Un d¨ªa emocionante en la ciudad de Julio Verne
Un paseo entre m¨¢quinas fabulosas, un crucero por el Loira y una noche de bares en la urbe francesa de Nantes
A Nantes se la conoce en parte por un elefante mec¨¢nico y otras m¨¢quinas fabulosas que evocan el mundo fant¨¢stico de Julio Verne, all¨ª nacido. Pero Nantes, m¨¢s que un escaparate de feria, es un laboratorio. All¨ª se est¨¢ llevando a cabo una mutaci¨®n arquitect¨®nica callada, pero colosal, que la sit¨²a entre las ciudades m¨¢s din¨¢micas de Europa en ese aspecto. Y no solo eso: es al mismo tiempo escenario de una revoluci¨®n urbana verde; su centro despejado, como si los coches no se hubieran inventado, llega a causar desasosiego. Esta apuesta de futuro no palia el hecho de que fuera el primer puerto de Francia en el siglo XVIII y que la riqueza del tr¨¢fico atl¨¢ntico la sembrara de palacetes. Para descubrir lo antiguo y lo nuevo han pintado en el suelo una l¨ªnea verde que enlaza lo imprescindible, solo hay que seguirla y maravillarse. A ese invento lo llaman Le Voyage ¨¤ Nantes, o sea, el viaje a Nantes.
9.00 Un museo en el palacio
El castillo de los Duques de Breta?a (1) es uno de los m¨¢s imponentes y hermosos del Loira y, sin duda, el alma de la ciudad. El r¨ªo que lam¨ªa sus torres y muros se ha retirado, y el antiguo lecho se ha convertido en un jard¨ªn circular. Dentro de los bastiones se alza el palacio que levant¨® en el siglo XV el ¨²ltimo duque de Breta?a, y que hered¨® su hija Ana, luego reina de Francia. Pero el interior no responde a esa ¨¦poca, es un museo (reci¨¦n renovado) de la historia de Nantes. Una maqueta permite entender su metamorfosis, como pre¨¢mbulo a salas que acercan los hitos m¨¢s notables. Especial ¨¦nfasis sobre el tr¨¢fico triangular Nantes-Guinea-las Antillas, que llevaba esclavos negros a Am¨¦rica y volv¨ªa con az¨²car. Se hicieron casi 2.000 expediciones, desde 1657 hasta poco antes de abolirse la esclavitud en 1848 (el Memorial de la Abolici¨®n (2), soterrado en el muelle del r¨ªo, evoca la bodega de un barco esclavista). Tambi¨¦n se hace hincapi¨¦ en la historia reciente, la ocupaci¨®n nazi y la ayuda de milicianos espa?oles que lucharon contra el horror.
11.00 El casco medieval
El barrio de Bouffay, que arropa al castillo, se considera ¡°ciudad libre¡±. Tiene su propio alcalde y hasta su propio vi?edo (en la Rue du Vieil H?pital). Desde la Place du Bouffay hasta la catedral de San Pedro y San Pablo se extiende una mara?a de callejas que conservan sabor medieval y casas de entramado de madera (como la c¨¦lebre Casa del Boticario (3), en la Place du Change, que aloja en sus bajos un caf¨¦ y la Casa de la Poes¨ªa). La catedral (4), empezada en el siglo XV, no se termin¨® hasta 1891, y cobija los sepulcros de los duques padres de Ana, una exquisitez art¨ªstica que ella misma encarg¨® en 1506.
Pegada a este barrio medieval est¨¢ la llamada?le Feydeau, que era una isla antes de que los brazos del Loira fuesen desecados en esa parte. Fue coto de los ricos comerciantes del XVIII, como delata la ostentaci¨®n de mascarones y rejas de fachadas y balcones. Quedan a un paso las plazas du Comerce y Royale. El Passage Pommeraye (5), uno de los m¨¢s elegantes de la Europa del XIX, conduce a la Place Graslin, presidida por la?pera (6), con un entorno abigarrado de terrazas, multicines y jolgorio estudiantil.
