Una ruta por los escenarios de ¡®Babylon Berlin¡¯
Recorremos los lugares donde se rod¨® la superproducci¨®n televisiva para descubrir lo mucho que a¨²n queda en la capital alemana de aquel esp¨ªritu transgresor de los salvajes a?os veinte
Babilonia y Berl¨ªn, ?unidas en 1929? ?Por qu¨¦ Babilonia? Porque la sola menci¨®n de la ciudad mesopot¨¢mica fascinaba a los berlineses de hace un siglo. Representaba el pasado glorioso. Lo que ellos no ten¨ªan. Las excavaciones de los arque¨®logos alemanes por el mundo eran cual memes de la ¨¦poca, pues encontraban esos restos valios¨ªsimos de civilizaciones lejanas y de regusto tan popular e imperial a un tiempo, que llenaban luego sus museos. Entre ellos brill¨® Robert Koldewey, con una de las monumentales puertas de la capital babil¨®nica, la de la diosa Ishtar, que se termin¨® de instalar en 1930 en el Pergamonmuseum, en la hermosa Isla de los Museos de la capital alemana, donde sigue expuesta.
La mitolog¨ªa y el exotismo cuajaron all¨ª en los primeros a?os del siglo XX. Para muchos, la Berl¨ªn de entonces era apasionada, amoral y pecaminosa, corrupta y mafiosa ¡ªcomo dicen los historiadores que debi¨® de ser Babilonia en su apogeo¡ª. El apocalipsis hecho urbe. Para otros, un para¨ªso de la libertad y la vanguardia. Esos dorados, salvajes o locos (a elegir) a?os veinte son m¨ªticos en s¨ª: un fil¨®n de creatividad, m¨²sica, literatura, arte, glamur, cine, sexo¡ La ciudad nunca dorm¨ªa. Ard¨ªa.
En ese contexto cuadran las referencias a la gran urbe de Oriente; su imagen abundaba en las proyecciones de los arquitectos, que admiraban su b¨ªblica Torre de Babel; en las obras de arte o los libros (Alfred D?blin, tras su Berlin Alexanderplatz, de 1929, y antes de huir de los nazis en 1933, escribi¨® Babylonische Wandrung) y, por supuesto, en las denominaciones comerciales de todo tipo de productos¡ Algunos perviven, incluidos los del sector cinematogr¨¢fico, como los estudios Babelsberg; el cine Baby?lon, que abri¨® en el distrito berlin¨¦s de Mitte en 1929 mismo, o el t¨ªtulo de la serie Babylon Berlin, la mayor producci¨®n de las televisiones alemanas, cuya tercera temporada emite desde este febrero Movistar?+.
Estrenada en 2017 y dirigida por Tom Tykwer, Achim von Borries y Henk Handloegten, se basa en las novelas de Volker Kutscher y suma millones de espectadores y premios. La primera y segunda temporadas se basan en el libro Sombras sobre Berl¨ªn; la tercera, en Muerte en Berl¨ªn, de 2009. La trama se desarrolla en 1929, meses antes del famoso crash econ¨®mico y en pleno ardor fascista previo a la II Guerra Mundial. Los protagonistas son el comisario Gereon Rath (interpretado por Volker Bruch), traumatizado por la guerra, y su ayudante, la pobre, intr¨¦pida y persistente mecan¨®grafa Charlotte Richter (Liv Lisa Fries), que lo mismo se prostituye para pagarle una operaci¨®n de ojos a su hermana que se enfrenta a un asesino que le saca dos cuerpos.
Babylon Berlin plasma ese ambiente desbocado en la ciudad, la misma a la que la periodista Nathalie Boegel le dedic¨® un libro en 2018 titulado La capital del crimen, el lado oscuro de los dorados a?os veinte. Porque entre tanto relumbre Berl¨ªn era ya una bomba de relojer¨ªa al calor de la desigualdad; de la herida de la I Guerra Mundial (abundaban los mutilados por sus aceras) y el Tratado de Versalles; de la pasi¨®n por vivir y delinquir de individuos, instituciones u organizaciones, y del ascenso del nacionalsocialismo. Y de fondo, la inflaci¨®n pret¨¦rita, la Gran Depresi¨®n futura y la inestabilidad pol¨ªtica presente. La Rep¨²blica de Weimar, proclamada 10 a?os antes, lo ten¨ªa bien complicado.
