Pollen?a, una costa que ni pintada
Calas de color verde menta, los acantilados del Cavall Bernat y un salto al cabo Formentor. Ruta por los paisajes que plasmaron Anglada-Camarasa y Sorolla al noreste de Mallorca
Si, como dijo Fernando Pessoa, somos del tama?o de lo que vemos, en Pollen?a, extremo septentrional de Mallorca, deber¨ªamos sentirnos c¨ªclopes o titanes. Al pie del conf¨ªn oriental de la sierra de Tramuntana, declarada patrimonio mundial, este fue siempre un enclave de pescadores y pintores. Los primeros, para vivir del mar a la sombra de acantilados con gran fuerza escenogr¨¢fica, y los segundos, para vivir reproduci¨¦ndolos. No extra?a la energ¨ªa creativa que despert¨® en paisajistas como Joaquim Mir o Santiago Rusi?ol, y que luego contagiaron en Par¨ªs a Hermen Anglada-Camarasa (m¨¢s famoso en aquella ¨¦poca que Picasso), quien se traslad¨® a Pollen?a con varios disc¨ªpulos sudamericanos al barruntarse la I Guerra Mundial, dando lugar a la llamada Escuela de Pollen?a.
No hubo artista que no desfilara por Cala Sant Vicen?, incluido Sorolla, invitado por su disc¨ªpulo Lloren? Cerd¨¤; una escultura dedicada a este ¨²ltimo nos recibe al borde de la carretera. La panor¨¢mica de la sierra del Cavall Bernat impacta. Es la apabullante verticalidad aserrada que dio origen a este centro tur¨ªstico integrado por cuatro calas. Cala Barques atrae por su ¨¢ngulo de visi¨®n, sus rocas protectoras, ese mar que revela sus m¨²ltiples tonos azules, con toques de color verde menta. El ¨²nico inconveniente del restaurante Ca¡¯l Patr¨® (+34 971 53 38 99), de precios sensatos en relaci¨®n con la calidad, es tener que reservar con dos semanas de adelanto (en julio y agosto). Tras la paella ciega (toda pelada) y la mousse de queso, recorreremos las cuevas prehist¨®ricas de l¡¯Alzinaret.
Este norte mallorqu¨ªn reniega de la juerga y el low cost en favor del sosiego entreverado con actividades deportivas. El f¨¢cil descenso a cala B¨®quer es un secreto a voces, por m¨¢s que la explanada-aparcamiento situada en una rotonda exterior de Port de Pollen?a solo la se?alice Google Maps. Durante 45 minutos veremos la falda del Cavall Bernat que quedaba oculta desde Cala Sant Vicen?. Tambi¨¦n familias, mochileros, ovejas y cabras triscando por las bre?as trazando equilibrios circenses. Impera la imagen buc¨®lica en el desfiladero por el que se orientan las aves, como saben los viajeros ornitol¨®gicos, que tienen la esperanza de atisbar el azul¨ªsimo roquero solitario. Aqu¨ª plantaba a menudo su caballete Anglada-Camarasa, dando rienda suelta a sus densos empastes. En su colecci¨®n permanente expuesta en el CaixaForum de Palma se exhibe B¨®quer. Cuevas en las rocas.
Vocaci¨®n naturista
El cabo de Formentor es una excursi¨®n esencial en la vida de un aficionado a la costa. Conviene llegar antes de las diez de la ma?ana, hora en que se cierra la carretera de acceso a la altura del hotel Formentor y comienzan a circular los autobuses lanzadera al faro. Para su construcci¨®n, los materiales se trasladaban en barco y se elevaban a pulso con polea. Hoy la terraza del bar autoservicio tiene algo de finis terrae de las Baleares. Muy indicada para los d¨ªas t¨®rridos es la paradisiaca cala Figuera, a la que se baja en 15 minutos. Todo un esplendor descarnado con decidida vocaci¨®n naturista y que derrama todo el azul del Mediterr¨¢neo. La veremos de perfil desde el coche antes de atravesar el t¨²nel hacia el faro.
Una profunda sensaci¨®n de bienestar invade al viajero cuando pasa de la vertiente norte del cabo, de un blanco que no est¨¢ en la paleta, a la sur. Es decir, cuando se cambia la verticalidad por la dulzura en la playa de Formentor. Refinada, filiforme, a salvo de la tramontana, este arenal es todo un canon de felicidad playera. Siempre es tentador su hotel, que retiene el peso de su mito y acaba de cumplir 90 a?os.
Del aparcamiento en la carretera (m¨¢ximo 10 euros al d¨ªa) llegamos al sector conocido como playa de l¡¯Espig¨®, o cala Gentil, porque en su muelle atracan las golondrinas procedentes de Port de Pollen?a y Port d¡¯Alc¨²dia junto al restaurante en r¨¦gimen de autoservicio. Sus pinos conservan parte del atractivo que hechiz¨® a poetas y pintores. Anglada-Camarasa reproduc¨ªa los fondos marinos vali¨¦ndose de una caja de madera con fondo de vidrio.
