Tayikist¨¢n, un destino para viajeros intr¨¦pidos
Lagos turquesa, fortalezas de la Ruta de la Seda y una carretera que nos lleva por el techo del mundo, una gran aventura en Asia Central
La mayor parte de los viajeros espa?oles no sabr¨ªan localizar Tayikist¨¢n en un mapa. Menos a¨²n identificar su capital o explicar c¨®mo se llega hasta este pa¨ªs de ex¨®tico nombre y ubicado en el centro de Asia, rodeado de las monta?as m¨¢s altas del planeta. ?Todo un reto para los esp¨ªritus m¨¢s viajeros!
Aislado durante siglos y apenas visitado por turistas, Tayikist¨¢n conserva uno de los paisajes m¨¢s monta?osos y sorprendentes del mundo, por los que transitaba, en otros tiempos, la m¨ªtica la Ruta de la Seda. Es un destino muy fuera de ruta y conviene tomar precauciones y preparar el viaje a conciencia, inform¨¢ndose previamente sobre las zonas de pa¨ªs menos recomendadas para visitar? seg¨²n el Ministerio de Exteriores. No resulta f¨¢cil llegar a Tayikist¨¢n, ni tampoco se pueden esperar demasiadas comodidades, ya que escasea el transporte p¨²blico ¨Clo mejor suele ser alquilar un todoterreno, a ser posible con conductor, sobre todo si viajamos al Pamir¨C, y aunque no es un pa¨ªs muy grande (un tercio del territorio de Espa?a, aproximadamente), su abrupta orograf¨ªa no facilita las comunicaciones.
A cambio, aguarda un destino maravilloso para amantes de la escalada y los paisajes de monta?a, de la naturaleza en estado casi puro y de quienes buscan el contacto con comunidades locales con poca relaci¨®n con la cultura occidental. Un pa¨ªs que hay que descubrir antes de que lo haga el resto del mundo, por ejemplo, por estas siete razones¡
1. Recorrer la carretera del Pamir
Se trata de una de las rutas rodadas m¨¢s famosas del mundo (la segunda a mayor altitud) y una de las mayores atracciones del pa¨ªs, ya que ofrece vistas permanentes desde la altura: circulamos sobre una meseta a m¨¢s de 4.000 metros de altitud, por una carretera sin asfaltar en gran parte de su recorrido, de un ¨²nico carril y con un sinf¨ªn de baches; toda una experiencia.
Esta regi¨®n oriental de Tayikist¨¢n tiene un aspecto diferente al resto del pa¨ªs: monta?osa, remota, de acceso, dif¨ªcil y surcada por gargantas fluviales en las que se asientan aldeas rurales rodeadas de territorios cultivados en medio de un paisaje est¨¦ril. Por encima de estos valles est¨¢ la cordillera del Pamir, donde los pastores siguen conduciendo sus reba?os de yaks, ovejas y cabras, en un estilo de vida semin¨®mada que sigue enfrent¨¢ndose a las inclemencias de los duros y largu¨ªsimos inviernos.
El Alto Badajshtan, su nombre oficial, ocupa el 45% del territorio nacional , tan solo acoge al 3% de la poblaci¨®n de Tayikist¨¢n. Una regi¨®n que qued¨® pr¨¢cticamente abandonada tras la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que dej¨® tras de s¨ª ¨¢reas minadas que se deben evitar, estaciones de investigaci¨®n y observatorios abandonados. Hoy, la llegada creciente de visitantes puede ser un futuro para las comunidades de granjeros y pastores. Por ejemplo, a trav¨¦s de un sistema de alojamiento en casas particulares que contribuye a la supervivencia de comunidades con pocas posibilidades de otros ingresos.
Para recorrer la carretera del Pamir lo m¨¢s recomendable es alquilar un todoterreno con conductor, con los que habr¨¢ que pactar las condiciones.
2. Visitar el valle del Wakhan
La vertiente tayika del valle del Wakhan es un para¨ªso oculto. Escoltado por las cumbres de la cordillera del Hind¨² Kush y una franja del Afganist¨¢n m¨¢s remoto, est¨¢ trufado de antiguas fortificaciones de la Ruta de la Seda, santuarios islail¨ªes y alojamientos particulares regentados por familias tayikas de gran la hospitalidad. Una de las mejores experiencias para contactar con la naturaleza y los paisajes tayikos, recalando en pueblos pintorescos entre ¨¢rboles frutales, contemplando comunidades afganas al otro lado del r¨ªo, visitando ruinas de castillos y antiguos santuarios decorados con cuernos de ¨ªbices y conjuntos de petroglifos.
