Can Pujolet, desayuno en el porche, entre olivos y almendros

Existe otra Ibiza distinta a la de Pach¨¢. Una Ibiza salvaje y silenciosa, como proclama desde hace tiempo el alma mater agrotur¨ªstica de Can Pujolet, la imperecedera Nina Chemini. Es una Ibiza frutal, de cultivos estacionales, de olores a fr¨ªgola, romero, retama y otras almibaradas fragancias. De cantiles vertiginosos, como los que otean el mar desde el parque natural de Es Amunts, en la vertiente opuesta de cala Sardina, por donde se extiende esta finca montuosa de 13 hect¨¢reas adquiridas a un pujoletero de toda la vida. La panor¨¢mica desde la cima del Camp Vell abarca desde la bah¨ªa de San Antonio hasta la Mola de Formentera.

Un porche acristalado recibe al viajero con ¨®leos ibicencos. Detr¨¢s quedan los olivos, unas palmeras ralas y la l¨¢mina azul de la piscina, higienizada a diario con sal de mar en lugar de la cloraci¨®n u ozonificaci¨®n habituales. Los muros informan del rusticismo pay¨¦s de la casa, originaria del siglo XVIII. Nada sobra porque todo pertenec¨ªa y contin¨²a perteneciendo a los menesteres agr¨ªcolas. Aunque el turismo se ha erigido en la principal actividad del Pujolet.

Un equipo atento acoge y gu¨ªa a los hu¨¦spedes por esta geograf¨ªa de cal y piedra diagramada de terrazas, muretes bajos, escaleras equinocciales y ventanucos asim¨¦tricos. El bisel del tiempo ha dado vida a los recovecos, aut¨¦nticas cajas de sorpresas bot¨¢nicas. Al atardecer, la luz que peina los bosques marinos dora en estas esquinas las florecitas desmelenadas, los poyetes de las troneras y las p¨¢ginas de los libros que la clientela se deja a medio leer durante su estancia. Abarca tanto el horizonte, abunda tanto la vida en la campa que para qu¨¦ distraerse con otras miradas.

Lo mismo podr¨ªa decirse del paisaje interior que conforman los 10 dormitorios, diferentes en tama?os y orientaciones cardinales. Su ambientaci¨®n hort¨ªcola no parece ornamental, pese a los toques asi¨¢ticos y magreb¨ªes que completan el abecedario mediterr¨¢neo del resto de la edificaci¨®n, incluidos el apartamento y el bungal¨® anexos. Absorben el aire las vistas, los muebles de madera maciza, las alfombras rabat¨ªes y las colchas balinesas, bajo una viguer¨ªa de sabina que evoca el origen pitiuso de la isla. Al amanecer, la brisa silbante de Es Amunts despierta a los hu¨¦spedes con una invitaci¨®n sinf¨®nica de Nina a un desayuno servido en el porche, fragante a olivos, almendros, albaricoques y yodo mediterr¨¢neo.