Covilh?, historias de lana e hilanderas
La comunidad jud¨ªa convirti¨® la ciudad portuguesa en un gran centro textil, cuya arquitectura industrial se mantiene a duras penas a la b¨²squeda de nuevos usos

En la sierra da Estrela, en el lugar de Penhas da Sa¨²de, me alojo en el Luna Hotel dos Carqueijais. La habitaci¨®n se encuentra en el piso m¨¢s alto, desde el cual se divisa una amplia y grata naturaleza. Estas monta?as han proporcionado, a lo largo del tiempo, pastos para los ganados, maderas, minerales, fuerza hidr¨¢ulica, caza, pesca y viajeros contemplativos ante la majestuosidad de una naturaleza casi virgen y generosamente dotada para la autosubsistencia. La ciudad m¨¢s cercana desde este promontorio es Covilh?, una urbe con una gran historia. El rey don Sancho le concedi¨® los primeros foros en el a?o 1186, que dar¨ªan origen a la provincia que hoy se conoce como Beira Baixa. Aqu¨ª nacieron navegantes y cosm¨®grafos como P¨ºro da Covilh?, organizador del viaje de Vasco de Gama a la India y primer portugu¨¦s en pisarla; los hermanos cosm¨®grafos Francisco y Ruy Faleiro, el primero autor del Tratado del Esphera y del arte del marear; o el astr¨®logo y m¨¦dico de Jo?o II Jos¨¦ Vizinho. Pero tambi¨¦n escritores y artistas importantes como Heitor Pinto, Eduardo Malta, Costa Camelo o Al?ada Baptista. El infante D. Henrique, el iniciador de las navegaciones, fue se?or de Covilh?.
Algunas de las viejas f¨¢bricas han perdido prestancia; ahora son centros evang¨¦licos o super?mercados

