El nuevo sue?o de Burdeos
Rejuvenecida y volcada a su r¨ªo, la descubrimos de la mano de su alcalde, Alain Jupp¨¦, y la urbanista que impulsa su futuro sostenible
Como con las personas, cuanto m¨¢s se conoce una ciudad menos se puede decir de ella. Apresur¨¦monos a contarla, ahora que Burdeos todav¨ªa es una inc¨®gnita. Lo primero es imaginarse a Leonor de Aquitania cuando entra en la catedral de agujas g¨®ticas de Saint-Andr¨¦ para casarse con Enrique II. Corre el siglo XII, y con ese matrimonio Burdeos y toda Aquitania pasan a manos de Inglaterra, hasta que al rey ingl¨¦s, como les suele pasar, le sale una amante, y Leonor se desquita. Pero Burdeos ser¨¢ inglesa durante tres siglos. De esa ¨¦poca son los vestigios del castillo de Haut y la fortaleza Trompette, hoy completamente desaparecida. En su lugar se extiende la plaza de Quinconces, entregada al r¨ªo Garona con dos columnas que simbolizan el poder¨ªo del comercio y la majestad de la navegaci¨®n.
Lo que no ha desaparecido nunca de esta ciudad francesa es su aire british y la vocaci¨®n intelectual que impuls¨® la reina Leonor desde su corte a toda Europa. En esta ciudad vivi¨® Montaigne, en el XVI, y desde el refugio de su castillo escribir¨ªa sus Ensayos. En el XVIII, Montesquieu, otro vecino, se encarg¨® de ordenar los principios de la Ilustraci¨®n, y toda la ciudad medieval se transform¨® en la m¨¢s bella urbe neocl¨¢sica. A comienzos del XIX Goya termin¨® sus d¨ªas aqu¨ª, cerrando una obra inspirada por la Ilustraci¨®n y que anticipaba las vanguardias. Y en el siglo XX, el premio Nobel Fran?ois Mauriac realiz¨® la s¨ªntesis perfecta de la ciudad, un concentrado exquisito de pasi¨®n y raz¨®n que, a poco que uno se detenga, se respira.
Es inexcusable descubrir los mercados y tiendas de los barrios hist¨®ricos de Saint-Pierre o Les Chartrons
Pero lo que Burdeos nos muestra nada m¨¢s llegar es su belleza. Una armon¨ªa casi celestial, una sinfon¨ªa de calles y casas dispuestas para sentir que la perfecci¨®n existe. Si uno se mueve en bicicleta, ver¨¢ acudir a sus ojos en algunas calles los nombres ingleses, alemanes y holandeses de familias de comerciantes y armadores protestantes que llegaron aqu¨ª atra¨ªdos por el intercambio comercial del puerto de Burdeos, el m¨¢s importante de Francia en la ¨¦poca de la Revoluci¨®n. En el Museo de Aquitania se puede visitar ese pasado portuario, empezando por la tumba de Michel de Montaigne, de madre espa?ola, y remont¨¢ndose a la prehistoria y a los tiempos de Ausonio, el poeta latino y primer mandatario romano de la ciudad.
Desde entonces, cultura y vino han ido unidos en Burdeos. Y entre una cosa y la otra, el r¨ªo. Por las orillas del Garona fluye una vida tranquila que traslada su personalidad a los bordeleses: mansos en apariencia, con mar de fondo por dentro.