La serie se ha grabado en centenares de localizaciones, la mayor¨ªa en Berl¨ªn y alrededores (como los estudios Babelsberg en Potsdam, Brandeburgo), pero tambi¨¦n en otros Estados como Renania del Norte-Westfalia. Y supone la colaboraci¨®n in¨¦dita de cuatro entidades: la cadena de televisi¨®n p¨²blica ARD, la plataforma de pago SKY TV y las productora X Filme Creative Pool y Beta Film. En sus 28 cap¨ªtulos no solo se ve el famoso Berl¨ªn de los a?os veinte, tambi¨¦n el de hoy. Esta es una ruta apresurada por siete tipos de escenarios.
Los no lugares
Volker Kutscher, el creador de las peripecias del comisario Gereon Rath, ha contado que cuando se puso a documentar sus novelas qued¨® admirado de cu¨¢nto pervive de aquel tiempo en la capital alemana. Y as¨ª es. M¨¢s all¨¢ de localizaciones y escenograf¨ªas, la serie muestra mil detalles que definen bien su esp¨ªritu. Ah¨ª siguen, por ejemplo, citando unos pocos a bote pronto, la oscuridad de sus calles en la noche, los adoquines t¨ªpicos en el suelo, los expositores publicitarios redondos por sus esquinas, los tranv¨ªas, las sopas, los p¨®steres por las paredes como un muestrario incomparable de lo que se cuece cultural y pol¨ªticamente¡ Pero tambi¨¦n la libertad sexual, el cabaret aut¨®ctono como forma de expresi¨®n, la adoraci¨®n al m¨¢s m¨ªnimo rayo de sol, al arte y a la m¨²sica; los locales que no abren antes de medianoche y los clubes mutantes, secretos y n¨®madas, o esa dicotom¨ªa exterior/interior: no parece que suceda nada en un momento dado en una calle vac¨ªa, pero cuando abres una puerta¡ Y hasta la propia indumentaria: el tipo de vestidos, gorros y abrigos, la piel, el dorado y el terciopelo que lucen las actrices de la serie se pueden encontrar a¨²n en numerosos rastros de la ciudad; nunca desaparecieron, en verdad, del look vintage local.
Las calles
Los edificios en Berl¨ªn ten¨ªan y tienen una personalidad acusada a pesar del estado ruinoso en que quedaron tras los bombardeos de la II Guerra Mundial. La arquitectura t¨ªpica de patios consecutivos permanece viva. Los se?ores burgueses habitaban en la parte frontal, hacia la calle, y las viviendas interiores (el Hinterhof) las usaban los criados u operarios de m¨²ltiples talleres y factor¨ªas. Muchas de ellas son hoy verdaderos tesoros, muy cotizados para oficinas y estudios. Descubrir esos patios es muy recomendable. Las calles que aparecen de los distritos de Kreuzberg, Wedding o Charlottenburg en Babylon Berlin son recreaciones realizadas en los estudios Babelsberg, en un set llamado Neue Berliner Stra?e. No se puede visitar, pero, seg¨²n la productora, incluye, entre otros, cuatro calles completas, varios patios; los interiores de las casas de Rath, Bruno, Lotte y Sorokina, y fachadas de unos grandes almacenes (en referencia quiz¨¢s al famoso KaDeWe, situado en Sch?neberg), de la farmacia, del Moka Efti y otros locales.
Tres plazas
En la c¨¦ntrica Alexanderplatz se grabaron numerosas tomas en junio de 2016, los viejos tranv¨ªas y cientos de extras trabajaron sin pausa durante una semana. Las im¨¢genes a¨¦reas de los t¨ªtulos de cr¨¦dito se filmaron desde la azotea de la tienda de electr¨®nica Saturn, seg¨²n ellos mismos comentan. Desde el descansillo acristalado del primer piso de esta cadena comercial hay unas vistas estupendas hoy sobre la Torre de la Televisi¨®n, el reloj mundial e incluso el ayuntamiento (Rotes Rathaus). En esta plaza se ubica el quiosco de peri¨®dicos donde Gereon y Charlotte se re¨²nen en la serie para almorzar, pero este no existi¨® nunca (como tampoco la plaza misma era as¨ª entonces).