La torre vig¨ªa de Albercutx se alcanza por un vial que comienza frente al mirador del Colomer. Al no estar se?alizado, son muchos los que se pierden la visi¨®n a¨¦rea de la bah¨ªa de Pollen?a, flanqueada por los cabos de Formentor y Pinar y propensa a los deportes de vela. Abajo queda el faro de la Punta de la Avanzada, de acceso prohibido por tierra, y en la otra banda, la playa de Formentor vista desde la perspectiva de un halc¨®n de Eleonor, especie menos abundante que las cabras salvajes. Subir a la torre requiere agilidad y no padecer v¨¦rtigo (falta un pelda?o en el tramo interior de acceso a la terraza); pero no es f¨¢cil renunciar a la panor¨¢mica a 380 metros de altura.
La costumbre mallorquina del pa amb oli se mantiene en los animados bares de tapas de Pollen?a
Dejamos para el horario de luz crepuscular el mirador del Colomer, uno de los que m¨¢s likes y selfis acapara de la costa espa?ola. Un f¨¢cil subibaja de 186 escalones que recorre un promontorio elevado a 232 metros sobre el mar, dejando que la vista se pierda por el monte de Pal y a sus pies, rendido, el islote del Colomer. Con el obelisco se rinde homenaje al ingeniero que tendi¨® esta carretera, Antoni Parietti.
Por el humedal
La calle de Temple Fielding de Port de Pollen?a ser¨¢ la pr¨®xima parada. Desde ella emprenderemos un kil¨®metro en torno a La Gola, una mezcla de humedal y parque urbano con centro de informaci¨®n bien atendido. Con suerte, uno se cruza con aves como el verdecillo o el piquituerto. Luego nos sentaremos junto a los toneles del restaurante Celler La Parra, de cuyo horno de le?a salen paellas y lechonas; de postre, gat¨® (bizcocho y helado, ambos de almendras). Los domingos despu¨¦s de comer hay actuaciones musicales en el chiringuito Embat.
Si lo que se busca es relax vespertino, nada como iniciar el paseo mar¨ªtimo en el evocativo hotel Miramar, de 1912, donde se ha llevado a cabo una encomiable labor de conservaci¨®n y que admite atravesar el edificio para ver las pinturas del sal¨®n y la fachada trasera. Tanto en el Miramar como en el hotel Sis Pins era moneda corriente que los pintores pagaran con obras su manutenci¨®n; gestaron, sin saberlo, la industria tur¨ªstica balear. Desfilan despu¨¦s pantalanes arqueados y aguas mansas cuyo mecer desestresa y hace desconectar de todo. Tambi¨¦n chal¨¦s y pinos que dan timbre y prestigio: uno de ellos crece oblicuo de tanto como se inclina sobre el mar cerca de la fachada del hotel Illa d¡¯Or, cuyo 90? cumplea?os celebraremos junto a aguas transl¨²cidas en el Sunset Bar, paladeando el contundente c¨®ctel Illa d¡¯Or Special (ron, Cointreau y frutas).
Ruta por Pollen?a
Antes de entrar en Pollen?a, rendimos visita a una de las ¨²ltimas manufacturas textiles mallorquinas, Teixits Vicens, de 1854, cuya raz¨®n de ser gira en torno a la complej¨ªsima confecci¨®n de tejidos de lengua, muy resistentes y con id¨¦ntico dibujo por ambas caras. En Vicens no proyectan v¨ªdeos, sino que explican en vivo ¡ªde 9.00 a 15.00¡ª la t¨¦cnica del ikat, tra¨ªda a Mallorca desde Oriente en el siglo XVII: ti?endo unos, montando el dibujo en el urdidor otros. Luego podemos ir a fotografiar el puente romano.
Pollen?a es ocre y tan abundante en elementos religiosos ¡ªiglesias, el Calvario de 365 escalones (la imagen m¨¢s consumadamente representativa de la localidad), el santuario de Mar¨ªa¡ª que Santiago Rusi?ol la recomendaba en su libro La isla de la Calma para procesionar o representar misterios. La Mar Dol?a es un bar m¨¢s que apetecible para el caf¨¦ con cruas¨¢n de mucho tiempo de fermentaci¨®n y poca levadura. Al lado, el convento de Santo Domingo (siglo XVI) se ha trasmutado en el Museo de Pollen?a, donde tomar contacto con la Escuela de Pollen?a, la obra de Atilio Boveri ¡ªque tanto hizo por mejorar las condiciones de vida de los pescadores¡ª y urnas funerarias taurom¨®rficas. La iglesia conventual aloja a partir de ma?ana, s¨¢bado 20 de julio, la intervenci¨®n Fonts Vives de Eva Lootz, premio nacional de Artes Pl¨¢sticas, mientras el claustro acoger¨¢ durante el mes de agosto la 58? edici¨®n del Festival de Pollen?a, con la actuaci¨®n estelar del pianista Javier Perianes y la London Philharmonic Orchestra, dirigida por Juanjo Mena.