Hoy, en pleno siglo XXI, la ciudad vive su propia revoluci¨®n sin despeinarse. 250.000 habitantes en el centro, un mill¨®n en la metr¨®poli, y un alcalde de lujo, monsieur le premier ministre Alain Jupp¨¦ (ocup¨® el cargo de primer ministro de Francia entre 1995 y 1997), que la ha dotado en estos ¨²ltimos 15 a?os de un aire cosmopolita y plenamente contempor¨¢neo. Los barrios hist¨®ricos de Saint-Pierre, Saint-Michel y Les Chartrons son inexcusables. Pasear por ellos y descubrir sus mercados, sus tiendas de antig¨¹edades y la multitud de nuevos locales con propuestas alternativas es el placer diario de sus habitantes. La bicicleta es el mejor transporte para moverse por cualquier parte, y con ella se abarca la ciudad a ese ritmo casi de sinfon¨ªa que llega hasta la Cit¨¦ du Vin (Ciudad del Vino), un hito de la arquitectura contempor¨¢nea ¡ªun proyecto del estudio XTU, de Anouk Legendre y Nicolas Desmazi¨¨res¡ª donde uno puede perderse conociendo a fondo la enolog¨ªa de la regi¨®n y, de paso, del universo.
Turistas integrados
Burdeos est¨¢ a dos horas de Par¨ªs, con el tren de alta velocidad que ha culminado esta transformaci¨®n de la ciudad llevada a cabo por Jupp¨¦ desde su llegada a la alcald¨ªa en 1995. Fue un empe?o personal que se ha mantenido durante 15 a?os. Y lo que ahora sue?a Burdeos est¨¢ a cargo de Mich¨¨le Laru?-Charlus, una mujer con un apellido que recuerda a uno de los m¨¢s importantes personajes de Proust, y que es la encargada de acometer el gran reto urban¨ªstico de la ciudad para 2050. ¡°En la actualidad es visitada por siete millones de turistas al a?o¡±, me dice, ¡°sabemos que ellos son nuestro mayor motor econ¨®mico, y se merecen lo mejor¡±. Pero como el vino, tambi¨¦n los turistas parecen nacidos aqu¨ª, porque lo cierto es que ?no se notan! Laru?-Charlus me explica que es el propio car¨¢cter de Burdeos el que se impone sobre las visitas. ¡°El turista es en Burdeos un ciudadano m¨¢s, ocasional, pero ciudadano¡±, dice. Nada m¨¢s llegar, la ciudad los amaestra. Y es verdad que las tiendas siguen siendo las de siempre, nada de souvenirs ni baratijas en las puertas. Todo el mundo mantiene su vida normal, una actividad tranquila de una ciudad de tama?o medio que ni siete millones de turistas alteran. Otro secreto: hay m¨¢s bed & breakfast que plazas de hotel, y los impuestos que pagan son considerables. Todo est¨¢ ordenado y reglamentado para que el turista llegue y se haga bordel¨¦s. Alain Jupp¨¦ lo explica: ¡°Burdeos es una ciudad de templanza, desde Montaigne esa sabidur¨ªa y este equilibrio se transmite de una generaci¨®n a otra. Es lo que ha permitido acoger a lo largo de los siglos y sin conflictos gentes de or¨ªgenes diversos. Sin caer en la autosatisfacci¨®n, yo creo que la mutaci¨®n urbana, hecha adem¨¢s de acuerdo con sus habitantes, nos ha devuelto un cierto orgullo de vivir en una ciudad relajante, sociable y al mismo tiempo din¨¢mica¡±.
?l abord¨® este cambio barrio por barrio, estableciendo grupos de trabajo en los que participaban los representantes de los vecinos y m¨¢s de 66 arquitectos. ?Y c¨®mo le ha transformado Burdeos a ¨¦l?, le pregunto. ¡°Me ha ense?ado la importancia de escuchar a sus habitantes. Yo hab¨ªa tenido una primera experiencia en calidad de alcalde del distrito XVIII de Par¨ªs, pero gestionar una ciudad es diferente. Estos a?os hemos aprendido a conocernos, a trabajar juntos en un inter¨¦s com¨²n. Cuando iniciamos la transformaci¨®n, Burdeos ten¨ªa de alg¨²n modo necesidad de ser despertada. Por aquella ¨¦poca se la conoc¨ªa como la bella durmiente. Lanzamos entonces nuestro primer proyecto urbano, que pretend¨ªa restaurar los espacios implantando una red de tranv¨ªa para reactivar la actividad de los barrios en pleno cambio y crear otros nuevos. Eso se acompa?¨® de una intensa campa?a de limpieza de las fachadas ennegrecidas y que han recuperado desde entonces el color dorado de la piedra de nuestra regi¨®n. La ciudad estuvo en obras durante varios a?os, pero los bordeleses han comprendido que era un mal por un bien. Estos proyectos, unidos a la riqueza del patrimonio, han permitido ver a Burdeos inscrita [en 2007] en el patrimonio mundial de la Unesco¡±.
