Un viaje al irresistible sur de Chile
De Puerto Montt a Cabo de Hornos, la Ruta de los Parques Nacionales de Patagonia sumerge al viajero en una naturaleza emocionante de bosques primarios, monta?as, lagos y glaciares
En la Carretera Austral, en el sur chileno, las monta?as parecen venirse encima y se reflejan perfectas en las aguas pr¨ªstinas. Junto al camino a veces aparece el mar y, de repente, lagunas que invitan a un chapuz¨®n si el d¨ªa acompa?a. Las aguas dulces y saladas se confunden en un paisaje de vegetaci¨®n aut¨®ctona, furiosa, que va cambiando notablemente a medida que se avanza hacia el sur y el entorno se vuelve menos verde. Cuando el coche se detiene para las fotograf¨ªas y el viajero tiene el impulso de inmortalizar la escena para enviarla al grupo de WhatsApp, Hans Rosas, uno de los gu¨ªas de la zona, informa con cierto orgullo: ¡°No hay ni wifi ni se?al para el m¨®vil, pero en este lugar siempre se encuentra la mejor conexi¨®n¡±. Estamos en la Ruta de los Parques de la Patagonia, un recorrido de 2.800 kil¨®metros y 17 parques nacionales, con el que Chile busca posicionarse como destino destacado para observar la naturaleza salvaje.
Son cerca de 11,5 millones de hect¨¢reas protegidas, tres veces el tama?o de Suiza y el doble de Costa Rica. Los paisajes imponentes y la desconexi¨®n ¡ªsolo se encuentra se?al en determinados n¨²cleos urbanos, de tanto en tanto¡ª permiten a los visitantes una experiencia ¨²nica de contacto con el entorno. Abundan las especies en peligro de extinci¨®n, como los milenarios alerces del parque nacional Pumal¨ªn. Unos 140 tipos de aves y 46 de mam¨ªferos. La ruta abarca un tercio del pa¨ªs ¡ªdesde Puerto Montt, en el norte, hasta Cabo de Hornos, por el sur¡ª, integrando territorios del fin del mundo que nunca han sido del todo f¨¢ciles de recorrer. La geograf¨ªa compleja hace necesaria una previa planificaci¨®n del viaje, en algunos trayectos es preciso combinar coches y barcazas, y el clima no siempre acompa?a (se aconseja viajar entre septiembre y mayo, evitando el invierno austral).
Las aguas dulces y saladas se confunden en un paisaje que se vuelve menos verde al avanzar hacia el sur
La web de la Ruta de los Parques recientemente estrenada, por tanto, es una buena forma de comenzar la aventura. La plataforma entrega todas las orientaciones necesarias para disfrutar de una aventura que conjuga el patrimonio natural con la cultura. Es uno de los principales atractivos de este recorrido por la Patagonia: junto con la conservaci¨®n, el proyecto impulsado por Tompkins Conservation y apoyado por el Estado chileno apunta al desarrollo econ¨®mico de cerca de 60 pueblos en torno al turismo ecol¨®gico.
De Chait¨¦n al sur
La ciudad de Puerto Montt, a unos mil kil¨®metros al sur de Santiago de Chile, suele ser el comienzo del viaje a la Patagonia por carretera. Hasta este lugar llegan aviones desde la capital, y desde esta urbe se embarca el viajero en direcci¨®n a Chait¨¦n, uno de los epicentros urbanos de la ruta. Existen al menos tres formas de viajar los 204 kil¨®metros que separan Puerto Montt de Chait¨¦n: tres veces a la semana en una embarcaci¨®n que tarda unas nueve horas; combinando trayectos en coche y otros en barcaza (en la misma cantidad de tiempo), y por aire en un avi¨®n bimotor con capacidad para unas 19 personas en un recorrido de unos 30 minutos. Si toca buen tiempo y el aparato no se mueve lo suficiente como para paralizar al viajero, las vistas son fascinantes: a un lado, la isla Grande de Chilo¨¦ ¡ªque merece una visita aparte¡ª, el golfo de Ancud y un desfile de volcanes y monta?as, siempre nevadas.
Chait¨¦n es un pueblo que renace desde las cenizas. En 2008, la erupci¨®n del volc¨¢n hom¨®nimo convirti¨® esta localidad en una ciudad fantasma. Sepultada bajo material volc¨¢nico, dividida en dos, con casas y calles completamente arrasadas, al igual que edificios simb¨®licos del municipio, como el Liceo Italia. Nunca la poblaci¨®n fue la misma en cantidad: de los 6.000 habitantes que ten¨ªa hace 10 a?os, regresaron unos 1.500. Pero el desastre natural no sepult¨® definitivamente a Chait¨¦n, que poco a poco ha resurgido en torno al turismo ecol¨®gico, sobre todo aprovechando la cercan¨ªa con el parque nacional Pumal¨ªn, la joya natural de la regi¨®n chilena de Los Lagos. Si hist¨®ricamente los habitantes de esta localidad se dedicaban a la ganader¨ªa y a la extracci¨®n de madera, gracias a la fama de la reserva ecol¨®gica ahora casi todo gira en torno a los servicios tur¨ªsticos en Chait¨¦n.
