De ruta por Valencia con Ricardo Cases
El fot¨®grafo nos gu¨ªa por la Albufera y hasta sus bares favoritos de la ciudad, siempre en busca de su universo creativo
Ricardo Cases (Orihuela, 1971) ha fotografiado meteoritos en Marruecos, cubanos en Miami, la madrile?a calle de Serrano en obras, caballos blancos en Mal¨ª, hasta elecciones en Estados Unidos, pero sobre todo ha fotografiado su tierra, su patio de atr¨¢s: Valencia. Una Valencia ¨²nica, silvestre, cimarrona, Valencia como la calle de en medio, el salvaje este espa?ol. Cases vive en Torrent, un pueblo a unos 12 kil¨®metros del centro de la ciudad, desde donde empezamos este viaje inici¨¢tico partiendo de su casa, entre un campo de f¨²tbol abandonado y un barranco de pel¨ªcu?la de miedo.
El Barranc de l¡¯Horteta discurre seco, cruzado de ¨¢rboles destrozados por la tormenta, haciendo eses como una culebra nerviosa, cubierto de ca?as, matorrales polvorientos y un torrente de chumberas que se despe?an cuestan abajo como una invasi¨®n extraterrestre. Estamos en la zona de Mas de Jutge, as¨ª que comemos en La Curra, un restaurante que tambi¨¦n cuenta con un hostal. A su comedor enorme se llega despu¨¦s de pasar junto a la cocina, donde esperan unas paelleras del tama?o de una plaza de toros. Comemos paella, flan, caf¨¦, todo muy rico, abundante, sin aspavientos. Por aqu¨ª se encuentra el estanco El Raval, donde el fot¨®grafo imprimi¨® nada menos que parte de su ¨²ltima exposici¨®n, Estudio elemental del Levante (PhotoEspa?a 2018), y que almacena en un taller familiar cercano.
Agua inm¨®vil
Y de las torres de alta tensi¨®n de La Curra directos al horizonte de la Albufera. Quiz¨¢s el mejor momento para visitarla sea al final de la tarde, cuando el sol se pone sobre la superficie de agua inm¨®vil, resplandeciente, a punto de romperse como una l¨¢mina de aluminio anodizado. Arde, la Albufera. Hay letreros pintados de ¡°Paseos en barca¡± y ¡°Ca?as y Barro¡± por todas partes, caminos entre ca?averales, garroferas y patos, mosquitos, polvo. As¨ª que aqu¨ª estaba el Mekong de Europa.
Pocos kil¨®metros despu¨¦s, tras dejar atr¨¢s El Palmar, llegamos a los arrozales, h¨²medos, de un verde p¨¢lido, extra?amente pac¨ªfico y expectante. Todo es horizontal, llano, desplomado bajo un cielo falsamente limpio donde puede desencadenarse una tormenta en cualquier momento. Es f¨¢cil perderse entre los campos de arroz, delimitados por senderos de tierra, sin se?alizaciones. Hay por aqu¨ª un camello que se aparece a veces como una alucinaci¨®n o un espejismo algo loco y que Cases se encontr¨® una vez de golpe. De los campos de arroz a la costa hay apenas unos kil¨®metros de vegetaci¨®n espesa y prehist¨®rica y enmara?ada, el parque natural de la Albufera.
Llegamos a una playa entre la de Pinedo y El Saler, con la mole del hotel Sidi Saler amenazando en la distancia. Esta es una playa desierta, de largas dunas y ca?as, apenas urbanizada, un arenal de fin del mundo. Y de ah¨ª, en coche, aunque tambi¨¦n se puede llegar en bicicleta (toda la costa y la ciudad es muy f¨¢cil de recorrer en bici), al coraz¨®n de Valencia.
Cuando Ricardo Cases entra en modo civilizado suele ir siempre a los mismos sitios antes de liarse a hacer fotos. Empieza la ma?ana con un caf¨¦ con leche y un pincho de tortilla en la terraza del Caf¨¦ Museu, y de ah¨ª tira unos 10 minutos hasta Novedades Casino, en Carrer de la Bosseria, en pleno barrio del Carmen. Novedades Casino, del tambi¨¦n fot¨®grafo Pablo Casino (autor de Barespagnol), es un local muy peque?o, apenas un zagu¨¢n, pero hay tanto que ver que puedes tirarte f¨¢cilmente una hora sin dejar de mirar cosas: fotos de las primas, libros sobre volcanes, viejas revistas de chicas, postales de la CNT, anuncios y fanzines, todo dispuesto como si fuera una galer¨ªa de arte o un museo del tiempo. Libros de fotograf¨ªa. Carteles de pelis de serie B. Pura memorabilia levantina, la Valencia setentera y la de antes de la crisis. Cualquier tema en papel sobre la ciudad, por raro que sea, aqu¨ª lo encuentras seguro. A tiro de piedra, junto al Ayuntamiento, se encuentra CASA, el taller dom¨¦stico de fotograf¨ªa donde dan clase Ricardo y Pablo desde hace un par de a?os y lugar de referencia de la profesi¨®n.
La librer¨ªa Pe(r)ucho
Volviendo a El Carmen, en la calle del Moro Zeit, est¨¢ Per(r)ucho, de Eugeni Machancoses y Jaime Ortega. Una librer¨ªa que es sala de exposici¨®n y es taller de papel y tambi¨¦n peque?a editorial. Hay libros nuevos, usados, libros ilustrados, p¨®steres y bolsas, una m¨¢quina de risograf¨ªa y una impresora de 1929 para hacer de todo. Amor a la tinta y a la tipograf¨ªa, a cualquier cosa escrita, a lo que se puede tocar. Un lugar imprescindible.
Despu¨¦s del paseo podemos picar en La Lluna, en la calle de San Ram¨®n, un restaurante vegetariano con un men¨² degustaci¨®n espectacular y unos postres de caerse de espaldas, con terraza en la calle. Es la hora de la horchata, mejor de pie, en un puesto callejero de Mon Orxata. Luego, toca sacar la c¨¢mara. Y entonces seguir patrullando la ciudad, fotografiando camisas a rayas, pelos raros, porteras, obreros, buscando las paredes de las calles donde hace unos a?os Ricardo Cases peg¨® sus fotos de naranjas pochas, de m¨²sicos de bandas municipales, de palmeras comidas por escarabajos picudos, de palomas azules, el¨¦ctricas, fotos de esta Valencia hipn¨®tica, ca¨®tica, hiperrealista, que parece manifestarse solo para Ricardo Cases, el buen salvaje. ¡°El Levante es el espejismo de Espa?a¡±, dice ¨¦l.
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