Hasta casi finales del siglo XIX, Berl¨ªn hab¨ªa sido poco m¨¢s que una ciudad media en tierra pantanosa, repleta de canales, localidades aleda?as m¨¢s pobladas que ella y llena de sue?os de urbanistas y del k¨¢iser Guillermo II por convertirla en esa gran urbe que so?¨® el director Fritz Lang en Metr¨®polis (1927). Los grafismos usados en la ficci¨®n hacen gui?os a esta pel¨ªcula. La ciudad, la m¨¢quina y el hombre¡ Para seguir su historia y la de otros t¨ªtulos y actores m¨ªticos, como Marlene Dietrich (siempre con una maleta en Berl¨ªn), o el boom del cine sonoro basta acercarse al Museo del Cine en la Potsdamer Platz. Esta plaza aparece recreada en la serie con aquel sem¨¢foro que presume de ser el primero de Europa (data de 1924), su estaci¨®n de tren, sus hoteles se?oriales, los almacenes Wertheim (donde hasta hace nada estuvo el m¨ªtico club Tresor y hoy se alza parte del Mall of Berlin) y las villas residenciales que empezaban a crecer en el barrio de Tiergarten.
Hermannplatz es otro cantar. Dur¨ªsima y guerrera, ayer y hoy. Frontera entre dos barrios populares, Kreuzberg y Neuk?lln. Ah¨ª se sit¨²an en Baby?lon Berlin las escenas de las movilizaciones obreras del 1 de mayo de 1929 que acabaron con decenas de muertos. Aparece tambi¨¦n el edificio de los almacenes Karstadt, a¨²n con andamios, que fue sensaci¨®n de la ¨¦poca; solo su fachada de la avenida de Hasenheide se salv¨® de la quema en 1945, dicen que a manos de las SS para evitar que el Ej¨¦rcito Rojo se abasteciera. Los asesinatos de las mujeres en la primera temporada de la serie suceden en la Oranienstrasse, en Kreuzberg, una calle que era un universo en s¨ª misma pero ahora decadente v¨ªctima de la especulaci¨®n.?
Los ayuntamientos
En Babylon Berlin aparecen el Rotes Rathaus y el Rathaus Sch?neberg. La Jefatura de Polic¨ªa de Berl¨ªn de 1929, llamada Rotes Burg, fue destruida en la II Guerra Mundial y estaba situada en la zona donde hoy se levanta el centro comercial Alexa. Dado su color similar, de ladrillo rojo, la Jefatura en la serie es el consistorio actual, el Rotes Rathaus, en Alexanderplatz. Mucho se grab¨® en sus patios y pasadizos, pero no en las recurrentes escaleras desde donde, por ejemplo, se ofrece trabajo a las secretarias en la primera entrega. Estas corresponden al Rathaus Sch?neberg (s¨ª, all¨ª donde Kennedy proclam¨® en 1963, en pleno bloqueo sovi¨¦tico, lo de ¡°Ich bin ein Berliner¡± ¡ªyo soy berlin¨¦s¡ª). El restaurante donde suelen comer los polic¨ªas existi¨®: Aschinger, una famosa cadena de cervecer¨ªas con 30 locales, todos destruidos luego.
Por la ficci¨®n se mueven cientos de personajes (jud¨ªos, rusos, armenios¡), muchos inventados, otros reales. Uno destacado es el criminalista Ernst Gennat, que revolucion¨® el m¨¦todo de investigaci¨®n policial a principios del siglo XX. Sus ruedas de prensa deb¨ªan de ser magistrales, como la que recrea la serie donde ¨¦l explica las estad¨ªsticas de cr¨ªmenes seg¨²n los siete pecados capitales, grabada en el Auditorio del Instituto Anat¨®mico del hospital de la Charit¨¦. En la c¨¢rcel de Lehrter Strasse, m¨¢s conocida a¨²n como la prisi¨®n de Moabit, encierran a los acusados. Y otras instituciones que se pueden ver son los juzgados del barrio de Wedding, el Bode Museum; la B?rensaal en la Klosterstrasse, que hace las veces de la Bolsa en ebullici¨®n, o el edificio del Deutsche Bank en Mauerstrasse, de uso m¨²ltiple: funciona como guardarropa, es sede del equipo de producci¨®n, y su fachada, pasillos, vest¨ªbulos, oficinas vac¨ªas y bodegas son escenarios.
