Font Salada, descanso entre naranjos valencianos

Para llegar, hay que seguir la flecha de las emanaciones sulfurosas que provienen de la fuente salada que da entrada al parque natural del Marjal de Pego-Oliva, entre Gand¨ªa y D¨¦nia. Estas aguas termales, que se mantienen a una temperatura casi constante de 23 grados, son indicadas para las afecciones cut¨¢neas, lo que hace preceptivo observar la tradici¨®n de sumergirse en ellas nueve d¨ªas seguidos. Por comodidad, los ba?istas prefieren rondar cerca y salir al alba del hotelito Font Salada que emerge en los terrenos aleda?os al manantial, en medio de una deliciosa finca de 4,5 hect¨¢reas repleta de naranjos y jardines oreados por los campos de arroz sembrados en el marjal. A un kil¨®metro escaso, el mar ba?a la costa valenciana con su r¨¦gimen de brisas frescas.

El hotel Font Salada (que reabre para la temporada en abril) se compone de varias edificaciones atravesadas sobre las ringleras frut¨ªcolas que organizan la estancia en funci¨®n de las exigencias agr¨ªcolas y los beneficios del turismo rural. El edificio de entrada sirve para el recibimiento de los viajeros entre los muros de una casa de labranza bien reconstruida. Otro fragmentado en cubos mediterr¨¢neos alberga cinco ¨²nicas habitaciones de aires minimalistas. En el tercero, en lo que fue una antigua alquer¨ªa, se encuentran el restaurante y otras nueve habitaciones decoradas con sentido campestre. Colores en las paredes que estaban de moda en la d¨¦cada de 1990; lencer¨ªa estampada con motivos vegetales, muy alegres, y unos cabeceros de forja para recordar a nuestras abuelas. Todo ordenado por el interiorista Manolo Valls, amigo de la familia.

El resto del predio respira a naranjos con huerto propio ecol¨®gico; una granja con pavos reales, patos y gallinas para el servicio de cocina; una cuadra de caballos a disposici¨®n de los hu¨¦spedes, y una piscina de 145 metros cuadrados. Edificado bajo los mandamientos de la bioconstrucci¨®n, el complejo se abastece de electricidad mediante un molino de viento y una peque?a instalaci¨®n de placas solares. Adem¨¢s, depura sus aguas y las reutiliza para la producci¨®n hortofrut¨ªcola.

Si bien es cierto que el servicio se resiente en la temporada alta estival, el equipo que gestiona la familia Giner Navarro subsana estas carencias con amabilidad y guante blanco. El pr¨®ximo salto deber¨ªa ser contemplar un mayor afinamiento del restaurante.