Ishkashim es el centro regional del Wakhan tayiko y su mayor localidad, y un buen punto para abastecerse de agua y comida, adem¨¢s de ser el puesto fronterizo principal para pasar a la vertiente afgana del valle (aunque conviene informarse previamente sobre la situaci¨®n fronteriza en ese momento). La otra atracci¨®n principal est¨¢ en lo alto, el fuerte de Yamchun, del siglo XII, y el manantial termal de Bibi Fatima, cuyas aguas, dice la leyenda, aumenta la fertilidad femenina.
Y para completar el recorrido por el valle hay que visitar Langar, un pueblo de amplia vista panor¨¢mica y, sobre todo, un hallazgo arqueol¨®gico m¨¢s de 6.000 antiguos petroglifos tallados en la roca.
3. Cruzar el puente de Jizeu
El r¨ªo Bartang discurre por otro de los valles del Pamir, el de Jizeu, en el que apenas nos cruzaremos con otro veh¨ªculo. Inh¨®spito y evocador, la nota verde la ponen peque?as llanuras f¨¦rtiles que salpican este paisaje entre ¨¢ridas pareces de roca. Hay peque?os pueblos encantadores como Basid, con sus santuarios, sus bosques y buenas propuestas de excursionismo, en medio de un id¨ªlico paisaje en torno a lagos estacionales, rodeados de tupidos ¨¢rboles.
El ambiente es intemporal y hay un aliciente extra: una visita a la aldea tradicional de Jizeu, al que no llega carretera alguna. El camino de acceso al pueblo cruza un tambaleante puente colgante sobre el impetuoso r¨ªo. Un artilugio de madera, parecido a la garita de un centinela y abandonado en la orilla, era el antiguo bote para cruzar el r¨ªo, hoy ya en desuso.
4. Montes Fann, entre lagos y frescos
Los escarpados y helados montes Fann, salpicados de lagos color turquesa y con panoramas de altos picos azotados por el viento, son uno de los grandes para¨ªsos para la escalada y el senderismo en Asia Central. Los pastores tayikos son los ¨²nicos habitantes de estas monta?as que se pueden visitar desde Penjikent, casi en la frontera con Uzbekist¨¢n. Estamos en el valle del Zeravshan, que ofrece dos caras muy diferentes: al este, la profunda garganta del r¨ªo, que es a¨²n un territorio salvaje poco explorado, con pueblos y aldeas remotas; y hacia el oeste, la f¨¦rtil llanura agr¨ªcola en torno a Penjikent, ciudad de historia muy antigua, que se remonta a los tiempos de la Ruta de la Seda, cuando la frontera con Uzbekist¨¢n estaba abierta a los extranjeros y llegaban muchos turistas en ruta hacia y desde Samarcanda (actualmente es preferible evitar los pasos de monta?a fronterizos entre ambos pa¨ªses).
A la antigua Penjikent ¨Ca un kil¨®metro de la ciudad moderna¨C se la conoce como la Pompeya de Asia Central, aunque cuesta imaginar ahora que, entre los siglos V y VIII, aqu¨ª se levantaba una de las ciudades m¨¢s cosmopolitas de la regi¨®n. Las excavaciones han ido desvelando elementos muy interesantes, como frescos que representan escenas de caza y adornaban un palacio con columnas talladas en forma de bailarinas. Desde la actual Penjikent los viajeros suelen aprovechar para visitar, en una una excursi¨®n cercana, dos santuarios al sur de Zeravshan a los que peregrinan muchos tayikos. Uno de los placeres de este valle es la red de casas particulares que permite alojarse con familias y conocer su estilo de vida.
5. Iskander Kul, un lago instagramer
Cerca de los montes Fann, el fotog¨¦nico lago de Islander Kul es el lugar donde descansa el presidente tayiko. A 2.195 metros de altura, este lago de monta?a ofrece unas aguas color azul ¨®palo que a plena luz del sol parecen casi tropicales. Pero es un enga?o: incluso en verano el agua est¨¢ helada. El paisaje del ca?¨®n que lleva hasta el lago es espectacular, y una carretera de circundante ofrece vistas asombrosas.
Los lagos Alaudin ofrecen tambi¨¦n un lugar maravilloso para acampar, una posible base para pasear por el coraz¨®n de los Fann. Rodeado por monta?as de m¨¢s de 5.000 metros de altura, una de las excursiones m¨¢s populares es la del lago Mutnye. Y por ¨²ltimo est¨¢n los Haft-Kul (los siete lagos), una espectacular cadena de lagunas que se suceden durante 20 kil¨®metros en el extremo occidental de los montes Fann: cada lago es de una tonalidad, desde el celeste intenso al turquesa claro, pasando por el aguamarina.