Estaciones de tren y metro
El and¨¦n de bonitos azulejos amarillos y carteles publicitarios donde el comisario Rath se cita con sus confidentes es la actual parada UBahn Hermann?platz, un punto de intersecci¨®n geogr¨¢fico importante en el metro berlin¨¦s. Muy internacional, all¨ª suceden muchas cosas cada segundo: a ratos, el tipo de personajes variopintos que transitan no es muy distinto al de 1929. Una estaci¨®n de carga situada supuestamente en Kreuzberg, donde quedan retenidos los vagones rusos con gas y oro, no existe en la capital alemana sino en Colonia, pues el Rheinisches Industriebahn Museum, en Longerich, sirvi¨® como plat¨®. En la serie, adem¨¢s, hay muchos homenajes a compa?¨ªas de la ¨¦poca, de todos los sectores industriales y, por supuesto, tambi¨¦n del cine, como una de las grandes del montaje, Geyer Kopierwerk, en Neuk?lln.
La vida nocturna
Berl¨ªn en 1929 crec¨ªa r¨¢pido, pobre, politizada, dolorida, escasa de comida y vivienda, y con un tercio de su poblaci¨®n (unos cuatro millones, como hoy) menor de 18 a?os. Pero miles de sus ciudadanos eran adictos a la cultura, al cine, al baile, a todo tipo de entretenimiento como v¨ªa de escape. Uno de los lugares m¨¢s populares de la noche fue el Moka Efti, enorme y majestuoso. Para recrear sus interiores se us¨® la sala Delphi Stummfilmkino, de Weissensee. Las escenas en este local describen lo que era la pasi¨®n por el baile en la ciudad. Danzar estuvo prohibido por la guerra hasta diciembre de 1918, y cuando dej¨® de estarlo se convirti¨® en una locura que a¨²n persiste. Las estrellas internacionales amaban Berl¨ªn; no faltaban escenarios, pues hab¨ªa casi 400 salas para actuaciones o proyecciones en 1929. El m¨¢s famoso n¨²mero musical de Baybilon Berlin (adem¨¢s del Reason of Rhyme, de Bryan Ferry), Zu Asche, zu Staub, interpretado por Severija junto a las bailarinas desnudas con las bananas, es un homenaje a la vedete y actriz Josephine Baker, quien, con 19 a?os, dio la campanada con su aparici¨®n la noche de fin de a?o de 1925 en el Nelson Theater del Kurf¨¹rstendamm. El Pepita Bar, all¨ª donde nuestro comisario protagonista se suelta la melena y acaba drogado y raptado, es en verdad el technoclub Chalet o Heinz Minki (en Kreuzberg). Y aunque la ¨²ltima vez que canta Sorokina pasa por ser en Par¨ªs, en realidad se rod¨® en el escenario del bar teatro de burlesque Kleine NachtRevue. En la tercera temporada aparece otro club, rec¨®ndito, llamado Der Hollander, que es el nacht?club Tausend, en Mitte.
Canales, lagos y piscinas
Cap¨ªtulo tras cap¨ªtulo, intriga tras intriga, se ve mucho verde (el bosque de Grunewald, la h¨ªpica en Hoppegarten¡) y mucha agua en Babylon Berlin: desde la piscina Volksbad Wedding, donde se comparten incluso las ba?eras, hasta el lago Wannsee, donde van a pasar la tarde los j¨®venes y enamorados, o los m¨²ltiples canales que, como la mism¨ªsima Babilonia, tiene la ciudad, all¨ª por donde huyen los sospechosos o aparecen flotando los cad¨¢veres¡ y que hoy surcan cientos de barcos de recreo.
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