Las bondades de La Musclera
Un chiringuito, una zona surfera y 620 metros de arena, as¨ª es la playa de la peque?a localidad costera de Caldes D¡¯Estrac
Caldes D'Estrac, en la costa del Maresme y a unos 40 kil¨®metros al norte de Barcelona, es conocida por sus aguas termales, porque aqu¨ª pint¨® gente como Picasso y rimaron poetas como Joan Maragall o Jacint Verdaguer. Porque a un lado del Passeig dels Anglesos, la avenida m¨¢s c¨¦lebre de esta peque?a poblaci¨®n (2.800 habitantes, 0¡¯74 kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n), se suceden apabullantes muestras de arquitectura modernista; y al otro, la famosa Platja dels Tres Micos. Aqu¨ª veraneaba la burgues¨ªa en siglo XIX. Y tambi¨¦n Eduardo Mendoza. Eso s¨ª, a?os m¨¢s tarde de la d¨¦cada de 1920, ¨¦poca que se marca como fin de la era de los prodigios caldetenses. La eternidad del autor, de momento, es solo metaf¨®rica. Lo s¨¦ porque el verano pasado lo entrevist¨¦ y justo cuando le fui a preguntar por el proc¨¦s en busca de un titular me intercept¨® inquiriendo, con esa amabilidad suya tan genuina como sibilina, d¨®nde iba a veranear. Le dije que en Caldes. El resto de la entrevista nos la pasamos discutiendo sobre las bondades de esta costera poblaci¨®n de la comarca del Maresme que no se parece a ninguna otra. Imagine un Sitges en miniatura y con apenas dos bares que abren pasada la medianoche.
SI baja usted por la Riera, la v¨ªa que desde la monta?a desemboca en el mar y que define las poblaciones del Maresme, a la derecha se encontrar¨¢ con el antes mentado Passeig dels Anglesos. A la izquierda, una grata sorpresa. Menos conocida y con menos pedigr¨ª hist¨®rico, la playa de La Musclera abarca 620 metros de arena que se comparten con Arenys de Mar. En la zona ya perteneciente al municipio vecino, la playa es nudista. No les contar¨¦ nada de eso, porque no me he adentrado en ese paraje jam¨¢s. Ducharme desnudo ya me da cierto pudor. La que s¨ª conozco y adoro es la parte de la playa que va desde el Hotel Col¨®n, el gran centro tur¨ªstico de la localidad, al Xiringuito Mele, uno de esos que cumplen el clich¨¦ de tener el ambiente de antes con las cosas que nos gustan de hoy. Adem¨¢s, es de los pocos sitios del pueblo en los que se puede ver el f¨²tbol. Si por la noche usted ha visto m¨¢s de seis luces en el mar, acuda aqu¨ª a por calamares o pulpo al d¨ªa siguiente, pues eso es se?al de que estos deliciosos bichos, que son de cenar m¨¢s tarde que un madrile?o, habr¨¢n sido pescados en notables cantidades. Peque?os y sabrosos, como dicta este Mediterr¨¢neo.
Entre el Mele y el Col¨®n se despliega un pedazo de playa solo rodeada por alguna edificaci¨®n modernista y apartamentos estilo siglo XX, aunque casi ninguno edificado bajo los preceptos de este fe¨ªsmo sesentero que, de momento, solo aprecian los muy modernos. Tambi¨¦n est¨¢ el renovado Hotel Kalima, 11 habitaciones en un edificio que es patrimonio hist¨®rico art¨ªstico de Caldes. Es un paseo angosto frecuentado por corredores y turistas de aquellos que gustan cambiarse con la puerta del coche abierta. En la playa, hay incluso pistas de petanca municipales (no son de atrezo, ?a veces es posible avistar gente jugando!), y pasado el Mele, los pinos y un amago de acantilado, una zona surfista. Al estar a la sombra de tantas cosas, en La Musclera siempre se est¨¢ bien.
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