Yang, y la Noche y el D¨ªa, y la Oscuridad y la Luz, la vida misma¡±.
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