Nada m¨¢s llegar a la plaza Mayor, entramos en la imponente parroquia para ver el roset¨®n, el retablo y las pinturas. El jaleo del mercadillo, colorista y bullanguero, es perfecto para los domingos. En la plaza Vella subiremos a la zona noble de la biblioteca municipal Can Llobera, casa familiar del poeta Costa i Llobera, para aprovisionarnos despu¨¦s en la panader¨ªa en la que la simp¨¢tica Francisca Truyol lleva 36 a?os amasando pan de xeixa (trigo envejecido) y horneando con le?a cremadillos, cocas y tartas de lim¨®n. Para encargar la ensaimada de cabello de ¨¢ngel ¡ª17 euros por medio kilo¡ª es preciso dejar una se?al. Junto a la plaza de la Almoina, con su fuente del Gallo, ense?a her¨¢ldica pollensina, el 2 de agosto arrancar¨¢ la fiesta de moros y cristianos con la recreaci¨®n del grito de alarma que profiri¨® Joan Mas en 1550 al tropezarse con el temido pirata Dragut.
Pollen?a, ubicada a seis kil¨®metros del mar, es una localidad que se desvela a s¨ª misma con calma, sin sobresaltos. Por la calle de Costa i Llobera alcanzamos la casa-museo Dion¨ªs Benn¨¤ssar, pintor pollens¨ªn inv¨¢lido tras la guerra de Marruecos que evidencia el influjo tanto de Anglada-Camarasa como de su disc¨ªpulo Tito Cittadini, mentor de Benn¨¤ssar. El suyo es un arte que bebe del paisaje y la luz de su pueblo; son estallidos de color, algunos fovistas, en marinas y acantilados o incluso en fondos del mar representados con vivos colores e iridiscencias. En la ¨²ltima planta se exhiben retratos de mujeres de un particular expresionismo. Cerca del museo se encuentra el limpio y familiar hotel Son Sant Jordi. A la hora de la cena, la costumbre mallorquina del pa amb oli (emparedado pay¨¦s de embutidos) se mantiene en animados bares de tapas como Oh! Vermut. Al lado, el restaurante U Pla?a combina recetas mediterr¨¢neas actualizadas con pluma ib¨¦rica, torrijas y vinos mallorquines por copas. Del helado, mejor olvidarse, puesto que al lado de ambos locales abre Can Butxaca, estupenda helader¨ªa artesanal que en 36 opciones conjuga tradici¨®n (helado de avellana) y modernidad (de ensaimada).
Funci¨®n oxigenante ejerce el Puig de Maria, la tot¨¦mica monta?a que durante la can¨ªcula se recomienda encarar a primera hora. Son 45 minutos de ascensi¨®n que se pueden rematar, a partir de las 8.30, con el desayuno en el bar del santuario. El ¨²ltimo tramo es inc¨®modo, empedrado, pulido y en pendiente; mejor con calzado r¨ªgido. No puede hallarse un enclave m¨¢s a prop¨®sito para un santuario (hoy laico) que tuvo su origen en el siglo XIV, con un magn¨ªfico refectorio con pozo, exposici¨®n, hospeder¨ªa, restaurante (+34 971 18 41 32) y merendero a 330 metros de altitud.
Toni de Formentor
Antoni Cerd¨¤ (pollens¨ªn de 58 a?os), una de las personas m¨¢s queridas en la zona, acaba de cumplir 40 a?os en calidad de hamaquero del hotel Formentor, propietario de todos los servicios de la playa hom¨®nima. Su memoria es la evoluci¨®n del turismo, de cuando los ba?istas acud¨ªan con ropa de calle y usaban alguna de las 42 cabinas para cambiarse. "Es una playa abrigad¨ªsima, que cubre paulatinamente y que se mantiene intacta". A Borges y a Grace Kelly los conoci¨® en fotograf¨ªa, pero pocos como ¨¦l han departido con los escritores que acuden cada mes de septiembre a las Conversaciones Literarias, en cuyo marco se otorga el Premio Formentor (este a?o se entregar¨¢ a Annie Ernaux).
Este hamaquero de natural risue?o trab¨® amistad con el novelista mexicano Carlos Fuentes, quien se refer¨ªa a "la playa donde reina Toni". Y un Joaqu¨ªn Barraquer en traje de ba?o no solo le diagnostic¨® una afecci¨®n ocular, sino que le invit¨® a operarse en su cl¨ªnica oftalmol¨®gica barcelonesa. Cerd¨¤ tambi¨¦n es responsable de Esports N¨¤utics Formentor (+34 619 84 92 48) y aconseja a los kayakistas novatos circunnavegar el islote de Formentor. El precio por alquilar una sombrilla y dos hamacas en el sector de l'Espig¨®, en la playa de Formentor, es de 24 euros al d¨ªa (reservas en el +34 971 89 91 30).
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