?Cachalote a la vista!
En el archipi¨¦lago portugu¨¦s de Azores se pueden avistar hasta 24 especies de cet¨¢ceos, entre ellas la ballena azul, el animal m¨¢s grande del planeta
Aunque safari en suajili significa viaje, con el paso del tiempo ha pasado a definir cualquier expedici¨®n cineg¨¦tica o fotogr¨¢fica que tenga por objeto la b¨²squeda de especies animales terrestres, especialmente en ?frica. Si lo esencial en los safaris es el rastreo de animales, por extensi¨®n se podr¨ªa hablar tambi¨¦n de safari de ballenas cuando la actividad consiste en la localizaci¨®n, contemplaci¨®n y disfrute de estos prodigiosos mam¨ªferos marinos. Pues bien, es posible que en ning¨²n otro sitio del mundo, como en las islas Azores, se pueda llegar a contemplar hasta 24 especies distintas de cet¨¢ceos, incluyendo el cachalote y la ballena azul- el animal m¨¢s grande del planeta-, cuyo mayor ejemplar conocido media 33,85 metros y se caz¨® en 1909 en Georgia del Sur.
Los azorianos han tenido hist¨®ricamente una estrecha relaci¨®n con las ballenas, pues, de una u otra forma, siempre han vivido o dependido de ellas; primero caz¨¢ndolas, desde mediados del siglo XX, y despu¨¦s desarrollando una pujante industria ecotur¨ªstica alrededor de su b¨²squeda y observaci¨®n. El ¨²ltimo cet¨¢ceo procesado en las factor¨ªas isle?as fue en 1987. Dos a?os despu¨¦s, en 1989, se iniciar¨ªan las actividades de avistamientos balleneros en el archipi¨¦lago.
Las normas imponen una distancia m¨ªnima de 50 metros para la observaci¨®n, salvo que la propia ballena se aproxime
Las islas Azores supieron transformar acertadamente la caza de ballenas en otra actividad m¨¢s pac¨ªfica y quiz¨¢s tambi¨¦n m¨¢s rentable, la de su contemplaci¨®n. Las torres de vig¨ªa estrat¨¦gicamente situadas en los puntos m¨¢s elevados de la costa y utilizadas, en otro tiempo, para avistar los surtidores que delataban la presencia de los codiciados cachalotes, mantienen hoy d¨ªa la misma funci¨®n de localizaci¨®n, pero para facilitar exclusivamente su observaci¨®n y conservaci¨®n.
Los mismos enclaves del archipi¨¦lago desde los que part¨ªan los barcos depredadores ¨CAngra do Heroismo, Ponta Delgada, Horta, Lages¨C se han convertido en centros de divulgaci¨®n y protecci¨®n de cet¨¢ceos, as¨ª como puertos de salida de las embarcaciones destinadas a su avistamiento y estudio.
Aunque en la ¨¦poca alta de migraciones pueden observarse estos enormes ejemplares casi desde cualquiera de las localidades isle?as, es m¨¢s probable que tan deseados encuentros se produzcan zarpando de las islas y puertos que, en su momento, tuvieron mayor actividad ballenera. Entre todos ellos, el puerto de Lages, en la isla de Pico, es el lugar emblem¨¢tico para emprender la aventura. Desde aqu¨ª, en 1876, el capit¨¢n Anselmo inici¨® en Azores la caza del cachalote. Y tambi¨¦n fue en Lages donde, en 1989, Serge Viallelle comenz¨® la actividad de observaci¨®n de ballenas. Actualmente regenta su empresa de avistamientos y no es dif¨ªcil verle en la terraza del hotel-restaurante del que tambi¨¦n es propietario en el puerto.
Mejor en primavera
En nuestra particular incursi¨®n ballenera hemos salido a su encuentro desde tres islas distintas: Terceira, Faial y Pico. Pese a que los bi¨®logos que suelen participar en estas exploraciones te advierten de que los avistamientos pueden o no producirse, lo m¨¢s habitual es que en plena temporada de primavera no solo puedas ver juguetones delfines surfeando la estela que deja el barco, o zigzagueando delante de su proa. Tambi¨¦n alg¨²n rorcual com¨²n, alguna ballena azul de camino a aguas m¨¢s fr¨ªas del norte, alguna yubarta o incluso alguno de los muchos cachalotes que pueblan estas ricas y profundas aguas. Nuno, bi¨®logo y gu¨ªa de Aguiatur, asegura haber llegado a ver hasta 12 especies diferentes en un mismo d¨ªa.
En nuestra primera ma?ana de safari oce¨¢nico, adem¨¢s de los casi omnipresentes delfines, avistamos un rorcual com¨²n, dos ballenas azules y siete u ocho cachalotes, incluyendo una familia de cinco ejemplares integrada por un par de hembras, un macho joven y dos cr¨ªas. Los cachalotes llegan a medir hasta 20 metros, pesar 50 toneladas, alcanzar los 3.000 metros de profundidad y permanecer sumergidos hasta 90 minutos. Como entre dichas inmersiones suelen permanecer respirando en la superficie varios minutos, fueron en su tiempo la presa predilecta de los balleneros; resultaba m¨¢s f¨¢cil darles caza que al resto de especies. Adem¨¢s, gracias a la gran cantidad de aceite que acumulan en su cabeza, una vez cazados flotaban, haciendo su arrastre hasta puerto m¨¢s sencillo.