¡°Este lugar es un para¨ªso: tenemos islas, glaciares, ventisqueros, lagos, r¨ªos, termas¡±, describe la alcaldesa, Clara Lazcano, de origen espa?ol. Nacida en Asturias, lleg¨® a Chait¨¦n hace 30 a?os con su marido, original de la zona, y fue en esta localidad donde educ¨® a sus tres hijos. Cuenta que desde diferentes lugares del mundo visitan el lago Yelcho para practicar la pesca deportiva y que recientemente una expedici¨®n cient¨ªfica de National Geographic descubri¨® arte rupestre en las cuevas del morro Vilc¨²n, que el pr¨®ximo a?o deber¨ªa estar abierto al p¨²blico.
Es esta una tierra de volcanes: desde este pueblo se puede observar el magn¨ªfico volc¨¢n Corcovado ¡ªque pertenece al parque nacional del mismo nombre, un ecosistema de dif¨ªcil acceso que no cuenta con ning¨²n tipo de senderos acondicionados¡ª, cuya belleza se puede comprobar en todo el recorrido.
El parque de Pumal¨ªn
El parque nacional Pumal¨ªn es un mundo. En la carrera por conocer la mayor parte posible de la Patagonia chilena, los visitantes suelen permanecer unos dos d¨ªas en esta reserva de 402.000 hect¨¢reas. Pero si el tiempo no apremia, descubrirlo con calma puede ser realmente apasionante, inspirador. Tiene 12 senderos de diferente nivel de dificultad ¡ªalgunos apropiados incluso para ir con ni?os, como el Ranita de Darwin¡ª, siete zonas para acampar, espacios de p¨ªcnic, varios miradores, cientos de cascadas y, en los alrededores, al menos tres termas. En Caleta Gonzalo, la entrada oeste, se puede encontrar un restaurante y hospedaje en las caba?as construidas con maderas nativas y el mejor de los gustos, el de Douglas Tompkins, el fil¨¢ntropo estadounidense que so?¨® con salvar la Patagonia chilena y argentina del desastre ecol¨®gico. Fue Tompkins ¡ªfallecido en 2015 en un accidente en kayak en el g¨¦lido lago General Carrera, en la regi¨®n de Ays¨¦n¡ª quien dise?¨® cada detalle de Pumal¨ªn, y desde este lugar construy¨® su imperio verde, que termin¨® donando al Estado chileno.
El Ventisquero Colgante tiene a sus pies una laguna de aguas lechosas que se puede recorrer en barco
Fundador de marcas como The North Face, Tompkins comenz¨® a comprar tierras para la conservaci¨®n a comienzos de la d¨¦cada de 1990. Fue incomprendido por los lugare?os y las autoridades locales y nacionales, que desconfiaban de sus planes, lo que cambi¨® rotundamente con el paso de los a?os: actualmente se reconoce que fue Tompkins quien ense?¨® que se puede vivir gracias a los bosques, pero sin talarlos. En agosto pasado, en su honor, Chile bautiz¨® el parque como Pumal¨ªn Douglas Tompkins. Fue su joya, su proyecto pionero, su legado de mayor simbolismo. Lo acondicion¨® tabla por tabla con una imaginaci¨®n sorprendente. La tonalidad de verde con la que le gustaba pintar algunos detalles de las construcciones fue bautizada como verde Tompkins en las ferreter¨ªas de la Patagonia chilena. Hasta la tipograf¨ªa de las se?ales, hechas en madera por artesanos de la zona, estaban dise?adas por el ecologista nacido en Ohio en 1943, que en un viaje a los 18 a?os se encandil¨® con estas tierras.
