Mas Mariassa, fest¨ªn gastron¨®mico en una mas¨ªa de Tarragona

El paisaje impresiona a quien no puede imaginar que, terra endins ¡ªo sea, al lado interior de la autopista del Mediterr¨¢neo¡ª, va a sumergirse en un anfiteatro de montes aislado, al abrigo del viento y enf¨¢tico en su expresi¨®n geogr¨¢fica. El Baix Camp tarraconense ofrece paseos silvestres m¨ªticos como la Ruta de los Dips, cuya leyenda habla de aquellos perros vampiro que atemorizaban a los habitantes de Pratdip, topon¨ªmicamente el prado de los perros salvajes.

Sobre los altos que amparan el casco medieval de esta poblaci¨®n coronada por un castillo, aparece con un sesgo inc¨®gnito y callado el dominio en el que han labrado su futuro a costa de mucho esfuerzo personal y sensibilidad cultural Xesco Bellsol¨¤ y Raquel Navarrete. Es una mas¨ªa centenaria, restaurada con se?as posindustriales en su estructura y en el dise?o de las ventanas. Desparramadas entre el emparrado casi se inhiben a la vista las otras instalaciones, como el anexo de piedra que ampl¨ªa el n¨²mero original de estancias, prolongado hacia una carpa donde celebraban bodas hasta que comprendieron que el barullo casamentero perturbaba la tranquilidad. En un requiebro secreto aparecen el jacuzzi y una peque?a sauna de madera, siempre con vistas a la espesura.

El silencio es pr¨ªstino hasta el crep¨²sculo, cuando una mir¨ªada de aves revolotean por los tejados en la entonaci¨®n de su canto nupcial. Es el momento de la estridulaci¨®n para los grillos y las cigarras, pero tambi¨¦n para el tintineo de los platos, los vasos y las cucharas que prometen una feliz cena casera. Xesco oficia en los fogones con la maestr¨ªa aprendida de su madre, Dolors Abad, propietaria de uno de los mejores restaurantes de Andorra, el Mol¨ª dels Fanals. En el comedor del Mas, revestido de cemento pulido y mamposter¨ªa, con ciertos aires minimalistas, Raquel sirve las elaboraciones m¨¢s recordadas por la clientela: una rica clocha (tomate tostado), una vichyssoise natural sin nata, una dorada con endivias y una espalda de cordero al horno con setas. Una rosa perfuma las mesas mientras acompa?a una m¨²sica serena, sin glotoner¨ªas.

Desde las ocho de la ma?ana se sirve el desayuno, sabroso y abundante en panes, boller¨ªa, mermeladas caseras, huevos de corral, zumo de naranja reci¨¦n exprimido, embutidos, quesos y caf¨¦ cremoso. Menos mal que, como dicen por aqu¨ª, el aire de estas monta?as no engorda.