Aunque en algunos lugares del mundo es posible observar cet¨¢ceos realizando inmersiones submarinas, o desde el aire, en Azores la ¨²nica opci¨®n permitida para avistar ballenas es a bordo de embarcaciones autorizadas, alej¨¢ndose entre siete y 20 millas de la costa. La ¨²nica oportunidad de zambullirse e interactuar con los cet¨¢ceos, ofrecida por las 21 embarcaciones autorizadas para observaciones de ballenas en el archipi¨¦lago portugu¨¦s, se da cuando aparece un grupo de delfines, que suelen presentarse en grandes manadas (en ocasiones de hasta 500 individuos).
La clave del ¨¦xito
Los operadores balleneros cuentan con vigilantes apostados en los promontorios m¨¢s altos de la isla, pieza clave para el ¨¦xito de una salida al mar. Con prism¨¢ticos de precisi¨®n atisban las columnas de vapor surgiendo del mar y avisan por radio a sus embarcaciones para que lleguen a observar al deseado cet¨¢ceo. En d¨ªas con horizontes de cielos nublados es m¨¢s f¨¢cil para estos vig¨ªas distinguir el surtidor blanco, destacando contra el tormentoso fondo oscuro. Incluso son capaces de diferenciar a la especie de cet¨¢ceo seg¨²n el tipo de surtidor que observen. Las grandes ballenas barbadas, como el rorcual com¨²n o la ballena azul, lanzan una exhalaci¨®n vertical hasta una altura de 10 o 12 metros. Algunas emiten un chorro ¨²nico y otras, como la ballena jorobada, doble. El cachalote lanza produce un chorro respiratorio de menor altura y con un grado de inclinaci¨®n de 45 grados.
Otro sistema para localizar a los cachalotes es el hidr¨®fono, una especie de potente micr¨®fono que se sumerge en el agua y capta los clicks que emiten los cachalotes para ecolocalizar a sus presas o para comunicarse entre si. Ya en el agua, las normas de seguimiento de cet¨¢ceos imponen una distancia m¨ªnima de observaci¨®n de 50 metros, salvo que sea la propia ballena la que se aproxime a la embarcaci¨®n, en cuyo caso la distancia la decide el propio animal.
Entre los grandes cet¨¢ceos que pueden observarse en las Azores, los cachalotes muestran siempre su aleta caudal al sumergirse: para poder alcanzar las grandes profundidades a las que descienden realizan una inmersi¨®n casi vertical. La mayor parte de los rorcuales, y en especial la ballena azul, ense?an su aleta dorsal y lomo, y apenas dejan ver su cola, ya que sus inmersiones son menos profundas.
La experiencia de explorar las aguas de las Azores en busca de ballenas es algo realmente emocionante. Desde el mismo momento en el que abordas la lancha neum¨¢tica, empiezan a suceder cosas. Primero escuchas las conversaciones de radio entre el vig¨ªa, ubicado en su atalaya de la costa, y el bi¨®logo que te acompa?a a bordo. Minutos despu¨¦s desde que el vig¨ªa informa de la especie avistada y la zona donde se encuentra, la embarcaci¨®n llega al punto indicado, donde se observa la huella acuosa dejada por el cet¨¢ceo, rastro que recuerda a la estela de peque?as turbulencias que produce a su paso una embarcaci¨®n. Si el cet¨¢ceo sigue desplaz¨¢ndose en superficie, a continuaci¨®n se contempla la silueta del animal transparent¨¢ndose bajo el agua mientras el gu¨ªa advierte de que el gigante acu¨¢tico se dispone a salir a respirar para que nadie se pierda la visi¨®n o el oportuno disparo de tu c¨¢mara. Esta operaci¨®n de sumergirse superficialmente se repite tres o cuatro veces antes de que este coloso del mar se sumerja m¨¢s profundamente por espacio de varios minutos, si se trata de una ballena barbada, o de m¨¢s tiempo en el caso de que sea un cachalote. En funci¨®n de las especies de cet¨¢ceos observados, estos encuentros permiten ver a la yubarta sacar todo su cuerpo del agua en uno de los saltos mas incre¨ªbles y prodigiosos de la naturaleza.
Gu¨ªa
- Aguiatur, en Angra do Hero¨ªsmo (Terceira), Azores Experiences, en Horta (Faial) y Portugal Tours ofrecen, entre otras, excursiones de avistamiento de ballenas.
- Turismo de Azores ofrece un listado de empresas que operan desde las diferentes islas.
Visitas en tierra
Un complemento perfecto para enriquecer esta experiencia en el mar es visitar, en tierra, los lugares que guardan la memoria isle?a de una historia compartida entre hombres y ballenas. En Pico se encuentra, por ejemplo, el museo de la caza de ballenas de Lages, as¨ª como una de las peque?as torres de vigilancia costera construida para localizar cachalotes en tiempos de caza, y? reconvertida desde finales de los a?os ochenta para localizar cet¨¢ceos con el fin de disfrutar de su observaci¨®n. En Lages es posible igualmente ver, externamente, algunas de las factor¨ªas en las que se procesaban los cet¨¢ceos. Una de ellas, la de Sibil Oleos e Farinhas, ha sido reconvertida en un moderno centro de interpretaci¨®n donde se cuenta el d¨ªa a d¨ªa de aquellos esforzados cazadores.
En Horta, capital de la isla de Faial, y m¨¢s concretamente en Porto Pim, est¨¢ la fabrica de ballenas, la mayor factor¨ªa de despiece y procesado de cachalotes que hubo en las Azores. En Horta tambi¨¦n podr¨¢s disfrutar del museo de Scrimshaw (dientes y huesos de cachalote labrados y pintados), ubicado en la misma casa del famoso bar de Peter, emblem¨¢tico local que acoge y brinda asistencia a los grandes navegantes oce¨¢nicos desde hace m¨¢s de un siglo. En la isla de Terceira, adem¨¢s, no hay que dejar de visitar el museo de botes balleneros de Sao Mateus.
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