El estado?unidense Douglas Tompkins ense?¨® que se puede vivir gracias a los bosques, pero sin talarlos
Un ej¨¦rcito de colaboradores formados por el propio Tompkins mantiene vivo su esp¨ªritu en cada detalle de Pumal¨ªn. Como Erwin Gonz¨¢lez, el administrador del parque, que transmite amor por su trabajo y un gusto por la perfecci¨®n. Mantener el nivel de la reserva ser¨¢ uno de los grandes desaf¨ªos del Estado de Chile, que desde el 30 de abril pr¨®ximo pasar¨¢ a administrar los parques de Pumal¨ªn y Patagonia, de 304.000 hect¨¢reas ¡ª?en la regi¨®n de Ays¨¦n, todav¨ªa m¨¢s al sur¡ª, el segundo parque que Tompkins don¨® al pa¨ªs sudamericano ¨ªntegramente (hasta con las s¨¢banas de los alojamientos). Ni una tabla falta en los senderos. Son parte de las 530.000 hect¨¢reas en total que Tompkins termin¨® entregando al Estado de Chile en un acuerdo que termin¨® de concretarse en 2017, despu¨¦s de su muerte. Lo de crear un recorrido de 17 parques nacionales en la Patagonia chilena fue tambi¨¦n una iniciativa suya, una de las ¨²ltimas.
A excepci¨®n de los servicios como el restaurante y el alojamiento en caba?as y en tiendas de campa?a, Pumal¨ªn no cobra por entrar. Gratuitamente se pueden recorrer senderos como el de las Cascadas, de unas tres horas, que atraviesa bosques y decenas de saltos. O el sendero del Alerce, el m¨¢s visitado, una reserva mundial de esta especie donde se pueden observar impresionantes ejemplares de hasta 3.000 a?os de antig¨¹edad. ¡°Valoramos, respetamos y trabajamos por el car¨¢cter p¨²blico de los parques. No creemos en su privatizaci¨®n, aunque son los particulares los que deben colaborar con el Estado para que se mantengan en buena forma. Los parques, un espacio de renovaci¨®n espiritual, son democr¨¢ticos¡±, se?ala Carolina Morgado, directora ejecutiva de la fundaci¨®n Tompkins Conservation Chile.
Rumbo a Queulat
Tras una visita a El Amarillo ¡ªun pintoresco pueblo a la salida sur de Pumal¨ªn que se autodeclara ¡°el centro del mundo¡±¡ª, la aventura contin¨²a por tierra hacia el sur. El viajero visitar¨¢ Puerto C¨¢rdenas, junto al lago Yelcho, uno de los mejores lugares del mundo para la pesca de trucha; Villa Santa Luc¨ªa, una peque?a localidad que fue casi totalmente devastada por un alud en diciembre de 2017, que hace reflexionar al visitante sobre la fuerza de la naturaleza: todav¨ªa se observan restos de la cat¨¢strofe natural junto a la v¨ªa de tierra; La Junta, un poblado que luce un letrero desconcertante que ha sido motivo de fuertes disputas entre los vecinos de la zona: ¡°Carretera Austral general Augusto Pinochet¡±. El camino no lleva oficialmente el nombre del dictador chileno, pero algunos pobladores sin memoria lo instalaron a la entrada de La Junta, donde permanece desde hace a?os. La ruta esconde tesoros sorprendentes, como el Puyuhuapi Lodge, un hotel remoto y exclusivo a orillas de un fiordo, al que solo se puede llegar en lancha.
Lagos, r¨ªos y fiordos abren el camino para la llegada al parque nacional Queulat, una de las maravillas de esta zona de la Patagonia. Tras recorrer un sendero en subida de unos 2.500 metros ¡ªunas tres horas de ida y vuelta a paso firme, con distintos niveles de intensidad¡ª, encontramos un mirador hacia un glaciar conocido como Ventisquero Colgante. Viajeros de todo el mundo llegan hasta esta zona del planeta solo para admirarlo (extranjeros con ni?os peque?os dormidos sobre los hombros incluidos). Es un regalo para los sentidos mirar el glaciar que a sus pies tiene la laguna T¨¦mpanos, lechosa, que se puede visitar en una embarcaci¨®n y permite observar desde otra perspectiva el Ventisquero Colgante. Aunque uno de los senderos estrella del parque se encuentra cerrado por deslizamientos ¡ªel del bosque encantado¡ª, en Queulat se pueden recorrer muchos caminos para observar decenas de especies de flora y fauna, como el carpintero negro, el sapito de cuatro ojos o el coig¨¹e de Magallanes. Es la ¨²ltima parada antes de Coyhai?que, centro urbano que permite recorrer la Patagonia sur.