Se conectaron las dos orillas del Garona con un nuevo puente, se peatonaliz¨® el centro y se desarrollaron los barrios m¨¢s excluidos de la orilla derecha. En 2016 Burdeos se situ¨® en el segundo puesto de los destinos tur¨ªsticos m¨¢s apreciados seg¨²n The New York Times. Y en 2017 encabez¨® la lista del Best in Travel de Lonely Planet como la mejor ciudad para visitar. ?Y si ¨¦l tuviera que explicar la ciudad, qu¨¦ lugar escoger¨ªa? ¡°Sin lugar a dudas, los muelles¡±, contesta el alcalde. ¡°Burdeos es una ciudad rica en lugares hist¨®ricos, pero mi debilidad son los muelles, ese espacio que, a lo largo de m¨¢s de cuatro kil¨®metros, permite admirar a la vez la potencia del r¨ªo Garona y la majestad de las fachadas neocl¨¢sicas. Desde que se recuperaron se han convertido en el lugar de encuentro de los bordeleses. Yo suelo decir que los muelles son nuestro Guggenheim. Los espa?oles pod¨¦is muy bien entender esta referencia a Bilbao y al nuevo impulso que ese museo ha dado a la ciudad¡±.
El caf¨¦ Rohan
Y ahora, lo que queda por hacer est¨¢ en manos de Mich¨¨le Laru?-Charlus. Tiene encargada la siguiente fase de remodelaci¨®n urban¨ªstica, un ambicioso proyecto de futuro que ya est¨¢ en marcha. ¡°La ciudad hist¨®rica est¨¢ plenamente desarrollada¡±, dice. ¡°Se han creado barrios nuevos, se ha mejorado y rehabilitado la periferia y ahora se trata de compartir el proyecto con los 27 distritos que forman parte del Burdeos metropolitano, cercano al mill¨®n de habitantes¡±. Laru?-Charlus se emplea con sus manos dibujando ese futuro sobre la mesa del caf¨¦ Rohan: ¡°Es un sue?o, s¨ª, el de una sociedad colaborativa, que sue?a junta, queremos crear ese clima y compartir esta ambici¨®n con todos los habitantes, como ya se hizo con el centro. Queremos equipar toda el ¨¢rea metropolitana, donde la tecnolog¨ªa y la sostenibilidad son prioritarias. ?Te imaginas lo que ser¨ªa vivir en una ciudad con cero emisiones de carbono? La transformaci¨®n que nos espera es a todos los niveles, y las ciudades tienen que adaptarse. Se acaba la propiedad, se avecina el uso: la utilizaci¨®n de los bienes m¨¢s que su propiedad va a ser el modelo. Hay menos trabajo, y va a haberlo menos tal y como lo hemos entendido siempre, ahora es m¨¢s colaborativo, y requiere de contenedores e infraestructuras que lo hagan posible. La idea de compartir es esencial¡±. Le pregunto a Laru?-Charlus c¨®mo encaja una ciudad conocida por su identidad burguesa esta idea de propiedad compartida. Y de pronto nos ponemos a hablar de econom¨ªa y de pol¨ªtica. ¡°S¨ª¡±, me dice, ¡°la propiedad es la identidad, sin propiedad no existe nada, ni la familia. Y la propiedad es producto del trabajo, pero ni la propiedad ni el trabajo, en poco tiempo, ser¨¢n como hasta ahora. No podemos resistirnos a eso, m¨¢s bien tenemos que pensar que esos cambios no nos cojan con el pie cambiado. Son los pol¨ªticos los que deben mediar para que este cambio no resulte agresivo para los ciudadanos. Por eso es importante pensar la ciudad, equiparla para que resulte sostenible¡±.
