Barcel¨® Torre de Madrid, la fantas¨ªa madrile?a de Jaime Hay¨®n

A la hora del desayuno pueden acabarse los churros sobre el estante. Revisas una y otra vez que no se encuentren en otro estante diferente del buf¨¦. Te resignas a colocar en el plato una cucharada de guacamole y otra de hummus, mientras pides un caf¨¦ al camarero de turno. Al regresar a tu mesa encuentras, oh, sorpresa, un surtido ordenado de churros y un taz¨®n de chocolate caliente. Alguien ha le¨ªdo tus pensamientos.

As¨ª se presenta en Madrid el grupo Barcel¨®, comprometido en la superaci¨®n de su estigma vacacional para convertirse en una de las nuevas referencias del lujo urbano. Una cadena hotelera dispuesta a desafiar en hospitalidad a las vacas sagradas del turismo internacional de altos vuelos ¡ªFour Seasons, Mandarin Oriental y, m¨¢s recientemente, Meli¨¢¡ª gracias a la ¨²ltima tecnolog¨ªa de conocimiento del hu¨¦sped y al hechizo emocional que provocan las siglas de Airbnb y sus alquileres tur¨ªsticos.

Aunque parezca espont¨¢neo y libre, nada se deja aqu¨ª a la improvisaci¨®n. La plantilla se ejercita en una atenci¨®n de manual. Mientras unos detectan las necesidades de los hu¨¦spedes, otros se ocupan de sus aspiraciones a trav¨¦s de una observaci¨®n cr¨ªtica e inteligente de sus reacciones, de sus movimientos.

Nos hallamos en uno de los edificios m¨¢s emblem¨¢ticos de la capital: la Torre de Madrid, otrora sede de l¨ªneas a¨¦reas y de grandes operadores tur¨ªsticos, en un costado de la plaza de Espa?a. El m¨¢s internacional de los dise?adores madrile?os, Jaime Hay¨®n, se ha encargado de su interiorismo. El paisaje interior creado es relajante, consecuente con el alto nivel de los servicios, sin perder ninguno de los gui?os neobarrocos que han hecho famoso al artista. Especialmente excitantes son el gran sal¨®n vestibular, un espacio di¨¢fano y corrido desde el mostrador de recepci¨®n, en la segunda planta del edificio. Y, sobre todo, el espacio para desayunar, luminoso y caprichoso, proyectado a trav¨¦s de una enorme cristalera hacia la masa arbolada que flanquea la plaza. Otras vistas a tener en cuenta proceden del restaurante Somos, exigente en sus elaboraciones culinarias y en la panor¨¢mica neoyorquina que ofrece sobre la Gran V¨ªa, panor¨¢micas que se repiten desde las habitaciones.