A Cabo de Hornos en 12 saltos
- 1 Laguna de San Rafael
Declarado reserva de la biosfera, este parque nacional ocupa una superficie de 1.742.448 hect¨¢reas. El r¨ªo T¨¦mpanos sirve de entrada por mar a la laguna de San Rafael y el glaciar hom¨®nimo, de 85 metros de alto y un radiante azul el¨¦ctrico. - 2 Bernardo O'Higgins
Repartido por las regiones de Ays¨¦n y Magallanes, es el parque nacional m¨¢s extenso de Chile y uno de los mayores del mundo. Y los 49 glaciares del Campo de Hielo Sur, dentro del parque, conforman la tercera extensi¨®n de hielo continental m¨¢s grande del planeta, despu¨¦s de la Ant¨¢rtida y Groenlandia. - 3 Torres del Paine
El parque nacional Torres del Paine se extiende por un paisaje de lagos, cascadas y afilados picachos de granito negro, a 150 kil¨®metros al norte de Puerto Natales y a 400 de Punta Arenas. Es el h¨¢bitat natural de c¨®ndores, guanacos, ?and¨²es y pumas. Cerca se encuentra la cueva del Milod¨®n, donde arranca En la Patagonia, de Bruce Chatwin. - 4 Punta Arenas
El viento marca la vida de esta poblaci¨®n chilena junto al estrecho de Magallanes, que une el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico. Desde el cerro de la Cruz se alcanza a ver toda la ciudad, con sus casas de colores. - 5 Seno Almirantazgo
De Punta Arenas zarpan los barcos que navegan por lugares como el Seno Almirantazgo, uno de los muchos fiordos sin salida de Tierra del Fuego, y los islotes Tucker, donde anidan cormoranes y ping¨¹inos magall¨¢nicos. - 6 Bah¨ªa Ainsworth
Los picos nevados de la cordillera Darwin enmarcan la bah¨ªa Ainsworth, en el parque nacional Alberto de Agostini, donde vive una colonia de elefantes marinos. Un manto de turba, l¨ªquenes y florecillas rojas (Armeria maritima) cubre la zona intermareal, tras la que se extiende un oscuro bosque de lengas y coig¨¹es. - 7 Canal de Beagle
La lengua de hielo azul berilo del glaciar P¨ªa se eleva hasta una altura de casi 300 metros sobre un fiordo granizado de t¨¦mpanos junto al canal Beagle, otro de los pasos que unen el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico, descubierto durante la primera expedici¨®n del capit¨¢n FitzRoy. En un brazo de este canal, conocido como Avenida de los Glaciares, cinco r¨ªos de hielo bajan hasta el mar desde la cordillera Darwin: el Espa?a, el Romanche, colgado de un acantilado sobre el fiordo, el Roncagli, el Holanda y el Italia. El azul del hielo glaciar se debe a que es tan puro y compacto, sin burbujas de aire, que absorbe todos los colores de la luz, excepto los de menor longitud de onda: los que van del ultravioleta al azul en la franja del espectro. - 8 Yendegaia
Este todav¨ªa inaccesible parque nacional fue creado en 2013 gracias a la donaci¨®n de m¨¢s de 38.000 hect¨¢reas por Douglas Tompkins y la aportaci¨®n de otras 100.000 por el Estado chileno. - 9 Caleta Wulaia
En este antiguo asentamiento yag¨¢n en la costa occidental de la isla Navarino, cerca de Puerto Williams, una placa recuerda que el 23 de enero de 1833 desembarc¨® all¨ª Charles Darwin. Con ¨¦l viajaban los tres nativos fueguinos que el capit¨¢n FitzRoy hab¨ªa llevado a Inglaterra en el anterior viaje del Beagle: York Minster, Fuegia Basket y Jemmy Button. En Wulaia todav¨ªa se ven las concheras, mont¨ªculos formados por restos de moluscos que constitu¨ªan la dieta b¨¢sica de los fueguinos. En el bosque que rodea la bah¨ªa tambi¨¦n se puede visitar una castorera. Los castores fueron introducidos en Patagonia en 1946 para comercializar su piel; no funcion¨®, pero los roedores se quedaron y se convirtieron en una plaga. La antigua estaci¨®n de radio junto a la playa alberga hoy un museo sobre el pueblo yag¨¢n. - 10 Kaw¨¦sqar
Abierto solo de octubre a abril y de dif¨ªcil acceso, es el segundo parque nacional de Chile por superficie: 2.494.903 hect¨¢reas de islas y canales que abarcan gran parte de los archipi¨¦lagos de las provincias de Magallanes y ?ltima Esperanza. - 11 Puerto Williams
Esta base militar chilena de la isla de Navarino, creada hace menos de un siglo (1953) en la margen sur del canal de Beagle, es un poblado de casas de madera y algo m¨¢s de 2.000 habitantes, entre militares y pescadores dedicados a la centolla y el calamar. El Museo Mart¨ªn Gusinde recuerda a los primeros pobladores de estas tierras. De Puerto Williams sale un sendero hasta los Dientes de Navarino, considerada la ruta de trekking m¨¢s austral del mundo. - 12 Cabo de Hornos
El m¨ªtico promontorio del extremo sur de Am¨¦rica es en realidad una isla. Una escalera trepa por el acantilado hasta la casa faro donde un oficial de la Armada chilena que vive all¨ª recibe a los visitantes.
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