P¨ªcnic y ¨®pera en la campi?a inglesa
Asistir a alguna de las representaciones del famoso Festival de Glyndebourne es una maravillosa, rom¨¢ntica y mel¨®mana experiencia a una hora de Londres
La preciosa casa de campo de Glyndebourne, a algo menos de cien kil¨®metros al sur de Londres, con sus praderas, sus cuidad¨ªsimos jardines y, sobre todo, su teatro de ¨®pera, no suele ser un destino previsto para los viajeros que visitan la capital brit¨¢nica. Por una parte, es l¨®gico. Con su arrolladora propuesta cultural, Londres llena cualquier agenda viajera. Sin embargo, la experiencia de visitar Glyndebourne merece, sin duda alguna, la pena. No solo por la alt¨ªsima calidad del festival de ¨®pera que all¨ª se celebra todos los a?os entre mayo y agosto, sino tambi¨¦n porque la excursi¨®n conlleva todo un ritual divertido y rom¨¢ntico; de esos que ya no se estilan. ¡°La elegancia de la civilizaci¨®n supone seguramente un hito en Glyn?debourne, un lugar donde las artes de la m¨²sica, la arquitectura y la jardiner¨ªa se combinan para deleite del hombre¡±, escribi¨® en 1953 la poetisa ¡ªy amante de Virginia Woolf¡ª Vita Sackville-West.
John Christie, un acaudalado emprendedor, hered¨® la casa de campo de Glyndebourne en 1920. Tres a?os m¨¢s tarde adquiri¨® la famosa f¨¢brica de ¨®rganos William Hill & Son &?Norman & Beard e instal¨® un enorme instrumento en lo que pas¨® a denominarse La Sala del ?rgano en la mansi¨®n (que hoy est¨¢ abierta al p¨²blico). Perfeccionista como era, Christie pidi¨® ayuda a la cantante Audrey Mildmay para darle un toque profesional a las producciones de ¨®pera amateur que organizaba en aquel sal¨®n. Pese a que Christie, que por entonces ten¨ªa 48 a?os, parec¨ªa ser un confirmad¨ªsimo solter¨®n, que ambos se casaran solo era una cuesti¨®n de tiempo.
En su luna de miel asistieron a los festivales de Salzburgo y Bay?reuth. Cuando regresaron a su casa, una especie de peque?a Manderley, los Christies llegaron borrachos de m¨²sica y entusiasmo, con un plan infalible para situar su mansi¨®n en el mapa musical de Reino Unido. ¡°?Si vas a gastar todo ese dinero, John, por el amor de Dios, hazlo bien!¡±, dicen que Audrey le aconsej¨® a su marido. As¨ª que en lugar de ampliar el sal¨®n del ¨®rgano, como era su primera idea, el matrimonio tir¨® la casa por la ventana y levant¨® un peque?o teatro para 300 personas con un foso de orquesta razonablemente espacioso y un escenario dotado con los equipos t¨¦cnicos y de iluminaci¨®n m¨¢s modernos de la ¨¦poca.
A lo largo de los a?os no solo la capacidad del teatro fue aumentando, sino tambi¨¦n su fama. Comenz¨® a acoger a grandes cantantes y orquestas de renombre. Form¨® un coro estable de indiscutible calidad y dieron oportunidades a pujantes directores de escena para hacer de Glyndebourne lo que es hoy: uno de los festivales de ¨®pera m¨¢s importantes del mundo. En 1987, George Christie, hijo y heredero de John y Audrey, decidi¨® que era el momento de construir un nuevo y moderno teatro. El estudio de arquitectos Michael Hopkins and Partners proyect¨® el magn¨ªfico teatro que hoy es capaz de acoger a m¨¢s de 1.200 espectadores y montar producciones que, m¨¢s tarde, recorrer¨¢n algunos de los mejores coliseos de ¨®pera del mundo.
La escapada a Glyndebourne no es algo que se preste mucho a la improvisaci¨®n. Es necesario estudiar bien el men¨² del festival en su web y comprar las entradas con tiempo, porque vuelan (la venta para 2019 comienza este domingo, 3 de marzo, a las 18.00, hora local). Este a?o, las representaciones comienzan el 18 de mayo con La condenaci¨®n de Fausto, de Hector Berlioz, y terminan el 25 de agosto con una impactante producci¨®n de Rinaldo de Haendel con puesta en escena de Robert Carsen. Los precios de las entradas oscilan entre las 10 libras (11,50 euros) en localidades de pie y las 250 libras (287 euros) en el patio de butacas.
Ping¨¹inos al tren
Otro de los preparativos a tener en cuenta es la indumentaria. Los organizadores de Glyndebourne dicen que no existe un c¨®digo de vestimenta para asistir a sus representaciones, pero desde que el festival levant¨® el tel¨®n por primera vez el 28 de mayo de 1934, se instaur¨® la tradici¨®n de que el p¨²blico se vistiera con elegancia. La mayor¨ªa de hombres se decanta por el esmoquin, aunque el traje oscuro es otra opci¨®n. Las mujeres, traje corto o de c¨®ctel. Resulta muy curioso lo que se siente cuando se acude a Victoria Station vestido de ping¨¹ino desde por la ma?ana para tomar un tren destino al sur. Es una mezcla entre percibirte como un alien en Londres o de haberte escapado de un episodio de la serie Dowtown Abbey.
Gu¨ªa
- Festival de Glyndebourne (glyndebourne.com). El recinto se sit¨²a a casi cinco kil¨®metros de la localidad de Lewes
- Tren desde Victoria Station, Londres (nationalrail.co.uk). Un billete de ida y vuelta sale por unos 30 euros
- Oficina de Turismo de Lewes: lewes.co.uk
- Turismo de Reino Unido: visitbritain.com; visitengland.com
Glyndebourne se levanta en los alrededores de Lewes, en el condado de East Sussex, al sureste de Inglaterra. Desde Londres se tarda en llegar poco m¨¢s de una hora en tren, pero la excursi¨®n se prolongar¨¢ durante toda la jornada. En el complejo del festival se puede comer en sus restaurantes (de precio bastante abultado), previa reserva, pero lo aut¨¦ntico ¡ªy mucho m¨¢s econ¨®mico¡ª consiste en vivir (si el tiempo acompa?a) un p¨ªcnic en las muy verdes praderas que se extienden alrededor de la mansi¨®n. Es aconsejable ir bien pertrechado con una cesta de almuerzo con un mantel para sentarse encima, viandas y bebidas adquiridas en algunas de las coquetas boulangeries londinenses. Antes del comienzo de los espect¨¢culos y durante el descanso que se prolonga durante 90 minutos, hay tiempo m¨¢s que suficiente para descubrir el maravilloso mundo de los jardines de Glyndebourne con sus lagos, esculturas y su aire de otra ¨¦poca y otros mundos.
Es conveniente seguir las instrucciones que los organizadores ofrecen en su web de cada uno de los d¨ªas de representaci¨®n en las que informan de los mejores horarios de tren, tanto de ida como de vuelta. A la llegada a la estaci¨®n de Lewes, un autob¨²s del festival espera a los espectadores para trasladarlos al deleite. Para transportarlos a la preciosa Glyndebourne.
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