Marsella, mirador al Mediterr¨¢neo
El mar lo impregna todo en la segunda ciudad francesa m¨¢s poblada, con barrios encantadores como el de Panier
Marsella, la capital de la Provenza, es un puerto de 855.000 habitantes en el que se tocan las cuatro esquinas del Mediterr¨¢neo, y que tiene tanto de Lyon o Par¨ªs como de N¨¢poles o Argel, considerada como su hermana gemela al otro lado del mar. En un mismo d¨ªa nos perderemos por un bazar del norte de ?frica, descubriremos uno de los edificios m¨¢s interesantes de Le Corbusier y contemplaremos la puesta de sol en un archipi¨¦lago que parece recortado del Egeo.
En el castillo de If, en el archipi¨¦lago de Frioul, Alejandro Dumas imagin¨® encarcelado al Conde de Montecristo
9.00 El puerto colonial
Se llegue en avi¨®n o en tren ¡ªexiste una l¨ªnea de alta velocidad entre Madrid, Barcelona y Marsella¡ª, la estaci¨®n de Saint-Charles (1) da la bienvenida al viajero. Fue construida en 1848 sobre una colina desde la que se contempla toda la ciudad, incluida la bas¨ªlica de Notre Dame de la Garde?(2), cuya silueta no desaparecer¨¢ del horizonte en las pr¨®ximas 24 horas. En la escalera monumental que une Saint-Charles con la ciudad est¨¢n representadas las alegor¨ªas de ?frica y Asia, que nos recuerdan que Marsella fue el principal puerto colonial franc¨¦s.
9.30 Una galleta, un barco
A escasos 10 minutos de la Gare de Saint-Charles, junto a las neog¨®ticas agujas de la iglesia de los R¨¦form¨¦es?(3), encontramos la P?tisserie Plauchut (4), cuya decoraci¨®n decimon¨®nica da prueba de sus 200 a?os de historia. Ubicada al comienzo de La Canebi¨¨re, en tiempos el bulevar m¨¢s elegante de Marsella, esta pasteler¨ªa ofrece una riqu¨ªsima variedad de dulces t¨ªpicos, entre los que destacan las navettes, unas galletas con forma de barquito que se toman el d¨ªa de la Candelaria, el 2 de febrero.
10.30 La medina de Noailles
Despu¨¦s del cruce de La Canebi¨¨re con el Boulevard Garibaldi comienza el Quartier de Noailles. A lo largo del siglo XX sus empinadas cuestas acogieron tanto a los armenios expulsados del imperio otomano tras la Primera Guerra Mundial como a los pied noirs (pies negros), los franceses repatriados tras la independencia de Argelia. Prueba de este cosmopolitismo es el mercado des Capucins (5), un colorista zoco callejero que de lunes a s¨¢bado re¨²ne puestos de verduras, carnes, dulces y especialidades del Magreb, como pastelas o burekas. Tambi¨¦n en Noailles se sit¨²a uno de los comercios con m¨¢s solera de la ciudad, la Maison Empereur (6), una ferreter¨ªa, cuchiller¨ªa, droguer¨ªa, jugueter¨ªa y tienda de todo lo imaginable fundada en 1827 que conserva cierto estilo vintage. No faltan ni el cl¨¢sico jab¨®n de Marsella ni las tomettes, los baldosines hexagonales t¨ªpicos de la Provenza.
11.30 Un paseo en autob¨²s
Si seguimos bajando por La Canebi¨¨re encontraremos la parada del autob¨²s 521, que nos acercar¨¢ a la Unit¨¦ d¡¯Habitation (7), declarada en 2016 patrimonio mundial por la Unesco junto a otros 16 proyectos de Le Corbusier. Adem¨¢s de ser una muestra arquitect¨®nica sobresaliente del movimiento moderno, su toque brutalista que no oculta al ojo el uso del hormig¨®n armado, la peculiaridad de reunir usos residenciales y servicios en un solo edificio y la sutileza de los detalles constructivos lo convierten en una obra maestra. Desde la cafeter¨ªa del hotel Le Corbusier, ubicada en la tercera planta y decorada exclusivamente con muebles del arquitecto y de su colega Charlotte Perriand, se puede divisar el archipi¨¦lago de Frioul (8), que visitaremos m¨¢s tarde.
13.00 El Vieux Port
Como si fuera un lago, el Vieux Port, el viejo puerto de Marsella, se adentra hasta el mismo coraz¨®n de la ciudad flanqueado por dos macizos de roca que nos impiden ver el mar. Siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj se suceden al norte el H?tel-Dieu (9), antiguo hospital del siglo XVIII reconvertido en hotel de cinco estrellas, el Ayuntamiento?(10) y el Fort Saint-Jean (11), conectado por una pasarela con el MuCEM, el Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterr¨¢neo (12). Y al sur, el Palais du Pharo (13), construido como residencia para Napole¨®n III, y la abad¨ªa medieval de San V¨ªctor (14). Para comer, nos acercamos al Cours d¡¯Estienne d¡¯Orves, una animada plaza que ocupa el solar de los antiguos arsenales de la marina real francesa. Aqu¨ª abre sus puertas la librer¨ªa-restaurante Les Arcenaulx?(15), donde podemos probar la bouillabaisse, una contundente sopa de pescado, ojear antiguas gu¨ªas de viaje o comprar algunos cl¨¢sicos de la literatura en provenzal.
15.00 Chocolate con aceite de oliva
Aunque la tradici¨®n provenzal se ha disuelto en la amalgama de culturas que hoy es Marsella, todav¨ªa existe un barrio que recuerda a la vecina ciudad de Aix-en-Provence. Su nombre es Le Panier y tiene numerosos caf¨¦s, talleres de artesanos y una bomboner¨ªa en la que producen chocolate con aceite de oliva, L¡¯Esperantine (16). Tras pasear por sus calles podemos sentarnos a descansar en el patio de la Vieille Charit¨¦ (17), sede de varios museos de arqueolog¨ªa y antropolog¨ªa. De vuelta hacia el viejo puerto, nos detenemos en la catedral de Santa Mar¨ªa la Mayor (18), caprichosa construcci¨®n decimon¨®nica de estilo rom¨¢nico sien¨¦s.
17.00 Un trago en La Caravelle
Antes de que caiga el sol vamos a embarcarnos rumbo al archipi¨¦lago de Frioul, la zona insular de Marsella, pero mientras esperamos al ferri que parte del Vieux Port (5,60 euros por trayecto), podemos tomar un pastis (licor de an¨ªs) en el pub La Caravelle?(19). La traves¨ªa no dura m¨¢s de 20 minutos. Tras pasar junto a la peque?a isla en la que se levanta el castillo de If?(20), donde Alejandro Dumas imagin¨® encarcelado al Conde de Montecristo, alcanzamos Pom¨¨gues y Ratonneau. Merece la pena acercarse hasta alguna de sus preciosas calas para contemplar el anochecer. ?Parece mentira que estemos en la segunda ciudad m¨¢s grande de Francia! Aunque decir Francia se queda corto para hablar de Marsella, la gran capital del Mediterr¨¢neo.
Ignacio Vleming es poeta, autor?de Cart¨®n f¨®sil (editorial La Bella Varsovia).
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