Bajo la palmera de Villa Rosita
Un litoral salvaje, quintas de indianos y animados puertos pesqueros. La esencia del occidente asturiano de Puerto de Vega a Castropol
Viajar al occidente de Asturias, declarada primera comunidad aut¨®noma libre de coronavirus, es viajar por su comarca m¨¢s desconocida. Es conducir por carreteras sinuosas y descubrir playas escondidas. Es mar y monta?a, es gastronom¨ªa, y tambi¨¦n pintorescas villas marineras y puertos pesqueros que salpican su costa.
Al oeste del litoral asturiano, dentro del concejo de Navia, se encuentra Puerto de Vega. Menos conocido que sus vecinos Cudillero y Luarca, este pueblo es el lugar perfecto para huir del trasiego tur¨ªstico. De tradici¨®n comercial, actualmente sigue ligado a la pesca y a las industrias de salaz¨®n, las conservas y el escabeche. La villa envuelve al peque?o puerto amurallado y en ella se pueden admirar casonas solariegas, quintas de indianos ¡ªemigrantes que retornaron enriquecidos de Am¨¦rica¡ª y edificios modernos. Al pasear por sus calles, como hicieron hace a?os personajes de la Ilustraci¨®n asturiana, uno puede empaparse de su pasado hist¨®rico. El escritor y pol¨ªtico gijon¨¦s Gaspar Melchor de Jovellanos pas¨® aqu¨ª sus ¨²ltimos d¨ªas y muri¨® en la casona de Trelles en 1811, v¨ªctima de una pulmon¨ªa. Sus restos descansaron durante cuatro a?os en la iglesia de Santa Marina, situada en la parte alta del pueblo y considerada la gran catedral del Barroco rural.
Los lunes, mi¨¦rcoles y jueves, en el muelle se puede visitar la lonja de pescadores, abierta hasta las 17.30. Este es el lugar perfecto para ver c¨®mo se rulan las capturas del d¨ªa. Si todav¨ªa hay ganas de saber m¨¢s sobre la tradici¨®n marinera de la localidad, hay que visitar el Museo Etnogr¨¢fico Juan P¨¦rez Villamil, ubicado en la Casa de Cultura. Rederas, madre?eras o hiladoras son algunos de los oficios artesanos vinculados a la vida de la villa.
Al continuar ruta hacia el occidente asturiano, a unos 30 kil¨®metros nos encontramos Tapia de Casariego, otro pueblo marinero famoso por su puerto pesquero, sus miradores al Cant¨¢brico y sus playas. El arenal urbano del Anguileiro acoge desde hace m¨¢s de 20 a?os un campeonato mundial de surf en honor a Robert y Peter Gulley. Estos dos j¨®venes australianos se enamoraron de las olas tapiegas a finales de los a?os sesenta y sembraron el germen surfista en los j¨®venes del pueblo. En ¨¦poca estival, la playa se llena de ba?istas atra¨ªdos por sus aguas transparentes y las bonitas calas que se forman al subir la marea. A escasa distancia se encuentran los arenales de Penarronda, La Paloma y Santa Gadea, que incluso en los meses de verano se pueden ver casi desiertos.
En el paseo mar¨ªtimo de La Guardia est¨¢ el mirador de Os Ca?¨®is, desde el que se otea la costa asturiana y la vecina comarca lucense de A Mari?a Oriental (ya en territorio gallego), confinada nuevamente desde el pasado lunes debido a un rebrote de coronavirus. Al seguir el camino, se puede uno perder por las callejuelas de Tapia de Casariego, entre casas encaladas y tejados de pizarra que conducen al puerto. No falta el faro y las barcas amarradas protegidas por un bajorrelieve de la Virgen del Carmen. Este es el punto neur¨¢lgico de Tapia con animadas terrazas, bares y restaurantes. En La Marina, especialista en mariscos y pescados del Cant¨¢brico, no hay que dejar de probar la merluza a la sidra. El bonito en escabeche y la tortilla de bacalao de Nordestada son otras opciones para los amantes de los productos del mar. Ya en el centro del pueblo se encuentra La Terraza, con su emblem¨¢tica higuera en uno de los lados del comedor. En esta sidrer¨ªa, fundada en 1940, el chorizo a la sidra, el pastel de cabracho y el bonito con tomate o asado son algunas de las especialidades.
A unos 20 minutos en coche, la r¨ªa del Eo hace de frontera natural entre Galicia y Asturias, con Castropol como n¨²cleo lim¨ªtrofe en el lado astur. Dar un paseo por su casco hist¨®rico, declarado bien de inter¨¦s cultural en 2004, es disfrutar de sus fachadas blasonadas y sus palacios. Llama especialmente la atenci¨®n Villa Rosita, compuesta por dos edificios en forma de L con una gran palmera en el frente. En la misma calle se encuentra el palacio de Montenegro, uno de los m¨¢s antiguos del pueblo.
Ya en la parte nueva, el parque de Vicente Loriente esconde en su interior varias construcciones de estilo modernista, como su quiosco de m¨²sica, el casino-teatro (convertido en casa de cultura) o el monumento a Fernando Villamil, h¨¦roe militar y asturiano ilustre, aunque el verdadero punto de reuni¨®n de Castropol es el puerto deportivo.
Declarada en 2007 reserva de la biosfera por la Unesco, en la r¨ªa del Eo se dan condiciones ¨®ptimas para el cultivo de ostras, pr¨¢ctica muy extendida en la zona, adem¨¢s del avistamiento de aves, deportes de remo o sencillamente disfrutar de una puesta de sol sobre el agua. Despu¨¦s, los paladares m¨¢s exigentes celebrar¨¢n la visita al restaurante Casa Vicente. En su comedor, con unas vistas privilegiadas sobre la r¨ªa, no hay que perdonar el pastel de merluza y centollo o el salpic¨®n de bogavante. El broche definitivo para una ruta enmarcada por el abrupto litoral del occidente asturiano, con el Cant¨¢brico siempre a la vista.
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