Por la calle del Suspiro de Lima
Del Puente de Piedra a la Alameda, pasando por la roca que perfor¨® el diablo y una iglesia en miniatura, un paseo original por la capital de Per¨²
En los ¨²ltimos a?os, Lima ha mostrado su rostro m¨¢s cosmopolita y exquisito, su perfil erizado de flamantes edificios modernos, las remozadas calles de estampa belle ¨¦poque de barrios como Barranco o Miraflores y su imagen coqueta de ciudad que se encarama en los acantilados para ofrecernos desde all¨ª una cocina refinada y audaz, que la ha convertido en una de las capitales gastron¨®micas hispanoamericanas. Sin embargo, es bastante m¨¢s que un restaurante de tres estrellas Michelin o un paseo en parapente frente a sus rascacielos nimbados por una neblina perpetua. Con un poco de perspicacia, quien se anima a visitarla puede encontrar rincones virreinales, iglesias inesperadas, barrios demolidos por las injurias del tiempo y la indiferencia administrativa y sin embargo plenos de vida: restos, escorzos, trazos arquitect¨®nicos mejor o peor cuidados pero vitales para auscultar el pulso dormido de su historia, que se remonta a 1535, cuando aquel valle costero y ¨¢rido fue elegido por Francisco Pizarro para convertirse en una de las principales metr¨®polis del imperio espa?ol.
Si uno abandona el ajetreado distrito de Miraflores, basti¨®n cultural y financiero, y se desplaza al antiguo centro lime?o, no solo encontrar¨¢ su Plaza Mayor y los inevitables edificios coloniales, entre los que destaca la Casa de Pizarro, sede del Gobierno desde su fundaci¨®n, sino los Barrios Altos, el antiguo distrito del poder virreinal y republicano, que lo fue hasta su paulatino declive. All¨ª se ubican un buen n¨²mero de edificios rese?ables como la Quinta Heeren, residencia de grandes familias construida en 1880; el donoso edificio de Bellas Artes, el Molino de Santa Clara y el bullicioso Barrio Chino. Pero sobre todo el viajero encontrar¨¢ una peque?a sorpresa llena de sabor colonial y atribuida al cronista lime?o por excelencia, Ricardo Palma, que nos conduce hasta el cruce de los jirones Cangallo y Jun¨ªn. All¨ª, lustrosa, negra y con un hueco en el centro, est¨¢ la Pe?a Horadada. Seg¨²n refiere la historia, el diablo se encontr¨® de pies y manos con la procesi¨®n del Se?or de los Milagros que ven¨ªa por la calle del Suspiro (hoy Cangallo) en el mismo momento en que avanzaba por la otra calle la de la Virgen del Carmen. Atrapado entre ambas, perfor¨® la roca y escap¨® por ella dejando un efluvio de azufre antes de desaparecer. Quiz¨¢ la historia resulte m¨¢s prosaica y la piedra un simple guardacant¨®n o, como se?ala el historiador Luis Antonio Eguiguren, un simple retrete, pero lo cierto es que para los lime?os esa fue la ruta de escape utilizada por el diablo siglos atr¨¢s y no hay m¨¢s que decir.
Saliendo de los Barrios Altos y casi a orillas del palacio de Gobierno, el herrumbroso Puente de Piedra, levantado en 1610, lleva al viejo distrito del R¨ªmac para descubrir, entre los desconchones de sus edificios y el griter¨ªo de su comercio febril, la calle de Trujillo. Y all¨ª, casi inadvertida, una de las iglesias cat¨®licas m¨¢s peque?as del mundo, Nuestra Se?ora del Rosario, del siglo XVII; casi una casa de mu?ecas de la liturgia cristiana y colonial. Apenas 5 metros de ancho y 10 de alto. Una efervescencia de im¨¢genes y altares, adem¨¢s de su devota feligres¨ªa, nos recuerda d¨®nde estamos.
El vals de Chabuca Granda
A 20 minutos de caminata de esta miniatura, el viajero es sorprendido por la Alameda de los Descalzos, inmortalizada por La flor de la canela, el vals de Chabuca Granda. Originalmente construido como Alameda Grande por el virrey de Montesclaros en el siglo XVII, este espectacular paseo levantado a semejanza del sevillano paseo de H¨¦rcules adquiere su fama actual cuando otro virrey, Amat y Junyent, lo reconstruye en 1770 para recorrer del brazo de su jovenc¨ªsima amante los 450 metros festoneados de esculturas de m¨¢rmol de Carrara que representan los meses. La amante no es otra que Micaela Villegas, La Perricholi, actriz y cantante a la que Offenbach le dedicara una ¨®pera que narra los desvelos del viejo amante catal¨¢n y la elusiva mestiza cuyas infidelidades le hac¨ªan insultarla: ¡°?Perra, chola!¡±.
El paseo de Aguas, cerca de all¨ª y en las inmediaciones de la plaza de toros de Acho, fue construido por el mismo virrey para deslumbrar a su querida, pues la joven viv¨ªa justo enfrente. Una noche, esta le pidi¨® que le pusiese la luna a sus pies: suntuoso, afrancesado, algo hiperb¨®lico, el paseo de Aguas se remata en una fuente que refleja el cielo, lo que sirvi¨® para que el virrey satisficiese el capricho de su amante y ofreciera as¨ª a la ciudad uno de sus rincones m¨¢s inspirados.
Gu¨ªa
Casa de Pizarro, sede del Gobierno de Per¨² (Jir¨®n de la Uni¨®n, s/n; presidencia.gob.pe) / P¨¢gina web del distrito del R¨ªmac (munirimac.gob.pe) / Oficina de turismo de Lima (visitalima.pe) / Oficina de turismo de Per¨² (peru.travel/es-pe/) / Las compa?¨ªas a¨¦reas Iberia, Air Europa y Latam Airlines ofertan vuelos directos a Lima desde Espa?a.
Jorge Eduardo Benavides es autor de El asesinato de Laura Olivo (Alianza).
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