Covilh?, que no llega a los 100.000 habitantes, es una ciudad universitaria y fue siempre muy relevante por su gran industria textil derivada de la lana. Lana cortada, lavada, cardada, hilada, tejida, te?ida. La oveja como materia prima, los pastos, la trashumancia. Las primera f¨¢bricas se levantaron en el siglo XVIII. Tiempos de esplendor y tiempos de profundas crisis. A¨²n hoy esta renovada tradici¨®n sigue siendo fuente fundamental de trabajo y riqueza. En el Museu de Lanif¨ªcios da Universidade da Beira Interior, cuyo anterior uso fue un cuartel, se explica muy bien esta historia industrial a trav¨¦s de documentos, m¨¢quinas de cada ¨¦poca, fotos, v¨ªdeos y restos de objetos como tijeras de esquilar que han podido conservarse. En Covilh? y alrededores hay un curioso e interesante paisaje de arqueolog¨ªa industrial. Muchas f¨¢bricas abandonadas son ahora como buques espectrales, como iglesias desamortizadas y dejadas a su suerte. Y una de las labores de la Universidad, el Ayuntamiento y el Estado ha sido rehabilitar, reconstruir y conservar este inmenso patrimonio busc¨¢ndole adem¨¢s otras utilidades que no son f¨¢ciles. Las antiguas oficinas, talleres, m¨¢quinas, hornos, lavaderos y chimeneas yacen a su suerte. La deslocalizaci¨®n los vaci¨®, los dej¨® detenidos en el tiempo, los abandon¨® y se fueron lentamente arruinando. Aquellas m¨¢quinas otrora ruidosas se fueron silenciando, as¨ª como la vida de miles de personas que viv¨ªan de este trabajo. ?Arqueolog¨ªa del pasado, del presente o ya del futuro? Todos estos espacios, alguno de los cuales visito, se han convertido en un lugar teatral del drama o la tragedia humana conformada a lo largo de la historia. Pedro Ortu?o fotografi¨® y document¨® todos estos espacios en su libro Arqueolog¨ªa do presente: lanif¨ªcios. Otro libro realizado para documentar esta arquitectura industrial abandonada, de Carlos Madaleno y Sandra Ferreira, recorre las f¨¢bricas en desuso m¨¢s contempor¨¢neas. Magn¨ªficas fotos de cactus entre las ruinas, las altas chimeneas de ladrillos rojos apagadas, la naturaleza posesion¨¢ndose de nuevo de la antigua soberbia industrial. La reutilizaci¨®n para otros menesteres por lo general les ha robado su antigua prestancia. Ahora algunos son centros evang¨¦licos, supermercados o lugares de recreo p¨²blico. Da tristeza ver los grandes portalones de hierro antes altivos ahora carcomidos por el ¨®xido.
La trashumancia
El Museo de Lanificios est¨¢ en el casco hist¨®rico de la ciudad junto a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, que es quien lo rige. Dada las dimensiones del mismo, tambi¨¦n hay espacios en otras naves destinados a talleres de artistas. Estas tierras siempre estuvieron dedicadas al desarrollo agropecuario. El ganado lanar fue su fuente de riqueza. La trashumancia era compartida por Espa?a a trav¨¦s de Extremadura y Andaluc¨ªa. Los jud¨ªos convertidos al cristianismo, los cristianos o cat¨®licos nuevos, tuvieron una acci¨®n decisiva en el desarrollo industrial. Muchos llegaron a estas tierras de dif¨ªcil acceso huyendo de las persecuciones, de la Inquisici¨®n, sobre todo en los siglos XVII y XVIII. De todo esto se habla en un volumen muy interesante sobre la comunidad jud¨ªa de Covilh? escrito por Mar¨ªa Antonieta Garc¨ªa. Durante el siglo XVIII, la pol¨ªtica ilustrada del marqu¨¦s de Pombal foment¨® la industria de las lanas. Construy¨® en Covilh?, cerca de la Ribera da Goldra, la Real F¨¢brica de Panos en el a?o 1764. Adem¨¢s, el marqu¨¦s, con buen tino, promocion¨® las escuelas de aprendizaje: para los sastres, dise?adores, tintoreros, maquinistas, tejedores, etc¨¦tera. Poco a poco, del consumo interno se pas¨® a las exportaciones a las colonias. Las diferentes revoluciones tecnol¨®gicas se fueron asentando hasta nuestros d¨ªas y, a pesar de las dificultades, esta industria permanece en activo y competitiva. Covilh? fue parte activa en los movimientos sociales y la llegada de la Rep¨²blica, y tambi¨¦n sufri¨® al Estado Novo que desconfi¨® de estas ¨¦lites industriales, de estos comerciantes y artesanos. Llegada la democracia, la p¨¦rdida de los mercados coloniales produjo una gran crisis y poco despu¨¦s hubo que afrontar otra debido a una nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica. Pero Covilh? y toda la zona en estos ¨²ltimos tiempos han logrado remontar de nuevo el vuelo, convirti¨¦ndose en una de las mayores empresas de lanas de Europa.

Adem¨¢s, en Covilh? hay otros tesoros art¨ªsticos, como la iglesia de S?o Martinho, del siglo XII, o la de la Sant¨ªsima Trinidad. Tambi¨¦n son bell¨ªsimos los palacetes de la burgues¨ªa industrial, datados en el siglo XIX y principios del XX. Y un curioso edificio racionalista que fue una importante compa?¨ªa de transportes, en cuya fachada luce un gran mapa de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica con los nombres de todas las ciudades de destino.
Las hilanderas de Covilh? eran muy famosas. En la industria textil siempre trabajaron muchas mujeres. En la mitolog¨ªa griega, Aracne ten¨ªa una extraordinaria pericia para tejer y era un tanto soberbia. Desafi¨® a una poderos¨ªsima diosa, Atenea, la protectora de las artes textiles. Cuando Atenea se enter¨® del asunto que hab¨ªa tejido, mont¨® en c¨®lera y la convirti¨® en una ara?a. Aracne se hab¨ªa atrevido a tejer nada menos que las complejas aventuras amorosas de los dioses, sus infidelidades, entre ellas las del supremo Zeus. Hay muchas recreaciones pict¨®ricas de esta historia, como la de Tintoretto en los Uffizi o las m¨¢s conocidas Hilanderas de Vel¨¢zquez en el Prado. Aracne est¨¢ en todos estos edificios industriales abandonados de Covilh? pagando a¨²n su pena. Las telas de ara?a abundan posadas sobre cualquier materia, incluso en nuestras mentes.
C¨¦sar Antonio Molina, exministro de Cultura, es autor de Todo se arregla caminando (editorial Destino).
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