Sue?os literarios en Vejer de la Frontera

A Eugenia Claver, Jerez, su ciudad natal, la hipnotiza. Pero otro destino tambi¨¦n le rob¨® el coraz¨®n. Fue en Vejer de la Frontera donde rebuscando entre los olvidos de las cobij¨¢s vejeriegas (mujeres que hasta hace medio siglo se cubr¨ªan el rostro a la vieja usanza magreb¨ª) descubri¨® la pensi¨®n Rosa, una de las primeras hospeder¨ªas de la villa gaditana, y sin pensarlo dos veces se la qued¨®. Hasta dar con La Fonda Antigua el viajero tendr¨¢ que buscar y rebuscar sin complejos por detr¨¢s del mercado de San Francisco, que no cabe por estas callejas ni un scooter, o casi.

La casa se mimetiza en la lechada de fachadas blancas del pueblo, reconocible por sus portones, sus losas hidr¨¢ulicas y sus paredes r¨²sticas, gracias a cuyas impurezas hoy es el destino de interior m¨¢s vibrante y cosmopolita del sur de Espa?a. La due?a no ha tenido reparos en acicalarla con una fon¨¦tica minimalista y cierto acento de anticuario, a juzgar por las notas rom¨¢nticas de las puertas vintage transformadas en cabeceros, los azulejos aposta mal ayuntados y un mobiliario que mezcla a la abuela con la Bauhaus. Para romper con la vetustez ah¨ª est¨¢n el pavimento de cemento pulido y las atrevidas duchas y ba?eras, irrumpiendo en mitad de los dormitorios. Una estrecha escalera naciente en el patio los distribuye en pintoresco desorden.

La habitaci¨®n n¨²mero 5 alfombra el paso con un pasillo de azulejer¨ªa hidr¨¢ulica que conduce a una luminosa ducha apaciguadora por sus tonos neutros. La 6, m¨¢s espaciosa, deslumbra por su ba?era de patas. Y la 7 regala al hu¨¦sped un balc¨®n privado en la azotea y un peque?o escritorio de madera con una m¨¢quina de escribir Olivetti que mira a trav¨¦s de la ventana. El sue?o peliculero de todo escritor, porque m¨¢s all¨¢ de su folio en blanco sigue el paisaje de Vejer hacia la playa de Zahara de los Atunes, el estrecho de Gibraltar y ?frica.

El desayuno se sirve junto a la buganvilla de la terraza. Los olores florales se entremezclan aqu¨ª con las rebanadas de la panader¨ªa local, los embutidos del carnicero y las frutas del frutero vejeriego, adem¨¢s del aceite de oliva que elabora la familia de Eugenia y su marido. En el callej¨®n Amaro ambos regentan otro hospedaje, Casa La Pila, donde se conserva la pila centenaria que serv¨ªa a todo el vecindario de lavadero p¨²blico. Otro sue?o literario de silencios encalados y jardineras soberanas.