En el Museo de Aquitania se puede conocer su pasado portuario, empezando por la tumba de Michel de Montaigne
?Y Europa? ¡°De Europa procede la mayor¨ªa de los fondos que nos permiten dise?ar esa Burdeos del futuro. Es importante para nuestro progreso trabajar conjuntamente. Burdeos est¨¢ en continuo intercambio con otras ciudades europeas y americanas que se preparan en la misma direcci¨®n. Nuestro intercambio de informaci¨®n y de ideas es continuo, con diferentes modelos de ciudades, m¨¢s pr¨®ximas o lejanas, pero con la misma inquietud por el progreso de sus ciudadanos¡±. Cuando nos despedimos, Laru?-Charlus me pregunta d¨®nde vivo. Le digo que frente a Saint-Seurin. ¡°Ah¡±, me dice, ¡°?sabes que all¨ª se guarda el olifante de Carlomagno?¡±. Pues s¨ª, lo primero que he visto al llegar, toda una necr¨®polis paleocristiana que acab¨® siendo el principal centro de acogida de peregrinos del Camino de Santiago, y donde Carlomagno deposit¨® el cuerno de Rold¨¢n.
Libros y arte
Si los cantares de gesta so?aran, tal vez Burdeos alg¨²n d¨ªa despierte con su olifante a toda Europa. Entretanto, va sentando las bases de esa ciudad modelo de convivencia, integraci¨®n y cultura. Basta darse una vuelta por la librer¨ªa Mollat, casi una manzana entera de la ciudad, para darse cuenta de lo que es Burdeos. O visitar el CAPC, el centro de arte contempor¨¢neo, para comprender c¨®mo la cultura entra y sale de la historia a la modernidad sin inmutarse. Tantos nombres en Burdeos que nos hablan de esa historia de integraci¨®n y de ese ¨¦xito. Flora Trist¨¢n, peruana y francesa, la primera mujer socialista y feminista, abuela de Paul Gauguin. Camille Godard, la madre del cineasta. Merc¨¨ Rodoreda, cosiendo para ganarse la vida, como muchos republicanos que encontraron refugio en esta ciudad, tras nuestra Guerra Civil. El mismo Goya, refugiado aqu¨ª de los rigores del absolutismo de Fernando VII.
Burdeos, la ciudad donde una princesa dijo amar a Schopenhauer como nadie m¨¢s lo hab¨ªa hecho. Burdeos, la ciudad donde H?lderlin vio por ¨²ltima vez los destellos de la belleza: ¡°Parte pues y saluda?/ al bello Garona?/ y a los jardines de Burdeos, all¨¢?/ donde el sendero corre junto a la orilla abrupta¡±.
Ahora esa orilla abrupta lo es un poco menos, y por sus muelles, en otro tiempo de espaldas a la belleza, los bordeleses se pasean como por un jard¨ªn.
Tienen motivos Burdeos y Jupp¨¦ de estar orgullosos. ¡°De lo que Montaigne dej¨® escrito, yo me quedo con dos frases que ilustran bien, a mi parecer, lo que debe ser la conducta de un alcalde: ¡®Si la vida no es m¨¢s que un paseo, sobre ese paseo al menos sembremos flores¡¯. Y tambi¨¦n: ¡®Es una bella armon¨ªa que el hacer y el decir vayan juntos¡±, dice Jupp¨¦. Algo que parece haberse cumplido en la ciudad francesa. Hace ya tiempo que la bella despierta con el color dorado de la piedra y se acuesta con el rumor apacible del r¨ªo.
Luisa Castro es escritora y directora del Instituto Cervantes de Burdeos.
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