12.00 Comer en una isla
En la otra punta del casco viejo, una novedad: el Mus¨¦e d¡¯Arts (7), que reabri¨® sus puertas en 2017 tras muchos a?os cerrado por renovaci¨®n. Ha cambiado radicalmente y hoy es uno de los grandes museos de Francia; con cl¨¢sicos, por supuesto, pero sobre todo con excelente obra contempor¨¢nea. Queda cerca el Jardin des Plantes (8), que es naturaleza sometida a los moldes del arte. Y como la hora se echa encima, hay que pensar en reponer fuerzas. Un sitio cercano muy recomendable es Les Chants d¡¯Avril (9) (2 Rue de La?nnec). Otra opci¨®n es cruzar el r¨ªo (el brazo de la Madeleine) y entrar en la isla de Nantes, esta, s¨ª, una isla de verdad. Entre los nuevos edificios encontramos los restaurantes Lulu Rouget (10) (4 Place Albert Camus) y La Civelle (11) (21 Quai Marcel Boissard).
14.00 El mundo de Julio Verne
Si se quiere algo m¨¢s informal y dem¨®tico, el sitio es La Cantina, junto a las M¨¢quinas de la Isla (12) y unos huertos urbanos (hay muchos, en esta que fue Capital Verde Europea en 2013). Desde los bancos corridos puede verse al elefante mec¨¢nico cargado de turistas, arrojando chorros de agua por la trompa a los mirones. Al lado est¨¢ el hangar portuario convertido en Taller de las M¨¢quinas (visitas a lomos de un p¨¢jaro gigante) y el Carrusel de los Mundos Marinos. Si uno levanta la vista, ve en lo alto de una colina, al otro lado del r¨ªo, un palacete convertido en el Museo de Julio Verne (13), visita obligada. Por cierto, Nantes est¨¢ hermanada con Vigo, y es que Julio Verne tuvo que varar su yate en la ciudad gallega para repararlo.
17.00 Un caudal de arte
La sobremesa puede hacerse en barco. El proyecto Estuaire enlaza el puerto de Nantes con el de Saint-Nazaire?(14), convirtiendo al Loira en una autopista de arte y paisaje. En los 60 kil¨®metros de recorrido se escalonan 30 obras: una casa que parece arrastrada por la corriente, un barco fl¨¢cido (como los relojes de Dal¨ª), una cementera convertida en reloj de p¨¦ndulo sin horas¡ El crucero dura unas dos horas y media, y sale del muelle frente a las M¨¢quinas de la Isla. Otra opci¨®n es descubrir la formidable floraci¨®n de edificios vanguardistas en el llamado Quartier de la Cr¨¦ation (15): al este de la isla, el estadio Marcel Sarpin, convertido en viviendas e institutos, y al lado, el complejo H¨ºm¨ºra, el Palacio de Deportes o las urbanizaciones Polaris y Unik; tras el Palacio de Justicia de Jean Nouvel, el singular edificio Manny, La Fabrique y muchos m¨¢s.
20.00 Un bus llamado luci¨¦rnaga
Nantes es ciudad universitaria. Aunque hay algunos locales de moda en la isla (Le Hangar ¨¤ Bananes), ese territorio es m¨¢s de turistas; la movida joven prefiere las plazas Royale, du Commerce, de la Bourse y Graslin. En esta ¨²ltima resiste desde 1895 el restaurante La Cigale (16): monumento hist¨®rico de estilo modernista, all¨ª se han rodado pel¨ªculas (como Lola, de Jacques Demy), se come de maravilla y est¨¢ cada noche hasta los topes. Otro edificio modernista (1909), la antigua f¨¢brica de galletas LU, es ahora Le Lieu Unique (17), donde hay de todo: bar, restaurante, librer¨ªa y hasta un hammam. Un autob¨²s llamado Luciole (¡°luci¨¦rnaga¡±) hace todas las noches la ruta de los locales de moda (s¨¢bados, hasta las siete de la ma?ana). Algunos cl¨¢sicos de la noche nantesa: Charly¡¯s, Le Bal Pop, Le Ferrailleur, Le Nid¡ Pero se pueden descubrir muchos m¨¢s en las revistas gratuitas Sortir, Bigre, Wik, Kostar¡
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