6. Ecos sovi¨¦ticos en Dusamb¨¦
Cuesta encontrar a alguien que tenga una imagen preconcebida de la capital de Taikist¨¢n, que hace menos de 100 a?os era una aldea donde se celebraba un bazar semanal para los pastores de la zona. La ciudad es la t¨ªpica urbe exsovi¨¦tica de Asia Central, con agrandes bulevares arbolados, parques, lagos y fuentes, y algunos iconos modernos de su independencia, como la estatua dorada del emir del siglo X Ismail Samani, s¨ªmbolo del actual renacimiento.
La ciudad no naci¨® realmente hasta la inauguraci¨®n del ferrocarril en 1929, y los sovi¨¦ticos la nombraron capital de la rep¨²blica sovi¨¦tica, bautiz¨¢ndola como Stalinabad. En los a?os 50 recuper¨® su antiguo nombre y hasta aqu¨ª llegaron emigrantes tayikos procedentes de Uzbekist¨¢n, junto con 50.000 alemanes (tanto prisioneros de guerra como exiliados procedentes de Rusia).
Dusamb¨¦ se convirti¨® en el gran centro industrial para el procesamiento de seda y algod¨®n del pa¨ªs, y tras la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y una posterior guerra civil, durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas se ha transformado en un tranquilo centro comercial, institucional y cultural.
Los pocos viajeros que llegan a Dusamb¨¦ suelen visitar algunos de sus museos: el etnogr¨¢fico, el de Antig¨¹edades, el Museo Nacional o el museo Gurminj, que esconde una preciosa colecci¨®n de instrumentos musicales antiguos procedentes de toda Asia. Y para contemplar algo m¨¢s vivo acuden al bazar de Shah Mansur, o bazar verde, lugar excelente para empaparse de la vida cotidiana de la ciudad: carretillas con pan dorado, carritos con melones, albaricoques y melocotones, o enormes platos de aluminio llenos de yogur. Es el momento y el lugar para probar el kurutob, aportaci¨®n tayika a la cocina vegetariana: plato de trozos de pan plano con una salsa de yogur caliente, coronado por una ensalada de tomates, cebolla, hierbas frescas y en ocasiones, un chile picante.
7. Por el valle de Fergan¨¢
Este valle que hace frontera con Uzbekist¨¢n y Kirguist¨¢n, ha sido objeto de disputas durante siglos, y actualmente todav¨ªa registra enfrentamientos y cierres de pasos fronterizos, que conviene evitar. Rodeado por monta?as semi¨¢ridas, es un rinc¨®n f¨¦rtil y codiciado, con gran densidad de poblaci¨®n, y regado por el r¨ªo Sir-Daria y sus afluentes, capaces de mantener campos de arroz, trigo, algod¨®n y verduras.
En la parte tayika del valle encontramos dos ciudades hist¨®ricas. Isfara, que ya aparece mencionada en cr¨®nicas del siglo X como una de las escalas m¨¢s importantes en la Ruta de la Seda, pero sin monumentos importantes pese a su ilustre pasado y, sin embargo, famosa por sus albaricoques. La segunda es Juyand (Leninabad en tiempos sovi¨¦ticos), el asentamiento m¨¢s septentrional de todos los que fund¨® Alejandro Magno en Asia Central. Aqu¨ª s¨ª que hay vestigios de su rica historia, desde Magno y los mongoles hasta la ¨¦poca sovi¨¦tica y la II Guerra Mundial. Se pueden ver estas huellas en el complejo isl¨¢mico del jeque Massal al-Din, en el bazar de Panchshanb¨¦, uno de los m¨¢s atractivos de la regi¨®n, o en su ciudadela, una fortaleza con seis kil¨®metros de murallas de terracota que marcan el lugar del asentamiento original de Alejandro Magno.
Para ver algo m¨¢s aut¨¦ntico siempre podemos acercarnos a Istaravshan, que presume de su peque?o y bien conservado casco antiguo, un interesante laberinto de callejas de ladrillos de adobe (Shahr-e-kuhna), con canales de agua por el centro de la calle principal. Fundada hace m¨¢s de 2.500 a?os y antigua posta de la Ruta de la Seda, Istaravshan ha sido tambi¨¦n escenario de grandes masacres y tragedias. Hoy conserva un colorido y c¨¦ntrico bazar que es como una ciudad en s¨ª misma, una bonita mezquita antigua (Sary Mazar), y una reconstruida ciudadela, Mug Tepe, con c¨²pulas azules.
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