En el territorio de los Borgia al sur de Valencia
De la Seu de X¨¢tiva al palacio ducal de Gand¨ªa, pasando por la Alquer¨ªa del Duc. Las huellas de la m¨ªtica familia
Pocas familias han desatado tantas pasiones como los Borgia. Algunas, a favor. Muchas, en contra. La leyenda comenz¨® cuando una familia extranjera (valenciana) alcanz¨® el poder en Roma en el siglo XV, en un re?idero de estirpes italianas como los Colonna, Sforza, Orsini, M¨¦dici ¡ªolla de intrigas reflejada en la novela Bomarzo (1962), de Mujica Lainez¡ª. Sus excesos (no peores que los de los otros clanes) alimentaron cr¨®nicas, piezas teatrales (Victor Hugo), ¨®peras (Donizetti), pel¨ªculas (m¨¢s de 50, entre otras la escandalosa Cuentos inmorales, de Borowczyk) y libros. Algunos, ¨¢cidos panfletos (Oskar Panizza, Mario Puzo); otros, de autores espa?oles, m¨¢s templados (Blasco Ib¨¢?ez, V¨¢zquez Montalb¨¢n, Manuel Vicent). En esa l¨ªnea de aclarar el contexto hist¨®rico y no obviar lo positivo van los esfuerzos del que fuera su territorio por antonomasia, y el origen familiar: las f¨¦rtiles tierras al sur de Valencia.
Se da por cierto que la familia proced¨ªa de Borja, en Arag¨®n. Una familia campesina que vino a buscarse la vida en las alquer¨ªas de X¨¤tiva. Y un chaval espabilado, Alonso, que tras o¨ªr las pr¨¦dicas de san Vicente Ferrer abraz¨® la carrera eclesi¨¢stica. Lleg¨® a cardenal en Roma. Y en uno de esos c¨®nclaves donde familias prepotentes no se pon¨ªan de acuerdo, fue elegido Papa como Calixto III. Dur¨® tres a?os (1455-1458), pero hab¨ªa colocado en la ¨®rbita eclesial a su sobrino Rodrigo, y este acabar¨ªa logrando (?pucherazo?) ser elegido Papa como Alejandro VI. Once a?os de pontificado (1492-1503), nueve hijos (u once, no hay acuerdo entre historiadores) y, al margen de intrigas y morbos, decisiones como el reparto del Nuevo Mundo, mejoras urbanas en Roma o la protecci¨®n de esp¨ªritus como Cop¨¦rnico o Miguel ?ngel.
El origen de dos Papas
No se olvidaron de su tierra, los Borgia (as¨ª italianizaron su apellido). Sus huellas se extienden por todo el territorio comprendido en el tri¨¢ngulo X¨¤tiva, Gandia y Valencia. En X¨¤tiva nacieron los dos Papas. Sus efigies en bronce guardan la entrada a la Seu o colegiata, que es m¨¢s grande que la catedral de Valencia. En otros templos m¨¢s antiguos, como Sant Pere, Sant Feliu o Sant Dom¨¨nec, bautizaron o enterraron a miembros de su familia, y est¨¢n llenos de tesoros art¨ªsticos.
En la plaza de la Seu, un hospital renacentista sigue cumpliendo funciones sanitarias. A pocos pasos, en un casco viejo lleno de color, dos edificios albergan el patrimonio art¨ªstico de X¨¤tiva. En el antiguo Almod¨ª se guardan restos arqueol¨®gicos, romanos o musulmanes. La vecina Casa de l¡¯Ensenyan?a aloja en cambio cuadros y esculturas de paisanos como Jos¨¦ de Ribera (que naci¨® en X¨¤tiva) o Vicente L¨®pez. El retrato del pintor local Josep Amor¨®s de Felipe V, quien mand¨® quemar la ciudad y cambiar su nombre tras la guerra de Sucesi¨®n, est¨¢ colgado boca abajo, como ¡°castigo¡±.
El castillo es el tel¨®n de fondo, una cinta oblonga de defensas en la falda de la monta?a. Y tiene su contrapunto abajo, en la Alameda, pl¨¢cido bulevar arbolado que ocupa el lugar de las antiguas murallas. Entre ambos topes conviven lo viejo y lo actual, los escudos labrados y las fachadas enlucidas, los conventos ocultos y los hornos donde comprar monas, fogasas o monx¨¤venes, el retablo cer¨¢mico de la botica Artigues y el ¡°platillo volante¡± (la plaza de toros cubierta) que estren¨® Elton John en 2007.
Al sureste de X¨¤tiva, sobre un mar de naranjos, el monasterio de San Jer¨®nimo de Cotalba ha abierto sus puertas a las visitas. Fundado por el primer duque de Gandia, Alfons el Vell, en 1388, revisaba las obras Pere March, poeta y padre de Ausi¨¤s March, quien, de ni?o, ven¨ªa a jugar entre los obreros. La memoria de Alfons el Vell y su corte de escritores, como los March, Joanot Martorell o Ro¨ªs de Corella, se recoge en la llamada Alquer¨ªa del Duc, a las afueras de Gandia. La finca fue adquirida a finales del XVI por un hijo de san Francisco de Borja, quien hizo construir como pabell¨®n de caza el edificio actual. Este alberga una escuela de hosteler¨ªa (¨²nica su fideu¨¢, que se invent¨® en Gandia), acoge eventos y preside el Parc dels Ullals, un marjal recuperado con senderos, dos lagunas, aves acu¨¢ticas y un aula de interpretaci¨®n.
Ah¨ª se aprende que Gandia fue muy rica. M¨¢s que por el arroz o la huerta, por la ca?a de az¨²car. Eso hizo que el papa Alejandro VI comprara el ducado de Gandia para uno de sus hijos, Pere Llu¨ªs. En el lote entraba el palacio ducal, donde nacer¨ªa el cuarto duque de Gandia, Francisco de Borja, que luego ser¨ªa jesuita y santo. El palacio qued¨® abandonado casi un siglo, hasta que los jesuitas lo compraron en 1890. Hicieron de ¨¦l un lugar de exaltaci¨®n de la Orden y de su santo Borja. Abierto al p¨²blico, sorprende que una ciudad que apenas ha conservado rastro de su pasado esconda semejante tesoro.
Otro reducto de mejores tiempos es el hospital de San Marcos y convento de la Claras, museo excepcional reabierto en 2018. No son muchas las piezas, pero todas sobresalientes: de Paolo de San Leocadio (tra¨ªdo por los Borgia de Italia para implantar el Renacimiento), Juan de Juanes, Ribera, Macip, Pedro de Mena¡ Legado conservado gracias a las monjas, que lo hurtaron al vandalismo. Su riqueza obedece en parte a Mar¨ªa Enr¨ªquez, mujer a reivindicar; consorte del duque hijo del papa Alejandro, enviud¨® a los 22 a?os, fue regente y, una vez que su hijo alcanz¨® mayor¨ªa de edad, ingres¨® en el convento. A ella se debe, entre otras cosas, que Dami¨¤ Forment esculpiese los ¨¢ngeles del p¨®rtico de la colegiata, arrasada en la Guerra Civil.
Ante la antigua universidad se han erigido estatuas de los Borgia/Borja principales. Fuera de eso, Gandia ha sepultado su memoria bajo bloques modernos y anodinos. No solo en el casco hist¨®rico, tambi¨¦n en el Grao (puerto) y, sobre todo, en la franja de Gandia Playa, que luce como un escaparate. Es el cambio implacable de las cosas, el que elev¨® a unos Borgia al cenit del poder y la gloria, y a otros Borja, a la gloria de los santos.
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